'¿Cómo apoyar el proceso si la izquierda nos sataniza?'

'¿Cómo apoyar el proceso si la izquierda nos sataniza?'

Carta abierta de Sergio Araújo a Juan Manuel Santos

Por: Sergio Rafael Araújo*
julio 22, 2015
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'¿Cómo apoyar el proceso si la izquierda nos sataniza?'
Fotos: elespectador.com/noticias.starmedia.com/

Señor Doctor

JUAN MANUEL SANTOS CALDERON
Presidente de la República de Colombia
E. S. D.

Señor presidente:

He leído con atención su discurso de instalación del Congreso. Y su invitación previa a desescalar el lenguaje. Estimo que su llamado requiere concreción para materializarlo en resultados. El tema aterrizado, señor Presidente, es ¿cómo aceptar su invitación? cuando nos dice:

Yo los convido a que abandonemos juicios y prejuicios, a que dejemos de lado posiciones intransigentes, a que hablemos con serenidad y sin medias verdades, y a que busquemos los acuerdos en medio de las diferencias

Pero ¿Cómo hacerlo? si, mientras usted lanza esa reflexión incluyente, los actores de izquierda en la legalidad satanizan a quienes hacemos parte de la oposición institucional, mediante calumnias e injurias, con el claro propósito de judicializar conductas arbitrariamente endilgadas, mediante procesos discursivos.

Es mi caso, presidente, a usted consta que presté mi concurso en una causa de paz, por solicitud del mismo alto gobierno en el que usted se desempeñaba. Como consecuencia de aquello, usted me citó como ministro de Defensa, y en una breve charla me indicó que, tras haberse visibilizado esa tarea, era menester disponer para mí un esquema de seguridad permanente con escolta de Policía, que mantuve casi 8 años hasta mediados de 2013.

Sin embargo, hoy, cuando postulo mi nombre a la Alcaldía de Valledupar, se me agravia con la mayor ferocidad, como si ser gestor de paz fuere exclusivamente válido cuando se trate de la paz que beneficie y satisfaga a la izquierda armada.

Mi tarea fue exitosa, presidente, usted lo sabe, exitosa con mi concurso. Y hoy, cuando su gobierno busca lo mismo con las FARC, aunque Centro Democrático mantiene un escepticismo motivado en el planteamiento del proceso, personalmente he reiterado que si triunfaré en su tarea, aplaudiré el resultado, y como alcalde de Valledupar ofreceré las mayores garantías a los reinsertados de esa fuerza insurgente, si su desarme y desmovilización fueren reales y verificados.

Pero presidente, ¿imagina cual sería la suerte de la historia, si luego, una administración distinta desconociera la institucionalidad de su gobierno y criminalizara a los facilitadores? ¿Puede calcular el infortunio personal de mi amigo afectísimo Enrique Santos Calderón, y quizá cuantos otros, si mañana su tarea vital de acercamiento fuera convertida en noticia criminal y causa judicial? Parece un paralelo descomedido, porque, claro, se trata del hermano del presidente, pero solo tanto como en mi caso se trató del hermano de una ministra de Estado y canciller.

Es menester aclimatar la paz que usted cree posible, presidente. Yo no le creo a las Farc. Pero muchos tampoco creyeron en el otro proceso y hoy ya no existe aquel fenómeno que fue organización antisubversiva criminal, con tentáculos corrosivos en las fuerzas institucionales. Y sus “nostálgicos” son bandas criminales que reciben el peso de las armas de la República.

Quizá tenga usted razón, y los equivocados seamos quienes no desciframos voluntad de paz en la guerrilla. Créame, señor presidente, deseo fervientemente estar errado, y anhelo que su fe sea premiada con mi error. De ser así lo reconoceré con gallardía, porque sería lo mejor para la nación.

Al comenzar la campaña eleccionaria e instalar el Congreso, usted, señor presidente, lanzó un clamor:

 “Yo los invito a todos –a los amigos del proceso y a los que tienen dudas o temor– a que nos unamos en torno a este objetivo: el mayor de Colombia, el más importante, el más sublime, que es LA PAZ”

Y sí, presidente, tenemos dudas y temor de patria. Pero pondero su invitación. Sin embargo, mientras tanto, los “maestros de obra” del radicalismo armado van artillando carteles de falsos testigos y hordas de difamación mediática para crucificar ante la opinión pública a quienes antes hicimos por la paz, cuanto usted busca concretar en el arduo proceso que adelantan.

¿Dónde queda su frase  “Los invito a que les dejemos un mañana de reconciliación y no de venganza”  si su contraparte no contribuye y despliega sus cancerberos en pos de esa indeseable venganza que usted proscribe?

Muchos podríamos atender su llamado en procura del país unido que propone, pero sea usted protector y garante del principio de igualdad que debe cobijar a quienes hemos sido parte en las anteriores soluciones de la confrontación nacional; de lo contrario, nuestra suerte de hoy será la desgracia que correrán los facilitadores que hoy se empeñan en alcanzar la paz.

¡Claro que es útil desescalar el lenguaje!, ¡Claro que es causa superior unirnos! Pero TODOS, presidente, no unos erigidos como próceres de la paz, mientras otros somos lapidados por haber dialogado con quienes cesaron en la guerra con nuestro concurso.

Apelo a su memoria respetuosamente, a su obligación de ser el presidente de todos, y dejo a su consideración mi reflexión serena, con pedido claro y oferta sincera, en esta nota.

Del señor Presidente de la República con la mayor consideración,

 

* Miembro Dirección Nacional
Partido Centro Democrático
Candidato Alcaldía de Valledupar

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