Suena increíble: la cantidad de personas que firmaron los formularios de revocatoria en Bogotá no fue tan grande como se esperaría. A pesar de la enorme impopularidad de Peñalosa, uno de los dos comités activos de la revocatoria no recolectó la cantidad de firmas necesarias para pasar a la siguiente etapa.
A mediados de abril de este año en varios titulares parafrasearon la novedad de que el comité Revoquemos a Peñalosa ya tenía el 100% de las firmas necesarias para convocar la revocatoria: en una entrevista en la emisora La FM, Leonardo Puentes, vocero de ese comité, dio a entender que ya tenía 271.000 firmas en su haber. En esa misma entrevista dijo que pretendían recolectar más firmas y que tenían plazo hasta el 12 de julio para hacerlo.
Esa cifra era buena, pero tampoco era espectacular, y sumada con las firmas del otro comité (que dijo tener 450.000) daba una cantidad apenas mayor a la de la revocatoria anterior: en abril de 2013 el único comité que la impulsó entregó 600.000 firmas. Esto ya era señal que a pesar de la gran “ayuda” de Peñalosa con la subida de los pasajes y sus salidas en falso la ciudadanía no estaba más dispuesta a colaborar con la revocatoria.
Para mayo 2 el comité más grande, Unidos Revocamos a Peñalosa, radicó algo más de 700.000 firmas ante la Registraduria. Mientras tanto Leonardo Puentes vocero dijo que su comité estaba realizando una revisión exhaustiva de las firmas: una acción extraña dado que no tiene acceso al censo electoral. Además, revisar las planillas suponía gastar recurso humano que debía estar en la calle recolectando más firmas.
En mayo 25, Leonardo Puentes citó a un videochat en el cual presentaría resultados parciales de su labor. El balance fue bastante peor de lo que cualquiera hubiese podido esperar dados los titulares triunfales de abril: solo tenían 157.000 firmas válidas después de 5 meses de labor y un mes restante de plazo. Para empeorar el panorama agregaron que se requerían grandes aportes en dinero para mantener la iniciativa (por medio de una trasmisión en vivo tan mal hecha que a ningún inversor serio le hubiese dado confianza).
El 16 de junio Revoquemos finalmente tiró la toalla públicamente en un artículo en La Silla Vacía (que pasó completamente desapercibido) donde Puentes recortó la cifra de firmas recolectadas de las 271.000 que se dijo en abril a apenas 200.000 incluyendo las que estaban mal.
¿Entonces que paso?
En un artículo en abril titulado “El primer fracaso en la revocatoria a Peñalosa”, se señalaba que la impopularidad de Enrique Peñalosa y la crisis no parecían ser razones suficientes para que los ciudadanos viesen en la revocatoria la solución a las problemáticas de la ciudad. Si bien esa frase tiene retórica, sirve para explicar lo que pasó: la gente no conectaba la mala imagen del alcalde con ir a buscar a alguien para firmar su revocatoria.
Para el comité Revoquemos a Peñalosa esa falta de apoyo ciudadano espontaneo los afectaba de manera especial dado que no poseía la maquinaria ni recursos económicos de la que dispone el otro comité: mientras el otro comité envió a la calle a una enorme cantidad de personas para recolectar las firmas, Revoquemos se terminó de marchitar silenciosamente por los errores de su fundador-vocero, Leonardo Puentes.
Acompáñame a ver esta triste historia…
Revoquemos a Peñalosa inició labores casi desde el mismo día de la elección a Peñalosa y aspiró en algún momento a liderar todas las fuerzas interesadas en sacarlo. Durante 2016, dio los primeros pasos en la revocatoria pero al final de ese año quedó reducido a un puñado de voluntarios seducidos por la idea de una revocatoria apolítica: esa situación por sí misma no era mala pero sí obligaba a que ese comité siguiese unas estrategias innovadoras para conseguir sus objetivos.
Pero la innovación nunca fue el fuerte de Revoquemos: se dedicaron a replicar la estrategia de crear y mantener una “insatisfacción general de la ciudadana” por redes sociales, la misma que sus competidores realizaban por medios tradicionales. En lugar de aprovechar su presencia en internet (que era uno de sus fuertes) capitalizando el entusiasmo de sus seguidores para ayudar a recoger firmas para su comité, se dedicaron a hacer una tarea que bien pudo terminar ayudando a la competencia.
La naturaleza de ser un colectivo con demasiado entusiasmo pero con pocos recursos escapo completamente a la visión de su fundador y vocero quien utilizó cada oportunidad que le brindaron los medios de comunicación para insistir una y otra vez en esa estrategia perdedora de hablar mal de Peñalosa para obtener firmas. Para la gente del común, que no estaba muy al tanto del proceso de revocatoria, nunca le quedo claro porque había dos comités: de hecho creían que Puentes era vocero de un único comité promotor de la revocatoria a Peñalosa.
Lo que terminó por enterrar a Revoquemos fue que su vocero creyese que inflar las cifras de firmas recolectadas les iba a ayudar en algo a su causa. Si Puentes no dijo explícitamente ya en abril tuviesen el 100% de las firmas necesarias (noticia que fue ampliamente divulgada a partir por los demás medios) el vocero no aclaró que la cifra fuese mucho menor como al parecer lo era. Haber sido más honesto con respecto a las dificultades del comité para conseguir las firmas puede que hubiese movido a más personas a colaborar con su causa a sabiendas que era mejor seguir con dos comités en el proceso que con solo uno.
Hoy, 12 de julio, se venció el plazo para entregar las firmas y el comité Revoquemos solo radicó 150.000 lo que significa que no podrá continuar en el proceso de revocatoria de alcalde. A pesar de que esta situación parece digna solo de una nota al margen, afectará profundamente el futuro de la revocatoria: Revoquemos tenía un planteamiento de revocatoria menos vulnerable a los cuestionamientos que el otro comité.
En una nota ciudadana veremos cuál es la gran debilidad en los planteamientos del comité Unidos Revocamos a Peñalosa sobre cuyos hombros descansa la responsabilidad de convocar a la votación de revocatoria del actual alcalde