Alejandro Gaviria, como nuevo ministro de Educación, tomó la decisión de que el informe de la Comisión de la Verdad debe enseñarse en los colegios de Colombia. Tan claro y tan sencillo como que el nuevo gobierno tomó la decisión de convertir en Verdad Oficial la versión de la Comisión de la Verdad.
Como todo lo que ocurre en una sociedad polarizada como la nuestra, hay quienes andan felices porque les parece que el relato de la Comisión de la Verdad es una especie de biblia y hay otros que andan iracundos porque el informe les parece mentiroso por recargado contra un lado e impune y condescendiente con el otro.
Pues bien, la decisión del ministro Gaviria cambia la naturaleza de la discusión social. Ya no se trata de seguir peleándose retazos de una verdad a medias en las rebatiñas ideológicas o electorales. Ya el problema no puede seguir consistiendo en si un bando es capaz criminalizar al otro más que el otro al otro y viceversa.
Cuando un gobierno decide convertir un texto en cátedra obligatoria de los colegios, el tema deja de ser una controversia más entre políticos y se convierte, entonces, en un debate de primera prioridad social. Ahora se trata de un debate que toca con todas las niñas y todos los niños de nuestro país. Ya no estamos hablando de quién fue más salvaje que quién entre los charcos de sangre, ni de si los de izquierda fueron peores que los de derecha o al revés. Ahora, de lo que estamos hablando es de nuestros hijos, de la educación de nuestros hijos.
No tiene sentido seguir enredándose con si la decisión del ministro fue correcta o no, por una sencilla razón: porque todavía no lo sabemos, todavía no podemos saberlo, aún no han empezado las clases.
Hay mucha preocupación entre muchos padres de familia. Muchos lo han manifestado de una forma muy particular: temen que sus hijos sean adoctrinados conforme al credo de una doctrina ideológica. Hay otros que lo llaman de otra forma: temen que a sus hijos les laven el cerebro.
- Valga aquí hacer una aclaración.
Esta legítima preocupación de los padres con la educación de sus hijos va mucho más allá de si el gobierno es de Petro. Es más, va mucho más allá de si el gobierno es de izquierda o de derecha. Lo que ocurre es que en las sociedades democráticas los padres de familia no aceptamos que sean los Estados los que infundan los principios y valores de nuestros hijos ni mucho menos que sean los Estados los que configuren en sus mentes los diseños ideológicos y partidistas.
Este es, precisamente, uno de los límites en que se diferencian con claridad las democracias y los totalitarismos. En los totalitarismos el Estado desplaza el papel de los padres en la educación de sus hijos mientras que las democracias reconocen el derecho de los padres a determinar la educación de sus hijos según sus convicciones.
Por eso las democracias consagran como derecho precioso una preciosa libertad: la libertad de cátedra.
Artículo 27 de la Constitución Política de Colombia.
“El Estado garantiza las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra.”
T-092-94 Corte Constitucional de Colombia.
“Por lo tanto, la libertad de cátedra es el derecho garantizado constitucionalmente a todas las personas que realizan una actividad docente a presentar un programa de estudio, investigación y evaluación que según su criterio, se refleja en el mejoramiento del nivel académico de los educandos.”
Yo, aunque comprendo a cabalidad la preocupación de los padres de familia, no estoy tan preocupado. Y no lo estoy, por tres razones.
Primero, es claro que tenemos la Constitución y la Ley de nuestro lado.
Segundo, yo creo que el ministro Gaviria es un demócrata que entiende y respeta la libertad de cátedra.
Y tercero, porque estoy convencido de que la enorme mayoría de los padres de familia y la enorme mayoría de los profesores estamos dispuestos a defender la educación de nuestros hijos de la mejor manera: ejerciéndola.
El ministro Gaviria dijo que el próximo viernes 12 de agosto los colegios recibirán los trabajos de la Comisión de la Verdad e invitó a los rectores a inscribir sus instituciones argumentando que “conocer nuestro pasado, hurgar en nuestras historias, incluso las más problemáticas, enfrentar las verdades incómodas, es fundamental para la reconciliación de nuestro país”.
Yo no le tengo miedo a que estudiemos el informe de la Comisión de la Verdad. La verdad, no le tengo miedo a que estudiemos ningún informe ni ningún texto. Soy enemigo de toda censura y de todo índex. Todo esto, claro está, siempre y cuando lo estudiemos con el mejor criterio y el mejor sentido crítico, tal cual nuestros niños debieran estudiar este informe y todo cuanto estudien. Es la única forma de formar librepensadores y verdaderos ciudadanos y ciudadanas.
_______________________________________________________________________________
El próximo viernes 12, cumpliendo con la fecha indicada por el ministro, abriremos la cátedra del informe de la Comisión de la Verdad a través del nuevo canal losnoalineados.com
_______________________________________________________________________________
Hemos decidido contribuir con esta preocupación de los padres de familia y los profesores. Creemos que debemos hacerlo como deber ciudadano, de la manera más constructiva. El próximo viernes 12, cumpliendo con la fecha indicada por el ministro, abriremos la cátedra del informe de la Comisión de la Verdad a través del nuevo canal losnoalineados.com
La cátedra estará abierta principalmente para los padres de familia y los profesores que tendrán la responsabilidad de enseñarles a las niñas y los niños la verdadera verdad de los que ha sido nuestra historia y la verdadera verdad de lo que es nuestro país.
Hasta ahora, esa verdad no está escrita. Esa verdad no puede ser escrita por nadie en particular ni por ninguna Verdad Oficial.
La única forma de escribirla es entre todos, jugando limpio y sin hacer trampas. Metámonos a estudiar entre todos ese informe para ver qué hay que ponerle y qué hay que quitarle. Bienvenida la discusión.
La verdad es muy valiosa y es doblemente valiosa cuando se la dice a un niño. Y la mentira es muy perversa pero es doblemente perversa cuando se la dice para engañar a un niño.