La perversidad del sistema económico que nos rige y permite, cada vez más, la concentración de riqueza en pocas manos, acaba de reaparecer en el manejo que algunos propietarios nacionales y extranjeros de las generadoras térmicas, le dieron a subsidios o “tarifas de confiabilidad” que, desde hace años, nos cobran en las facturas mensuales para garantizar la producción de energía en épocas de fenómenos climatológicos como El Niño crecido.
Siguiendo órdenes del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, promovidas por los gobiernos de Reagan, en Estados Unidos y la ‘Dama de Hierro’, en Inglaterra, a inicios de los 80s, el neoliberalismo colonizó la economía mundial estableciendo la dictadura del capital financiero, rentista y especulativo mediante manipulación de intereses, divisas, bonos y valor de las acciones de las empresas. Aplicaron para Latinoamérica, la receta iniciada gracias a las dictaduras de Pinochet en Chile y Videla, en Argentina. Consecuencialmente el Estado colombiano, empezó a ‘vender a huevo’ empresas de Telecomunicaciones, Bancos, de Salud y Pensiones, Mineras, Hidroeléctricas y otras entidades públicas, alegando que “los empresarios privados eran más eficientes y las leyes invisibles del mercado y de la oferta y la demanda equilibrarían los precios a favor de los consumidores”, sin tener en cuenta, que ambiciosos inversionistas nacionales y extranjeros formarían poderosos ‘Carteles’ o mafias legales del: crédito financiero, papel higiénico, el azúcar, arroz, los medicamentos, la energía, etc, para estabilizar los precios por lo alto, a costillas de la mayoría de población y complicidad de estamentos estatales y Superintendencias inoperantes manejadas por funcionarios reciclados del sector privado. (Los gatos cuidando carne).
Una buena tajada de cerca de 5.000 millones de dólares por sobrecostos en tarifas de energía, esquilmados por años a hogares, comercios, talleres e industrias para evitar otro apagón, como el que se presentó durante el gobierno de Gaviria, no basto a los dueños de algunas térmicas, para alistar sus plantas y hacerlas funcionar, al escasear el agua que mueve las turbinas de las hidroeléctricas generadoras de energía a menores costos que las plantas movidas por carbón, gas y diesel. Los dueños extranjeros de Termocandelaria repatriaron como utilidades a Chile y España, la mayoría de los $500.000 millones que recibieron durante años por el sobrecosto que pagamos los usuarios para que mantuvieran al pelo los equipos generadores y hecha la estafa, que el presidente del Partido Conservador, Barguil, calificó como” el Interbolsa del sector energético”, le vendieron el cascaron a otra empresa extranjera y se largaron de Locombia, sin que hubieran sido previamente controlados por la Superintendencia y la Contraloría General, acerca del manejo que le estaban dando a los multimillonarios recursos “por confiabilidad” que durante años recibieron cumplidamente pues provenían del religioso ordeño a los usuarios de energía de todo el país.
Para cubrir el hueco de la estafa de “cuello blanco”, el ministro de Minas y Energía, Tomás González, anunció, sin derecho a réplica, el alza de tarifa para todos los estratos. Igual sucedió durante el gobierno de Andrés Pastrana, cuando los banqueros del sector privado, después de arriesgadas maniobras especulativas para obtener desorbitadas ganancias, estuvieron a punta de quebrar el sistema financiero, acudiendo en su salvamento el gobierno central, con el 4x1000, un nuevo impuesto para todos los colombianos, anunciado para ser cobrado durante pocos meses, pero que ya llegó a quinceañero, siendo posteriormente destinado a sanear déficits agropecuarios y en otros sectores de la economía.
Con los miles de millones obtenidos por el 4x1000, el gobierno de Pastrana salvó de quebrarse a los bancos privados y los pocos que conservaba el Estado, para privatizarlos al poco tiempo, a precios de rebaja. Entonces acuñaron el término de “socializar pérdidas y privatizar ganancias”, pues después de recuperados con el doping del nuevo impuesto, los bancos, en vez de flexibilizar sus políticas financieras y crediticias en beneficio de los ahorradores y aumentarles la tasa de rendimiento por sus ahorros y CDTs, las ajustaron en su contra, con elevados intereses por préstamos y cobros elevados de servicios que antes eran gratuitos, como el manejo de tarjetas débito y de crédito y transacciones en cajeros automáticos, consultas de saldos, etc, para multiplicar sus billonarias utilidades.
Con la Ley 100, al privatizar servicios y entregarles a EPS privadas, presupuestos que antes recibían entidades nacionales, departamentales y municipales para impulsar campañas de prevención y atención de enfermedades, entramos a la crisis actual que tiene al borde de quiebra al Hospital Universitario del Valle y a otros del país, a los que las EPS demoran los pagos por sus servicios para destinarlos a especulativas maniobras financieras destinadas a enriquecer a los pocos dueños de esas empresas, como sucedió en Saludcoop. Con menores recursos en otros países el sistema de salud es más eficiente. Son algunos ejemplos del neoliberalismo que rige la economía mundial y nacional.