Colombia, en manos del actual gobierno, secundado por un partido político extremista, con claros tintes dentro de un espectro derechista, y confirmados cortes de acciones fascistas, que lo respalda a muerte porque le cumple a rajatabla sus postulados y objetivos, además de un sinnúmero de instituciones financieras, industriales, comerciales, educativas y hasta religiosas, desde donde están saliendo los funcionarios con que vienen cooptando al Estado, acelerada y demoledoramente lo están transformando en un Estado social de derecho fallido; convirtiendo en una urgencia manifiesta la perentoria necesidad de un cambio político, económico y social inmediato, y para ello no se requiere que lleguemos al comunismo o socialismo, un simple y real liberalismo bastaría, antes de que colapse la mayor parte de la sociedad que lo compone, eso sí todos los ajenos y diferentes a aquellos quienes se están apropiando de todos sus recursos, quienes felices e inmorales vienen haciendo leña del árbol caído, realizando con esta frase un símil del estado de las cosas, y de las circunstancias, que están afectando a todo el resto del país, que absorto, indiferente e impotente presencia su demolición, por parte de estas personas, que a la primera señal de caos y destrucción, saldrán despavoridas y en desbandada hacia los lugares, en el extranjero, donde vienen acumulando y guardando sus riquezas, fruto del expolio al erario colombiano.
En un mundo donde la ética, la pública y la individual, apenas cumplen los postulados teóricos que la intentan explicar, como simples colombianos, obreros de nuestras realidades cotidianas, padres y madres de unas familias en plena construcción, sujetos sociales y ciudadanos de a pie, no podemos esperar que la solución de todos nuestros males provenga de dioses o desde otras sociedades o países, muchos de ellos impulsores de los manejos que se sustentan en un capitalismo salvaje en beneficio de sus propios habitantes y ciudadanos. Por ello requerimos tomar conciencia comunal de lo que está ocurriendo en los interiores de nuestro Estado, a raíz, y a partir, de unos gobiernos deshonestos, corruptos, inmorales y violentos, los cuales solo viene persiguiendo sus propias metas, amparados, secundados y protegidos detrás de grupos, clanes, mafias y conglomerados ilegales, sin ningún tipo de remordimientos o compromisos sociales, ya que lo único que buscan es obtener el enriquecimiento de ellos a costa del empobrecimiento general, de todo el resto del país.
Las preguntas para los demás conciudadanos colombianos son: ¿cuántas más evidencias se requieren para tomar conciencia de que estamos siendo sometidos a un expolio continuado y sin control?, ¿qué número de advertencias, ejemplos, sistemas y modelos se necesitan para corroborar los abusos y robos para reaccionar?, ¿cuáles son los límites de violencia, muerte y destrucción, sobre el tejido social, que se permiten para la respuesta de toda una nación?, ¿la acumulación de tierras y de bienes públicos y privados no merecen ninguna reacción a cargo de la desesperanza general?, ¿la perdida de vidas, de ríos, de diversidad genética, de bosques y selvas, de agua potable, de nubes y de aire para respirar, de la riqueza natural, no son ejemplos suficientes para impulsar y detener las acciones de quienes imponen sus condiciones a partir de una violencia desenfrenada e institucionalizada?, ¿cuánto es el tiempo que se precisa para tomar conciencia de estar inmersos en una desventura? ¡Por favor reaccionemos!