Para varios historiadores la frase que se encuentra en la sede del congreso de la república “Las armas os ha dado la independencia, las leyes os darán la libertad”, la cual se mencionó en el congreso de Cúcuta el 30 de agosto de 1821, recogía el pensamiento político de Francisco de Paula Santander pero también de millones de personas que poco a poco han forjado nuestra historia.
Hoy, después de 198 años, el panorama de independencia a través de las armas es oscuro, como lo refleja Jesús Abad en su exposición El testigo, presentada en el Museo Claustro de San Agustín. Como él mismo lo menciona, las armas dejan dos condiciones, las personas que las usan y las víctimas.
Ahora bien, quisiera acotar un comentario que Abad hace al respecto: “La verdad que se le quiere contar al país es siempre la de los vencedores, no la de los perdedores, población vulnerada en toda su dignidad humana. La verdad desde la que yo trato de acercarme es la de las víctimas, esas personas que han estado perdiendo constantemente y que están cansadas, pero que en muchos casos buscan regresar a su tierra para reconstruir sus vidas y vuelven a sembrar en lugares donde muchas veces recogieron sus muertos”.
Y con la población vulnerada en toda su condición humana, ¿cuál es la luz al final del túnel?, ¿cuál es el grano de esperanza? Ahora con el atentado a la Escuela General Santander, ¿qué camino hay que tomar?, ¿fortalecer el sistema militar como con el Plan Colombia, el mayor acuerdo de cooperación económica y militar firmado entre Colombia y Estados Unidos con miras a derrotar el narcotráfico y las guerrillas, que dejó algunos resultado lamentables? El reportaje de la BBC, 7 consecuencias negativas del Plan Colombia que quizás no conoces, deja ver algunas de ellas:
- Más cultivos de coca.
- Incremento de víctimas.
- Violación de derechos Humanos.
- Incremento de la minería Ilegal.
- Amenaza de grupos posdesmovilización paramilitar.
- Militares vueltos mercenarios.
- Fracaso de la exportación del modelo.
Entonces, ¿qué camino hay que tomar? Y es uno que parece que nunca se ha explorado, pero es el de fortalecer la rama judicial. No hay justicia en Colombia, es claro desde hace 200 años de república. De hecho, de acuerdo a los datos del Banco Mundial, Colombia es la sexta justicia más lenta de todo el mundo, como lo reafirma Nelson Cantillo, presidente de la Asociación Nacional de Funcionarios y Empleados de la Rama Judicial: “Es la más lenta del mundo por varias razones, primero porque la planta de personal es insuficiente, hay mucha mezquindad para la creación de unidades de Fiscalía, para la creación de juzgados, para otorgar un sueldo digno que permita el desempeño de la rama judicial”.
A esto se le suma lo de la Fiscalía a cargo de Néstor Humberto Martínez, el cual ha sido reconocido por haber sido abogado del Grupo Aval por más de 20 años y también de Corficolombiana, quien como la constructora brasileña Odebrecht calificó de "cuestionable" que su exsocio Corficolombiana desconozca el pago de sobornos en el contrato para la construcción de la carretera Ruta del Sol II. Pero no seamos mediáticos solamente, ¿qué pasó con los casos como el magnicidio de Galán, la toma del Palacio de Justicia y las muertes de personajes como Jaime Garzón, Jaime Pardo, Álvaro Gómez y Héctor Abad Gómez, los cuales todavía no han sido resueltos por la justicia?
Si queremos paz, tejido social y cambios rotundos en nuestra sociedad, lo que necesitamos fortalecer y limpiar es el sistema judicial carcomido por la politiquería y la corrupción. Sin justicia no hay independencia, ni libertad, ni futuro.