Las cifras son alarmantes, solo en lo que va en 2018 se han registrado 1.200 denuncias por injuria y calumnia en redes sociales. Nuestro ambiente cibernético en redes sociales es un "verdadero infierno” producto de una salud mental en crisis del gran porcentaje de sus usuarios.
Dicen que somos lo que comemos, lo que vestimos, también podríamos afirmar, que somos lo que deshagamos a través de los medios digitales, vivimos en un desespero y revanchismo constante y sin importar a quien afectemos vamos construyendo angustias y mensajes enfermizos al garete contra el que aparezca, todo esto, producto dirían los expertos, de un desahogo de frustraciones, esquizofrenias, la cultura del vivo y la trampa, la mentira en cosecha y hasta la falta de educación y cultura.
En una oportunidad, alguien comentó que nuestras redes en Colombia están invadidas de sicarios morales, del perfil violento, cargado con palabras, mensajes, e imágenes hediondas, y de esto no salimos, sino por el contrario, día a día crece como vitrina de la vulgaridad y la ofensa, a través de nuestras caídas y mal reputadas redes sociales, “una realidad de excremento y alcantarilla”… dicen muchos.
¿Qué hay que hacer ante esta válvula de escape desenfrenada? propongo revivir el concepto de la ética, la elemental urbanidad, la buena escritura y esta no significa solo la buena ortografía, educar sobre el uso y el papel de las redes sociales, aplicar la norma y el blindaje jurídico con ejemplos de castigo reales, los presuntos responsables son procesados por amenaza agravada, amenaza simple e instigación para delinquir…
Ahora, ¿quiénes deben liderar esto del rescate de la armonía en redes? Planteo la creación de una política de estado, que mediante una campaña masiva convierta la ira en tranquilidad, el diálogo en paz y construya dignidad entre los cibernautas, fomento y estímulos a los buenos amantes de las redes, claro está que también deben asumir responsabilidad los genios que crearon las redes sociales y los canales libres, y que ahora se lavan las manos, para que aporten con ideas y estrategias por la calidad de contenidos y la tolerancia de los mismos.
Entiendo que hemos sido históricamente una sociedad donde al ciudadano de a pie no se le ha permitido participar, tomar la palabra, opinar libremente sobre los problemas y conflictos que vivimos, quizás por ello, también cuando nacen las redes sociales, aprovechamos para reventarlas con la carga que hemos tenido a través de los años y desde ese balcón que se llama Twitter, Facebook, Instagram, entre otras, porque nos sentimos dueños de la palabra y del sentimiento de los demás y solo queremos decir ahora lo que nunca logramos gritar muchas veces utilizando la furia, locura y resentimiento.
También, afirma el estudio que las redes más utilizadas en nuestro país en su orden son: Facebook, Instagram y Twitter, en 29 millones de ciudadanos que están activos y se alerta sobre la invasión progresiva de conductas reprochables y hasta vandálicas. Y afirma textualmente la publicación: En lo corrido del año van 800 denuncias por injuria y 400 por calumnia, que ya están en manos de las autoridades. Las mismas cifras, pero acumuladas desde los últimos cuatro años, en el Centro Cibernético de la Policía, revelan que se han recibido más de 3.600 reportes por la comisión de estos dos delitos en las redes. El informe sobre el comportamiento digital y los riesgos por Internet ubica a Colombia en un preocupante tercer lugar de la escala mundial en malas prácticas.
Colombia es una vergüenza en redes sociales, el termómetro social está en mínimo, nuestra estatura cultural es lamentable y vemos difícil lograr un cambio en un futuro cercano, pero debemos unirnos principalmente los comunicadores profesionales, líderes de opinión y medios de comunicación serios, para emprender una campaña educativa y dejar en su puesto a aquellos que insisten en el mercado de injurias, mentiras, falsedades y tirar la piedra y esconder la mano.
Debemos dejar de ser en redes sociales una cloaca, de lo contrario tendremos que afrontar las consecuencias y señalamientos de la comunidad internacional, como nación en alto riesgo y digitalmente descompuesta producto de ciudadanos enfermizos y un estado incompetente.