A propósito de la ya declarada pandemia mundial del Covid-19, y la actitud displicente y deportiva del colombiano promedio frente a esta.
Ya de seguro estarán "cansados" de leer, ver y escuchar noticias asociadas y derivadas de la conocida, publicitada y socializada pandemia del llamado Coronavirus, o Covid-19, y créanme yo también, de una u otra manera no soy ajeno a ese "cansancio" de esta "emergencia" y a esa horda o tsunami de "información" que día tras día acapara la hora del noticiero, la primera plana del periódico y el primer sonido de la radio. Sin embargo, más allá de ese agotamiento mental que sin duda puede ser real, cabe hacernos una pregunta ¿por qué algunos de los colombianos procuran tener una actitud displicente y deportiva frente a esta realidad o coyuntura de salud que vive hoy el mundo? ¿Por qué ante la racional prevención de unos, la actitud de algunos colombianos es ser sarcásticos? ¿Por qué ante una realidad? optamos por evadir el tema diciendo; "de algo habrá que morirnos" ¿Será que así de fácil como se dice esa "filosófica" frase, se sentirá a la hora de vivirla?
Ante la maraña de previos interrogantes, el propósito y fin de este artículo, es hacernos reflexionar como sociedad frente a la necesidad de valorar la razón, esta entendida como la capacidad de discernir, es decir de pensar más allá de la pasión y la emoción que en ocasiones resulta siendo irracional y engañosa, tal como la ira, el miedo y por supuesto, el pánico, y que en el caso del colombiano promedio seria el sarcasmo, la burla, la improvisación, que junto con las anteriores forman la amalgama ideal y perfecta para el fracaso, el desorden, el individualismo, la negación, la terquedad y todas aquellas actitudes que hoy por hoy están comenzando hacer de las suyas en el país del desbarrancadero, como mencionaba Fernando Vallejo al momento de referirse a Colombia.
Todo lo anterior, sumado a la improvisación sistemática y anacrónica de un Estado que cojea ante el llamado de las necesidades básicas de sus ciudadanos, y da el mal ejemplo frente a una "emergencia" o coyuntura de salud pública, además de privilegiar el capital por encima de su sociedad, ante toda esto, solo queda ganas de decir: Colombianos, por favor no nos enfermemos.
Hago un llamado a la sensatez, a la razón, a la solidaridad, no puede ser cierto que el pánico, el individualismo o la negación ya se hayan apoderado de ese discernimiento humano que es justo y necesario poseer precisamente en estos momentos, donde de una u otra forma necesitamos de la calma, la prudencia, la responsabilidad, la coherencia, la ética y sobre todo el buen ejemplo, ese que no se encuentra en ningún manual, sino que se hace en las vivencias de la concordia y la pulcritud de nuestros actos. Actos que de seguro evitarán que muchos sigan avivando los fantasmas de ese país bufón, imprudente, inmaduro, eufemista, masoquista, de la trampa y de todas aquellas lacras que nos han hecho descender a los estados más paupérrimos como sociedad, como bien lo expresaba la obra titulada Manual de funciones para ser un ´"buen´" colombiano (2019).
Deseo firmemente que ante la indolencia de un Estado y gobierno, todos los ciudadanos generemos presión, sé que los derechos que hasta ahora tenemos son gracias a las luchas, y esta lucha que se llama Covid-19 también la debemos combatir, espero que desde sus casas, en aislamiento social, cumpliendo con sus mínimos deberes, y así garantizar la vida, la humanidad y el respeto por todos, mas allá de que unos cuantos nos quieran llevar al país egoísta, al país del sálvense quien pueda, y al país del que no valora la vida, es decir de ese que dice; de algo habrá que morirnos.