¿Qué sucede realmente en este país de hermosos paisajes, grandes recursos y gente calurosa?
Una y otra vez he escuchado las historias de personas que deciden hacer estudios superiores afuera y optan por no regresar. También he oído historias de personas que han vuelto queriendo hacer sus aportes después de estudiar afuera y muchas veces por más que han luchado por quedarse llegan a la conclusión de que el terreno no es apto y que al final lo mejor es irse.
Entonces, ¿qué sucede con las diferentes instituciones en Colombia que no reconocen o no identifican ese talento colombiano?
El país en últimas es el perjudicado... ¿o no? Profesionales con altas capacidades, muchos de ellos dominando un segundo o incluso un tercer o cuarto idioma, llegan a la conclusión de que ya no hay cupo para ellos en el país.
Además, vemos cómo diferentes organismos en Colombia, así como el Icetex, promueven hacer los estudios en el exterior, otorgando en ocasiones créditos condonables si regresan a prestar servicios al país, pero ¿realmente funciona este sistema?, ¿cuántos de los que salen regresan?, ¿cuántos de los que salen y regresan al poco tiempo vuelven a salir?
Lo cierto es que Colombia no es un país de oportunidades, es uno donde necesariamente debes pertenecer a algún grupo político para aspirar a buenas posiciones.
Sin ánimo de descalificar a nadie en particular, me asombro cuando veo a directores de grandes instituciones públicas dirigiendo estas con solo un pregrado, algunos otros con algo más de mérito académico con una especialización.
Entonces, ¿cuál es el destino de nuestro talento con doctorado y maestría? Quizás regresar al exterior a engrosar las largas filas de los países desarrollados que cuentan con un efectivo sistema de atracción de talento y saben valorarlo.
En últimas, ese vestigio de nacionalismo de los retornados se termina convirtiendo en un cariño improductivo visto desde las vallas.
En el país entero se aplica, e incluso es aceptado muchas veces entre risas, el dicho popular "la rosca no es mala lo malo es no estar en ella", lo cual es perjudicial ya que estamos andando a media máquina por culpa de los funcionarios designados a dedo. Estos, muchas veces sin mérito, ocupan las pocas plazas en un país donde día a día crece el desempleo. Desafortunadamente, esta situación parece incomodar a muy pocos, ya que el pastel está bien repartido, debajo están los que luchan por las migajas y más abajo están los que las ven comer.