Aunque cueste reconocerlo esos niños son víctimas de una sociedad que ha tirado al olvidado al campo y sus habitantes; víctimas de un Estado incapaz de garantizarles sus derechos básicos; víctimas de un grupo armado que los recluta; víctimas de los militares que bombardea indiscriminadamente y luego los última con tiros de gracia; víctimas de un gobierno que pretende mostrar resultados a cualquier precio; víctimas de los medios de comunicación, líderes de opinión y políticos que pretenden excusar sus muertes con retorcidas argumentaciones llenas de mentiras y que son lanzadas desde la comodidad de sus despachos en las grandes ciudades.
La fiereza del conflicto que hemos vivido como sociedad durante décadas nos condujo a despreciar el valor sagrado de la vida llevándonos a normalizar los actos violentos. Somos incapaces de conmovernos ante el sufrimiento de los demás, su dolor nos es ajeno y nos hemos acostumbrado al sonido de su llanto y a su clamor de justicia. Pareciese que fuésemos habitantes de dos realidades completamente distintas, dos Colombias que se niegan a reconocerse y abrazarse.
Las ironías, las tristes ironías, del país del Sagrado Corazón, habitado por sus seguidores, multitudes de cristianos que se autodenominan "pro vida" y defensores de la familia y adornan sus hogares con imágenes y altares de la Virgen y los Santos; ellos que domingo tras domingo asisten fervorosos a sus Iglesias y años tras año, durante la semana santa, inundan las calles con sus romerías. Los mismos que desde los primeros días de noviembre engalanan sus casas con luces multicolor, guirnaldas y un sinnúmero de arreglos navideños para celebrar el nacimiento del Niño Dios ante el cual se hincan para besar sus rodillas de yeso pero a los cuales hoy no se les perturba la conciencia ni se les achica el corazón y mucho menos les tiembla la voz para afirmar que si mataron 7, 8 o 18 niños en un bombardeo "por algo sería", "algo habrán hecho", "merecido lo tenían".
¿Cuanta más decadencia dolorosa tendremos que presenciar para abrir los ojos?
