El modelo político colombiano ha permitido grandes injusticias que se extienden a lo largo de los años. Incluso podríamos decir sin temor a equivocarnos que la definición a la que más se nos asemeja este es a un modelo de esclavitud.
Este es un sistema que descansa su poder en clanes que dirigen al país desde hace más de 200 años y que han centralizado todas las decisiones en la fría Bogotá a expensas de la misma constitución.
Este mismo modelo es replicado con toda la fidelidad en las regiones. Sin embargo, lo verdaderamente infame de este patrón es que sus poderes son excesivamente discriminatorios y absolutistas. Si pusiéramos atención podríamos ver con claridad meridiana a este infame sistema repetirse como una analogía interminable a través de todas las instituciones del Estado. Son las llamadas roscas llenas de parásitos que viven en el más indigno de los mundos morales. Estas personas por lo general carecen de habilidades, talentos o virtudes que les permitan competir en igualdad de condiciones con la oferta altamente competitiva en el duro mercado laboral nacional.
En los últimos años estas estrategias de supervivencia con poca capacidad y sin ninguna idoneidad han sido explotadas por grupos humanos que han visto en ellas pocas exigencias desde el punto de vista intelectual y de competencias. Para granjearse grandes beneficios con poco esfuerzo intelectual, estos grupos son usados por políticos corruptos como equipos de apoyo, aquí la única condición es que seas un buen lambón. Además, estos sistemas premian la incapacidad y castigan la idoneidad. Son prácticas seguidas en algunas regiones con mucha lealtad, las cuales se han convertido en serios obstáculos para el desarrollo de la excelencia, condición esencial para avanzar a niveles importantes de desarrollo económico y social en una región.
Estas aberrantes prácticas tienen un aliado inseparable: la corrupción. La mayor parte de la gente que llena estas ligas son personas sin principios y valores, proclives totalmente a prácticas oscuras que impulsan el abuso del recurso público en todas las latitudes de la administración pública.
Igualmente, existe una especie de pacto del silencio alrededor de todos estos temas que le permiten a sus cabecillas o dirigentes navegar con comodidad en un mar donde todas las aguas son oscuras. El propósito final es el mismo en todo el sistema que opera a nivel nacional, apoderarse de las finanzas públicas para de manera fácil y rápida enriquecerse y así poder disfrutar de una vida de reyes sin ningún esfuerzo.
Las grandes reformas que necesita el país deben ir orientadas a acabar con estos nichos de maldad, que no se sabe a qué hora se apoderaron del país entero. Es indispensable repensar al país para enfrentar la gran descomposición social que perforó todos los niveles institucionales y sociales.
Las necesarias reformas de fondo a las estructuras del Estado son un paso ineludible. Por ejemplo: una reforma a la justicia que clave propuestas centrales en sus códigos que castiguen a los miembros de la misma rama judicial, incrementando las penas de manera dramática sin ningún privilegio para funcionarios infractores y con mayor severidad según el rango de importancia o jerarquía del funcionario y también el delito cometido. De esta manera se podría imponer el imperio de la ley, comenzando por las cortes.
De otro lado, otra reforma que urge es la política a los partidos desprestigiados y corrompidos hasta el tuétano. Impulsar y promocionar la pluralidad es vital, que el pensar diferente no sea motivo de estigma. Además, los movimientos emergentes y partidos políticos pequeños deben ser protegidos para asegurar la participación y la equidad, sin olvidar el revolcón al Congreso. No más abusos, ni mermelada, ni cuotas burocráticas, ni cupos indicativos.
Así mismo, urge la creación de un Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), que podría estar conformado por un comité coordinador, un consejo nacional para la ética pública y un comité de participación ciudadana, que se coordinarán entre sí para cumplir con las políticas en materia de prevención, corrección, combate a la corrupción y promoción de la integridad pública
También, el ejecutivo debe ser controlado por leyes y códigos, que le impidan disfrazar la inversión pública con mermeladas, votando por la borda billones de pesos del presupuesto para satisfacer la insaciable ambición de recursos de los congresistas deshonestos a cambio de votos. En este aspecto cero mermeladas y limpieza en la administración del recurso público mediante la implementación del (SNA) además de rígidos y claros controles legales que castiguen con prontitud y severidad los abusos del poder en el ejecutivo.
Importante realizar reformas que garanticen también la independencia en los poderes públicos, además de los pesos y los contrapesos tan necesarios para mantener la estabilidad del estado. Colombia debe ser consciente que dista mucho de una verdadera democracia, una verdadera democracia es aquella donde los derechos, todos los derechos, están garantizados.
Por último, quiero referirme a la madre de las reformas, por ser la verdadera base del gran problema y principal sostén de la corrupción en Colombia, porque es en realidad la que sostiene el poder corrupto del país: la obligada reforma electoral. Esta es necesaria para acabar con el monstruo de mil cabezas que perpetúa en el poder legiones de políticos, que a su vez sostiene desde sus elites de poder un enjambre de facinerosos que cada día hunden más y más al país en la pobreza, la desolación, la miseria y la injusticia social, robándose gran parte del presupuesto nacional.
Para el sistema descrito arriba, el miedo social es su más importante aliado. La gente le tiene miedo a los políticos corruptos, es una verdad; el silencio es su cómplice y la impunidad, su mayor seguridad. Qué pesar que tengamos que ver una persona que se robó un caldo en un supermercado por hambre condenado a 15 años de prisión, mientras el corrupto con penas laxas termina pagando en su casa 2 a 3 años cuando mucho y cuando sale no tiene ningún problema porque sale a gozar de la plata que se robo. Extinción de dominio para estos haraganes.
¿Sabía usted que los corruptos se roban 50 billones al año (con este dinero podríamos resolver todos los problemas sociales del país y sobra plata)?