Colombia es la joya de la corona de intereses extranjeros; los locales son evidentes. Lo es por su ubicación y variopinto contenido de recursos, el que más yace en sus hoyas hídricas “es el agua”.
Aunque aún no se les llama carteles, lo son y los hay, por su especulación y enriquecimiento a unos cuantos con dicho elemento de vida; uno, tratado con sutileza, es EPM (el principal monopolio), que además de ser esquilmada como empresa, quita el agua de tu hogar si no la pagas.
Sin embargo, hay otros, estilo mafia, de capitalismo salvaje, especulativo en bolsa, que la hace escasear y contrabandea hasta llevarla al agricultor o consumidor final con valor amañado en sus bolsillos.
Es el agua (oro azul), como fue en importancia el ahora petróleo decadente (oro negro), la fuente, pero limpia (la hidroenergía), que conquistará al mundo. Su obtención en un futuro cercano será realmente relevante.
Además, es Colombia joya de la corona para armados de extrema, derecha o izquierda, o más pose de sus simples idealistas; por esto el afán, en prolífico abanico, de aspirantes al poder, a cualquier precio, sea entre falacias o a plomo.
Así su ansia de hacerse a este bien y a otros para lo mismo: usufructuar para ellos y salpicar con sobras de esas riquezas que, en cualquier pensamiento, pertenecen a las mayorías.
Lo cierto es que la humanidad podría pararse por falta de zumo de dinosaurio, más no puede subsistir sin agua.
Colombia es la joya de la corona.