En 1967, Lipset y Rokkan publicaron su teoría sobre estructuras de división, sistemas de partidos y alineamientos electorales.
La obra es un clásico de la sociología y la ciencia política, en la cual los autores introdujeron el concepto de "clivaje" para denominar a las rupturas sociales históricas sobre las cuales se moldean el comportamiento y opiniones.
La palabra clivaje es un término básico del repertorio de herramientas de análisis de cualquiera en la profesión politológica.
El clivaje es una división en torno a la cual una persona forma su opinión en temas políticos, culturales, sociales, morales y económicos.
En el plano electoral se ven interacciones de múltiples clivajes, pues a la final los electores escogen paquetes, es decir posiciones sobre cada tema.
Bajo la anterior explicación, propongo analizar la segunda vuelta presidencial colombiana bajo los siguientes clivajes:
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Cambio vs continuidad
El resultado del 29 de mayo en parte resolvió la idea básica de toda elección: seguir con el mismo gobierno, entendiendo por tal a la persona, su partido y sobre todo el paquete de ideas con las que gobernó o cambiarlo.
Los candidatos triunfadores encarnan eso, ni Gustavo Petro ni Rodolfo Hernández eran el candidato del gobierno de Duque y su sector político.
Es también de destacar que ambos candidatos tienen en sus programas políticos elementos económicos por fuera del paradigma dominante, en estricto censo ninguno de los dos programas es “neoliberal”.
Ambos candidatos han declarado su oposición a los tratados de libre comercio, su interés por proteger la producción agrícola y con matices han hablado sobre una política desarrollista, esto puede ser incluso más claro en el programa de Rodolfo Hernández que en el de Gustavo Petro.
La elección del 29 de mayo fue un grito de cambio y asco con la clase política, el desgaste político del uribismo y también se canalizó las jornadas previas de protesta social con base en carencias socioeconómicas.
Lo anterior dejó la pregunta: ¿Qué tipo de cambio elegir?
El electorado colombiano por primera vez podrá escoger un candidato que no sea el de Uribe y con ideas económicas distintas, sin embargo, eso no es tan cierto.
El uribismo perdió la elección, pero sus ideas siguen vivas en la sociedad y en los electores, parte estas motivan hoy el voto sin problema por Rodolfo Hernández, cuyo machismo, origen empresarial y estilo “frentero” asemejan a las épocas del “le doy en la cara marica”.
En el lado del candidato Petro ni la economía ni la política tradicional parecen ser sustituidas como claman sus electores.
Sus alianzas cuestionables, las distancias entre su programa, su discurso y acciones complican la situación.
No olvidar que Petro también es un candidato machista, lo ha mostrado en varias ocasiones.
El clivaje cambio vs continuidad explica entonces el resultado de la primera vuelta y en la segunda plantea la pregunta ya expuesta.
Una respuesta a dicha pregunta ha sido rotular a los candidatos como autoritarios, populistas entre otras cosas.
Medios liberales como The Economist manifiestan que con ambos candidatos corre riesgo el país, eso es un mensaje a la banca mundial, hoy estos candidatos salidos del canon no parecen confiables para los mandamases del mundo.
Democracia vs autoritarismo
La democracia como procedimiento y forma de gobierno parece amenazada por ambos candidatos.
Petro, en una sección de sí o no de un debate planteó que no cree que Colombia sea una democracia, cuando gobernó Bogotá fue autoritario.
Ahora, cierto es que muchos de los temores hacia Petro y su desapego institucional también tienen origen en la propaganda contra él.
No obstante, Petro no se ha caracterizado por ser un hombre de organizaciones, su liderazgo es unipersonal y mesiánico.
Rodolfo Hernández llega a la contienda con un discurso antipolítico, un movimiento unipersonal y con la simplificación de que todos son corruptos menos él y el pueblo puro que lo sigue.
Un esquema muy común en las definiciones de populismo como fenómeno moralizador de la política, donde los programas son eclécticos y lo que importa es la división buenos y malos.
El antipolítico reniega de los partidos, el congreso y la institucionalidad.
En lo que va de campaña, se han dado movimientos que explican bien el clivaje democracia vs autoritarismo.
Personajes del llamado centro, académicos, periodistas han visto en Petro un mayor respeto por la institucionalidad que en Hernández.
La razón la da en que, mal que bien, Petro desde su desmovilización hace 32 años no ha dejado de jugar en la democracia, ha hecho parte de partidos y se presenta con una coalición.
Hernández estableció negociaciones programáticas con Sergio Fajardo, Jorge Robledo y Carlos Amaya.
Resulta preocupante que entre los puntos de la negociación se encontraban aspectos de respeto a las instituciones como el congreso, los fallos judiciales y el no uso de estados de excepción.
En general el respeto a la institucionalidad.
El resultado de esos diálogos fue notificado de forma unilateral por el candidato como fallido.
En otras palabras, el candidato le dijo que no a los políticos una vez más, pero más aún le dijo que no a los políticos cuya votación exigua no es la que requiere para ganar.
La votación del uribismo es la que necesita y desde ese sector nada piden.
El clivaje democracia vs autoritarismo explica que ambos candidatos que presentan amenazas a la democracia buscan disipar dichas acusaciones.
En este Campo se debe decir que es mucho más sencillo para Petro mostrar una imagen institucional que para Hernández y en efecto los recientes adherentes a su campaña lo confirman.
Lo interesante es que la ventaja de Petro en este clivaje es justamente su principal desventaja, en el siguiente clivaje a emplear y que en cierta forma Hernández se disponga a hablar con políticos y acordar cosas, como lo intentó, alivia temores sobre él, pero no es suficiente.
Establecimiento vs anti-establecimiento
El establecimiento parece definirse por el simple hecho de haber sido políticos. Una idea que muy bien moviliza Rodolfo Hernández, todo aquel que ha ostentado cargo político es corrupto o politiquero.
La antipolítica pura que muy bien explica Yann Basset en su artículo: “Rodolfo Hernández o la utopía de la anti-política extrema.”
Petro ha enviado mensajes de calma a los mercados y otros sectores de la sociedad mediante sus alianzas, algunas incluso con gente de la clase política tradicional.
Los recientes adherentes a su campaña le han permitido mostrarlo como la opción institucional la que no altera el orden, pero justamente parece que el arraigado sentimiento antipolítico de la población hace que hoy Petro sea el establecimiento y su contendor el anti-establecimiento.
Hernández rechaza todo apoyo político público como recientemente lo hizo con los miembros de la difunta coalición de la esperanza que lo buscara, los acuerdos, pactos y cualquier cosa de ese estilo es visto cómo política.
En razón a eso su candidatura no saldrá más en fotos con nadie, no obstante, esto es sofisma. Son los votos del uribismo y en general todo el voto anti-Petro lo que hoy usará para ganar.
Petro vs anti-Petro
Petro es la gran figura política nacional. Despierta gran fanatismo en sus seguidores, es la opción viable de una izquierda durante lustros marginada y es el mal menor para quienes buscan cambios en el país.
También es una estafa monumental para no pocos que quieren cambios y el demonio encarnado para el uribismo y la derecha en general.
Sobre Petro se usan todos los epítetos que a toda opción que ligeramente critique el régimen económico se tienen.
Indudablemente la elección es sí a Petro o no a Petro. Hizo carrera en la población la idea “cualquiera menos Petro” eso explica que Hernández sea su contendor.
El candidato Hernández no deja de ser hijo de la cultura y sociedad no progresista que es Colombia, pero incluye elementos en su programa como: “sustitución de importaciones y aranceles”, pese a esos y otros cocos proteccionistas, el antipetrismo tiene a libertarios, uribistas y la derecha más recalcitrante feliz de votarle.
Esos elementos programáticos positivos llevaron también a Jorge Robledo a proyectar el mensaje que ese era su candidato, sin importar que para ese entonces todavía no habían empezado los fallidos diálogos.
Tan positivos fueron esos elementos que a Robledo no pareció preocuparle el machismo, xenofobia y poco apego institucional de este candidato.
Además, el candidato puede vencer a Petro, su más reciente foco de toda crítica.
Los acuerdos no se dieron y no había mínimos para que el senador Jorge Robledo y su sector apoyarán a Hernández, hoy su decisión en votar en blanco.
Sí es por anti-Petro, Hernández logra unir sectores tan disímiles. El clivaje establecimiento vs anti-establecimiento y el antipetrismo son los grandes ejes de la segunda vuelta presidencial.
El sentimiento de cambio se diluye en la rabia contra el establecimiento y contra el personaje que pese a no representarlo, terminó siendo el establecimiento.
Los clivajes de la segunda vuelta presidencial propuestos pueden explicar los alineamientos electorales y opiniones que finalmente darán el 19 de junio al nuevo presidente de Colombia.
Se enfrentan dos opciones con muchas falencias, dos políticos incoherentes, sí, políticos pues Hernández no es ya ingeniero sino todo un político profesional capaz de ganar elecciones.
Se enfrentan dos visiones de país no muy claras y que en materia de cambio nos presentan más bien distintas rutas para la reconfiguración del poder de quienes realmente gobiernan el país.
Petro ha enviado mensajes de calma al recibir a economistas afines al paradigma dominante, ello alivia miedo, pero pone en vilo su vocación transformadora. Hernández, el anti todo no tiene técnicos y los que parecen llegar son más de lo mismo.
La ciudadanía ya verá qué guía su voto y podrá considerar que una de las opciones es perfecta, otra solamente menos mala y por supuesto rechazar ambas.