Dedicado a Diana Castro
En Colombia el resultado electoral del pasado 19 de junio de 2022 que dejó como presidente a Gustavo Petro y como vicepresidenta a Francia Márquez para el periodo comprendido entre 2022-2026 estuvo precedido por la confluencia de distintos factores sociales, políticos, económicos y culturales acaecidos durante décadas en el país sudamericano que, en un acontecimiento histórico sin precedentes, elige el primer gobierno progresista por primera vez en sus 203 años de independencia. Para explicar dicho fenómeno político vamos a tener en cuenta algunos hitos que desglosaremos a continuación.
Colombia, desde su independencia en 1819, políticamente ha estado manejada por algunas familias que históricamente han determinado esta hoja de ruta, presionados por grupos económicos que -como dice el padre Camilo Torres Restrepo- “controla(n) los demás poderes: el poder cultural, el poder formal, el burocrático, el militar y el eclesiástico”[1] que han dejado como resultado el atraso, el subdesarrollo y la desigualdad socioeconómica que vivimos en el presente.
En este sentido, el politólogo Ariel Ávila dice que “en la actualidad el país es gobernado por 54 familias divididas en una élite nacional de 8[2] o 9 familias de poder económico y político, y las demás son élites regionales”[3], mientras que la investigación encabezada por David Racero denuncia que “en los últimos doscientos años hemos sido gobernados solo por cuarenta familias”[4], que han comprendido a las élites de terratenientes, hacendados, militares y políticos que en el siglo XIX se enfrentaron entre sí por estar en el poder del país o de las regiones, concentrándose alrededor de dos partidos políticos (Liberal y Conservador) y excluyendo de las decisiones a la gran mayoría de la población.
En el siglo XX las élites siguieron alternándose el poder en los partidos políticos ya mencionados a través de las puertas giratorias en el sector público y en el sector privado; es decir, determinadas élites estaban en un cargo burocrático durante el periodo que gobernaban y al concluirlo estaban en otros cargos o dejaban a algún familiar en su reemplazo, siempre anclados al dominio hegemónico del Estado hasta hoy, teniendo como características fundamentales para perpetuarse en el poder: el clientelismo, la burocracia, el nepotismo, la corrupción y la eliminación física de los candidatos presidenciales sin importar el partido al que pertenecieran, siempre y cuando estos fueran alternativos en las formas de plantear el ejercicio de la política, como los casos de Rafael Uribe Uribe del Partido Liberal en 1914, Jorge Eliécer Gaitán del Partido Liberal en 1948, Jaime Pardo Leal del partido Unión Patriótica en 1987, Luis Carlos Galán del Partido Liberal en 1989, Bernardo Jaramillo Ossa del partido Unión Patriótica en 1990, Carlos Pizarro Leongómez del partido Movimiento 19 de Abril en 1990 y Álvaro Gómez Hurtado del Partido Conservador en 1995.
Los problemas de exclusión política y desigualdad socioeconómica en el siglo XX y parte del siglo XXI han tenido como protagonistas tres factores: la conformación de guerrillas que han buscado tomarse el poder por las armas, y que en su mayoría ya se han desmovilizado con los procesos de paz; el auge del narcotráfico que permeó todas las instituciones del Estado desde la década de 1970 hasta nuestros días, y el auge del neoliberalismo que durante 32 años ha ido privatizado los derechos sociales de la población, como la salud y las pensiones, ha limitado los derechos laborales y la inversión al sistema educativo e impedido tajantemente una reforma agraria que permitiera la redistribución de la tierra a los campesinos y el fortalecimiento del agro como sistema productivo.
En el siglo XXI la agudización de los problemas anteriormente mencionados, sumados a la pobreza, el desempleo, los asesinatos de inocentes (falsos positivos), la corrupción rampante, la perpetuidad del presidente Uribe en el poder durante dos periodos (2002-2010), el cual dejó como sucesor a Juan Manuel Santos, quien luego se alejó de su mentor. En consecuencia, Uribe quiso recuperar el poder ejecutivo en cuerpo ajeno con Óscar Iván Zuluaga en 2014 y luego con Iván Duque (2018-2022) e intentó gobernar en coalición con las candidaturas de Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández para el periodo comprendido entre 2022-2026, lo que ha provocado el hartazgo de una parte del electorado hacia la política tradicional, y que nuevos liderazgos políticos tomen fuerza como es el encabezado por Gustavo Petro con su coalición: el Pacto Histórico.
Con base en lo anterior ya hemos mostrado ciertos rasgos de la política colombiana que nos ayudan a contextualizar la pregunta: ¿cómo y por qué se llega al fenómeno político actual en Colombia? Sin embargo, aún nos hace falta explicitar rasgos en el ámbito internacional y a nivel que han hecho posible este hito.
En América desde 2018 en el contexto de continuas protestas sociales y el hartazgo con los políticos tradicionales se ha dado un viraje de gobiernos de centroizquierda como el de México, o progresistas como los casos de Bolivia y Argentina en 2019, Perú en 2021, Chile, Honduras, Colombia y casi indudablemente Brasil en 2022, por lo que estos acontecimientos fortalecerán las relaciones internacionales con gobiernos de ideologías e intereses económicos similares.
En el ámbito nacional, en los últimos años el Gobierno de Iván Duque (2018-2022) controlado por Uribe ha acentuado muchos problemas que Colombia ya padecía desde hacía décadas, y que se han visto reflejados con las continuas protestas sociales reprimidas por el Estado con la fuerza pública, saldándose con civiles muertos, heridos y/o desaparecidos en cada una de ellas, como la protesta del 21 de noviembre de 2019 “en contra de las reformas de pensiones, laboral y educativa y a favor del acuerdo de paz firmado con las FARC”[5], sin lograr eco en el Gobierno nacional, aunque sí contribuyó a fortalecer un despertar crítico de la sociedad.
En 2020 la llegada de la pandemia mostró aún de manera más palpable la enorme brecha de la desigualdad socioeconómica de la nación, unida a la violencia de la policía contra civiles, que provocaron las protestas de septiembre exigiendo “la defensa de la vida, la reactivación económica con garantías de derechos, el respeto a las instituciones y el respeto a la protesta pacífica”[6], pero ninguna de las exigencias fueron satisfechas por el gobierno, y en lugar de ello, en 2021 propuso la reforma tributaria, la reforma a la salud y al sistema de pensiones que durante meses desató la indignación popular, que fue reprimida con crueldad por parte de las fuerzas armadas acompañadas de civiles que asesinaron más de 80 personas y dejaron más de 1200 heridos o desaparecidos, demostrando públicamente en cada ciudad y pueblo la violencia que el Estado históricamente ha estado dispuesto a hacer en los campos y lugares alejados con tal de sofocar a quien reclamara o pensara distinto.
La respuesta del Estado a la protesta social de 2021 fue uno de los vértices decisivos que demostró su continuo desgaste e incapacidad para comprender los problemas del país y el auge de nuevos liderazgos que fortalecieron el equipo de candidatos políticos alternativos que en marzo de 2022 se presentaron a las elecciones al Congreso con el “Pacto Histórico, el cual fue el partido más votado, obtuvo 20 escaños al senado y 27 a la cámara y la Alianza Verde/Coalición Centro Esperanza obtuvo 13 senadores y 17 representantes a la Cámara”[7], siendo este un hito en un país donde los partidos políticos del establecimiento acaparaban la mayor votación amparados en la burocracia, el clientelismo y la corrupción.
En este contexto llega la candidatura presidencial del Pacto Histórico, sin no antes estar precedida por dos intentos fallidos de Gustavo Petro: en 2010, con la cual fortaleció su candidatura a la alcaldía de Bogotá que ganó para gobernar en el periodo comprendido entre 2012-2015. Luego fue candidato presidencial en 2018, de la que aprendió que para incrementar su votación y alejar los mitos en su contra creados por la ultraderecha, debía incluir a políticos de centro como Armando Benedetti, Roy Barreras, Alfonso Prada, Alejandro Gaviria, entre otros.
Además, el Pacto Histórico encabezado por Gustavo Petro se ha visto fortalecido porque reúne en su gran mayoría al electorado que históricamente ha sido ninguneado y excluido de las decisiones políticas del país, como es el caso de Francia Márquez, la primera vicepresidenta afrodescendiente, que ha luchado incansablemente contra la minería indiscriminada, representa a sectores marginados como las mujeres cabeza de hogar, los desempleados y los desplazados por el conflicto armado.
Además, el Pacto Histórico es una fuerza política que reúne a lideresas ambientalistas como Isabela Zuleta, líderes campesinos como César Pachón, sindicalistas como Wilson Arias, empresarios como José Alberto Tejada (el cucho del Canal 2), lideresas indígenas como Arelis Uriana Guariyú, líderes de las comunidades cristianas como el pastor evangélico Alfredo Saade, entre muchos otros actores políticos que representan en gran medida las bases de la sociedad actual.
En este sentido, una buena parte de la sociedad se ha sentido incluida en el proyecto político del Pacto Histórico, el cual reúne a los más diversos actores que parecieran opuestos, como blancos, afrodescendientes, nativos, mulatos, zambos y mestizos, campesinos, empresarios, empleados y trabajadores informales, ambientalistas, líderes sociales y sindicales, profesionales y no profesionales, madres cabeza de hogar, jóvenes y ancianos, comunidades cristianas y comunidades LGTBIQ, pacifistas y exguerrilleros, hombres y mujeres, entre otros. Por lo tanto, con la inclusión de esta diversidad que es Colombia se proyecta en los años siguientes ir realizando las transformaciones sociales que la nación requiere.
Con base en los cambios políticos y sociales coyunturales anteriormente expuestos pensamos que los retos más importantes del primer gobierno progresista en Colombia son: la lucha contra la pobreza, que según las cifras del Dane estipulan que en 2021 “la pobreza monetaria fue 39,3% y la pobreza monetaria extrema fue 12,2%”[8], crear mayores y mejores empleos porque según la misma entidad en abril de 2022 “la tasa de desempleo fue 11,2%”[9] y la población en “informalidad laboral representa una tasa del 44,9%”[10], se necesita un aumento del salario mínimo que permita una mayor circulación del capital y consigo una dinamización de la economía nacional; lucha contra la corrupción, ya que, esta, según datos de la Contraloría en 2020, fue de “18400 millones de dólares”[11]; lucha contra el narcotráfico que en contubernio con el Estado con el pasar de las décadas actualmente tiene sembradas más de 200.000 hectáreas de coca y es necesario disminuir la tasa de inflación del país que según el Dane se encuentra “en 9.07%”[12], siendo la más alta en su historia.
Por otro lado, Colombia requiere: mayor cobertura educativa que permita formar más profesionales y que sean empleados por mérito, una reforma agraria que haga posible una mayor productividad de la tierra y una ampliación de la misma en manos de los campesinos; es fundamental que aumente la presencia del Estado en los territorios históricamente olvidados como Amazonas, Cauca, Putumayo, Caquetá, Chocó, Guajira, entre otros lugares donde se asesinan líderes sociales y líderes medioambientales, hay mayores desigualdades socioeconómicas, falta de educación, entre otras carencias.
En Colombia la coyuntura política actual representa un vértice decisivo para las transformaciones sociales que necesita el país, que pueden realizarse con tres décadas de gobiernos progresistas, aunque esto no quiere decir que el presidente electo Gustavo Petro se perpetúe en el poder, sino que sea sucedido por candidatos de la bancada del Pacto Histórico y movimientos políticos alternativos a los políticos tradicionales que continúen llevando a cabo los cambios estructurales que requieren la nación, el Estado y el país.
Finalmente, establecemos la tesis de que en Colombia se necesitan tres décadas de gobiernos progresistas porque en el país algunos cambios coyunturales se han dado en el periodo de tiempo de aproximadamente treinta años, entre ellos: el apogeo del narcotráfico desde la década de 1970 que provocó el colapso del Estado en la década de 1990 (como lo ha planteado el politólogo Gilberto Tobón en su obra “Estado, Política y Economía en Colombia –capitalismo burocrático y gansteril-”) e influyó decisivamente en la elección presidencial de Álvaro Uribe Vélez en 2002, e incluso sigue teniendo presencia en algunos sectores de la política actual, y, por otro lado, el inicio formal del neoliberalismo en la década de 1990 hasta 2022 que ha privatizado los derechos sociales y económicos de la población, provocando el aumento de la pobreza e incidido en las protestas populares cada vez más fuertes con el pasar de los años, y, asimismo, este inconformismo ha repercutido en la elección de una propuesta política progresista en 2022.
Referencias:
[1] Torres, Camilo. Cómo ejercen el gobierno los grupos de presión, 1964. CEME Centro de Estudios Miguel Enríque-Archivo Chile. Disponible en vía web: http://www.archivochile.com/Homenajes/camilo/d/H_doc_de_CT-0016.pdf
[2] Sobre este punto en particular hay una investigación que plantea que en Colombia durante 200 años el poder ejecutivo ha estado controlado por las siguientes ocho familias: “Los Ospina, los López, los Santos, los Gómez, los Lleras, los Pastrana, los Valencia y los Samper”. Revista Semana. País de dinastías: ¿Cuáles son las familias que siempre han gobernado Colombia?, 28 de agosto de 2020. Disponible en vía web: https://www.semana.com/enfoque/articulo/cuales-son-las-familias-que-siempre-han-gobernado-en-colombia--noticias-hoy/698185/
[3] Ávila, Ariel. Las 54 familias que gobiernan Colombia, revista Semana, 26 de febrero de 2020. Disponible en vía web: https://es-la.facebook.com/RevistaSemana/videos/las-54-familias-que-gobiernan-colombia/188995835765320/
[4] Alvarado, Sinar. Las dinastías del poder en Colombia de cara al 2018, The New York Times, 19 de marzo de 2018. Disponible en vía web: https://www.nytimes.com/es/2018/03/19/espanol/america-latina/las-dinastias-del-poder-en-colombia-de-cara-al-2018.html
[5] Pardo, Daniel. Paro nacional en Colombia: 3 factores inéditos que hicieron del 21 de noviembre un día histórico, BBC News, 22 de noviembre de 2019. Disponible en vía web: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50520302
[6] Editor Agencia de Información Laboral. Las razones de las marchas del 21 de septiembre, 21 de septiembre de 2020. Disponible vía web: https://ail.ens.org.co/noticias/las-razones-de-las-marchas-del-21-de-septiembre/
[7] DANE. Pobreza monetaria año 2021, Comunicado de prensa, Bogotá, 26 de abril de 2022, pág. 1. Disponible en vía web: https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/condiciones_vida/pobreza/2021/Comunicado-pobreza-monetaria_2021.pdf
[8] DANE. Principales indicadores del mercado laboral abril de 2022, Boletín Técnico Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), Bogotá, 31 de mayo de 2022, pág. 3. Disponible en vía web: https://www.dane.gov.co/index.php/agropecuario/2924-mayoristas-boletin-
[9] Contraloría, 15 de junio de 2021. Disponible en vía web: http://www.secretariatransparencia.gov.co/observatorio-anticorrupcion/costos-de-la-corrupcion
[10] Elecciones legislativas de Colombia de 2022, consultado el 24 de junio de 2022. Disponible en vía web: https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_legislativas_de_Colombia_de_2022
[11] Dane. Medición de empleo informal y seguridad social, trimestre móvil febrero - abril 2022, Boletín Técnico Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), Bogotá, 10 de junio de 2022. Disponible en vía web: https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/boletines/ech/ech_informalidad/bol_geih_informalidad_feb22_abr22.pdf
[12] Dane. Índice de Precios al Consumidor (IPC), mayo de 2022, Boletín Técnico, Bogotá, 4 de junio de 2022. Disponible en vía web: https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/boletines/ipc/bol_ipc_may22.pdf