El destape de las grandes ollas podridas en materia de corrupción; la caída del PIB en dólares desde $378 mil millones de dólares en el 2014 a $274 mil millones de dólares en el 2016; la deuda externa superando los $125 mil millones de dólares; el déficit pensional de $38 billones de pesos; el colapso en la salud y la deuda con hospitales y clínicas superando los $7 billones de pesos; el pésimo sistema educativo que tiene a Colombia en los últimos lugares de las pruebas Pisa; el desorden y la lentitud en la justicia; los campesinos fluyendo a las ciudades en busca de la mínima subsistencia; los 6.8 millones de colombianos en las ciudades viviendo del rebusque; el 10% de las familias colombianas, madres solteras, viviendo con $3,750 pesos diarios; el grave deterioro del medio ambiente; el aumento de la criminalidad en las ciudades por el auge de las bandas criminales fortalecidas con el reciclaje de las desmovilizaciones y el aumento en el control del tráfico de drogas por estas bandas muestran un gobierno y una clase política desacreditada por los malos manejos administrativos y la falta de controles reales.
Todos estos problemas están interrelacionados unos con otros y generalmente los candidatos presidenciales basan sus propuestas en proyecciones sectoriales realizadas por expertos en cada sector y después las unen en su plan de gobierno. Los economistas y políticos nos presentan proyecciones parciales basadas en estudios econométricos, para hacernos creer que la economía es una ciencia que funciona como una máquina con fórmulas matemáticas. Todas estas proyecciones terminan en la cesta de la basura de las vergüenzas predictivas. Por eso hay un dicho que reza que más acierta un mico tirando dardos a un blanco que los economistas en sus proyecciones econométricas.
Un estudio del Fondo Monetario Internacional observó que las predicciones de grandes grupos de economistas que se hicieron antes de 60 recesiones nacionales diferentes en los años 90, en el 97% de los casos no fueron capaces de predecir la contracción de un año más tarde y en las raras ocasiones en que acertaron, subestimaron significativamente su severidad. Nassim Nicholas Taleb, ensayista, investigador y financiero, llama a la cancelación del Premio Nobel de Economía, afirmando que el daño de las teorías económicas puede ser devastador.
Para recobrar la viabilidad se requiere de profundas reformas con la misma visión de la sociedad del conocimiento: la primera reforma con urgencia es la del Congreso de la República, seguido con reformas para la eliminación de la burocracia y subsidios ineficientes, reforma del gasto público, reforma a las regalías, control real de la corrupción, reforma electoral, reforma pensional, reforma a la educación, reforma a la salud, cambio en la estrategia militar, modificaciones en la seguridad nacional, nuevas estrategias en las relaciones internacionales y nuevas políticas para la eliminación de la pobreza y la desigualdad.
Es necesario trabajar con un modelo coherente basado en la sociedad del conocimiento. Para ello, hay que evitar toda la charlatanería de políticos en campaña, economistas de cabecera y expertos empresariales cuando predican acerca de los fundamentos económicos, políticos y sociales. Es necesario explorar debajo de las obviedades obsoletas. Centrarnos en fundamentos más profundos para explorar de cuáles de los denominados fundamentos más profundos dependen en última instancia.
Para que tengan sentido los grandes cambios, necesitamos conocer cómo se relacionan unos con otros. Ellos son el resultado de fuerzas y patrones que los afectan. Una vez que entendemos este trasfondo, es posible tratar con ellos conjunta y estratégicamente.
Si no hacemos estas reformas a través de un modelo centrado en estos fundamentos profundos, estaremos condenando al país a sufrir las consecuencias del peor deterioro económico y social de su historia.
En palabras de Alvin Toffler, el que fue el más reconocido visionario del mundo y de mayor influencia entre los líderes de los países avanzados: “Dolorosos cambios culturales, institucionales, sociales, morales y políticos acompañan la transición de una economía basada en la fuerza bruta y el dinero a una economía basada en el cerebro. Ello ayuda a explicar el por qué instituciones de la era industrial, desde gigantescas corporaciones, gobiernos y sistemas políticos, se irán convirtiendo en dinosaurios esforzándose por su última bocanada de aire. Este es el porqué de las próximas crisis simultáneas que se irán presentando en la agricultura, en la industria tradicional, los sistemas educativos, los sistemas de salud, los sistemas de justicia y los sistemas políticos. Ellos fueron diseñados para una economía industrial masificada. Y ella se está quedando atrás”.
Es de vital importancia conformar una comisión de muy alto nivel, que entienda de las interrelaciones y los fundamentos profundos que mueven el cambio de una sociedad basada en la industria de masas y consumo masivo a una nueva sociedad basada en el uso del conocimiento, para realizar estas reformas que enderecen el rumbo del país.