La crisis del coronavirus en Colombia, y la incapacidad de haber contratado a tiempo con las multinacionales de las vacunas, y de no haber creído en las vacunas rusa y china, y peor aún, en hasta al momento no contar con un efectivo plan de vacunación con las escasas miles de dosis que han llegado el país, hasta el punto que un pequeño lote de estas fue enviado a Ibagué vía terrestre, mientras el avión presidencial, pagado por los colombianos, es utilizado con frecuencia para tour turísticos de la oposición venezolana por disposición de Iván Duque, pone a las claras que el bloque de poder dominante en nuestro país a lo largo de más de 202 años, o eso que se autodenomina “clase dirigente”, no tiene idea de los que es una “visión de nación o país”, y mucho menos, lo que es contar con un “proyecto histórico” a largo plazo.
Lo que se conoce, o autodenomina “clase dirigente”, no es más que un sector dominante en determinados momentos de nuestra historia. Lo fueron los comandantes de la independencia, que de inmediato de esta se apoderaron de tierras y propiedades de los españoles. Continuaron los golpistas del siglo XIX, y hoy es la representación del capital financiero con el Grupo Aval a la cabeza de su propietario Luis Carlos Sarmiento Ángulo y otros, acompañado de un grupo terrateniente con visos paramilitares, así como de unos pseudoindustriales. Dijo seudo, porque Colombia de industrialización pocón pocón, y esto, ya que al hacer un balance de nuestras exportaciones, nos encontramos en las mismas de hace décadas, solo exportamos productos primarios, y una que otra prenda de medio vestir. El resto es nada. A todos estos últimos los acompaña un sector político corrupto y mafioso, con un cuerpo militar a su servicio.
Esa pseudo clase dirigente históricamente no ha proyectado un país con rumbo definido, y mucho menos ha tenido un plan elaborado a largo plazo como proyecto histórico de nación. Así por ejemplo, en los inicios de la República nunca llegaron a existir vías que conectaran al país. Hubo proyectos de vías, navegación y ferrocarriles, pero todos fracasados. La pérdida de Panamá demuestra que la dirigencia nacional de finales del siglo XIX y comienzos del XX, fue incapaz de todo. Es más, después de 202 años, seguimos hablando de vías, y hoy, ni siquiera la Ruta del Sol, por donde entra y sale la carga de los puertos de la costa Atlántica se ha construido en su totalidad. Por el contrario, es el foco de corrupción marca Odebrecht junto con Reficar más grande de nuestra historia, no solo económicamente, sino también políticamente.
Lo mismo pasa con la vía que de Buenaventura/Cali. Vía que lleva siglos en construcción. Y ojo, Buenaventura, por donde sale la mayor cantidad de carga del país, constituye la zona de mayor desequilibrio social del país. Mientras escasamente una docena de propietarios de las varias Sociedades Portuarias son los dueños de la riqueza que este puerto genera, toda su población vive en la pobreza absoluta como el Haití colombiano. Y de ferrocarriles ni hablamos. Hace poco caducó la concesión vial del Pacífico, y la del Atlántico solo hay que verla en los sueños de Cien Años de Soledad. De la navegación por el río Magdalena, el sueño de Bolívar, ni hablemos, hoy estas obras están en manos de la familia clientelista Gerlein. Todo esto es la misma expresión de un país al garete.
De industrialización, igual o peor. Salvo el plan diseñado por la Cepal para toda América Latina, el de “sustitución de importaciones”, y que permitió que con apoyo estatal se constituyeran una serie de empresas, desde fabricación de maquinaria, productos alimenticios, etc., para que después el gobierno de Cesar Gaviria con su eslogan “Bienvenidos al Futuro”, echara por la borda lo poco hecho, en medio de una feria de cierres empresariales, liquidaciones costosas, y robos por todos lados. Lo que hoy existe como empresas, son meras producciones para el consumo nacional, con productos caros para la población que prefiere los zapatos chinos en vez de los producidos en el Barrio Restrepo de Bogotá o de las escasas fábricas de Cúcuta y Bucaramanga. Y de la otrora afamada y siempre subsidiada industria textil lo que tenemos son centros comerciales atiborrados de productos chinos o vietnamitas.
De educación, ciencia y tecnología ni hablar. Más allá de la construcción de las universidades Nacional, hoy convertida en tugurio, la de Antioquia y UIS, en el país no se ha construido un aula más desde los años 70 del siglo XX. La calidad de estos centros subsiste gracias a la vocación franciscana de sus docentes. En Ciencia la actual ministra del ramo dice que ella cura el cáncer con hierbas del Chocó, lo cual ya de por sí habla de lo que tenemos en este ramo. Y peor aún, un gobierno que prefiere gastar 4.000 millones de dólares en aviones militares con el supuesto de defendernos de Venezuela, mientras como ya señalamos, la Universidad Nacional se cae a pedazos, definen que somos en materia científica.
Un proyecto histórico es la definición o proyección de un país a futuro, donde desde las instancias de poder, en estos casos del capital, o del bloque de poder dominante, se fijan metas conducentes a crear condiciones para la acumulación y reproducción del capital.
Un proyecto histórico es un “salto cualitativo” por medio del cual los grupos de ejecutantes pasan a ser dirigentes, superando sus reivindicaciones locales, inmediatas y parciales, meramente gremialistas o corporativas, para adoptar puntos de vista y planteamientos más globales, en concordancia con las exigencias estratégicas del cambio radical de la producción mundial.
Proyecto histórico lo tuvo Rusia a través del socialismo. Definió metas y llevó a cabo un proceso de industrialización jamás visto en tan corto tiempo. Pero cuando necesitó del segundo proyecto histórico, fracasó en un mar burocrático y de violencia. No pudo dar el salto al capitalismo de las nuevas tecnologías.
Corea del Sur, después de la guerra de los años 50 del siglo pasado, definió que tenía que desarrollarse. Quién lo creyera, Colombia en los años 60 del siglo XX gozaba de mejor desarrollo que este país. Pero Corea se unió, entendió que la educación de calidad era el pilar para salir adelante y hoy es de uno de los países con mejores resultados en las pruebas Pisa. Por otro lado, el Estado emitió dinero a fin de apoyar a las conglomerados grupos empresariales dominados por familias, conocidos como "chaebol" y que hoy vemos representados en Samsung y LG. Igualmente hay que resaltar, que el Estado central dio ayuda y protección a sectores claves de la economía, como la industria pesada, pero exigiendo al mismo tiempo resultados de eficiencia y de responsabilidad social a los empresarios privados que recibieron esos subsidios estatales, lo contrario de Colombia, donde por ejemplo, empresas como Coltejer y Fabricato vivieron por décadas de todo tipo de ayudas y regalos estatales y sus productos nunca fueron competitivos. Otros sectores, como la industria liviana, y comestibles, usufructuaron por décadas un mercado cerrado, se aprovecharon del consumo de los colombianos, se enriquecieron con sus monopolios de consumo, y terminaron siendo unos simples parásitos que jamás visionaron el mercado mundial.
Al igual que Corea del Sur, hoy casi todo el Sudeste asiático, y quien lo creyera, hasta Vietnam, país que salió hace unas pocas décadas de una guerra que destruyó por completo el país, y hoy compite de tú a tú en el mercado mundial con amplias y desarrolladas zonas francas, han desarrollados planes estatales como proyectos históricos de nación a fin de competir en los mercados mundiales. Y lo han logrado.
De Japón no se diga. Después de la Segunda Guerra Mundial diseñó su plan de desarrollo, e incluso, en los años 60 y hasta 70 del siglo XX en Colombia se burlaban de los productos japonenses como radios, equipos de sonido y cámaras fotográficas. Un Sanyo era mirado con desprecio por los colombianos. Hoy Japón no produce artículos de uso y consumo, más allá de sus vehículos, su industria es de primer orden en el sector de maquinarias para la industria y las nuevas tecnologías.
De China, no hablemos, en 1978 esta gran nación apenas comenzaba a dar los primeros pasos de lo que hoy es la primera potencia mundial productiva en todos los campos, incluso, llegando al Planeta Marte, y ya casi pisando la Luna. Tengamos presente que hoy China cuenta con la mayor reserva de Bonos del Tesoro de los Estados Unidos, y ha colocado a los dirigentes gringos a hablar mandarín. Todo esto lo inicio con llegada al poder de Deng Xiaping, quien después de los rotundos fracasos maoístas de años atrás dijo, “no me importa que el gato cace ratones blancos o negros, lo que me importa es que case.
China ha seguido con la planificación económica, pero ahora sobre la base no de una economía socialista, sino de una economía capitalista de libre mercado. El Estado controla y vigila, pero las fuerzas del mercado imponen su ritmo. Entendió su principal necesidad: abrirle la entrada a los capitales extranjeros y a la inversión. En su estrategia aplicó el desarrollo de zonas económicas especiales, lo que en América Latina se conoce como 'zonas francas, las cuales gozan de privilegios arancelarios, y no como la zona franca de Occidente, la de los hermanitos Uribe, que es un centro de evasión de impuestos y de lavado de dinero.
Hoy China ha planteado su futuro sobre las siguientes tres estrategias. La primera es conocida como el 'Sueño chino', un concepto que abriga la idea de que ningún ciudadano será pobre, y todos contarán con una alta calidad de vida.
La segunda estratagema tiene por nombre China 2025. Este proyecto contempla abrir nuevos sectores de desarrollo, como por ejemplo la robótica y la industrialización de servicios médicos.
Y finalmente, el broche de oro lo cierra con un tercer plan conocido como la nueva ruta de la seda. Emulando lo que en la antigüedad fue el esplendoroso corredor comercial que conectaba la China con Europa, luego de atravesar el Asia central y el Medio Oriente, al reavivar dichos caminos, sobre todo por vías marítimas y férreas, para exacerbar el intercambio de productos y servicios entre Asia y occidente.
La nueva ruta de la seda estaría finalizada para el año 2049, justo cuando se cumplirán los cien primeros años de la República Popular China. Pero antes de que se cumpla esa fecha, los pronósticos de expertos internacionales dan por sentado que para el año 2030 China será la principal superpotencia económica del mundo.
Mientras los anteriores países, como ya anotamos, en los años 60 del siglo pasado estaban detrás de nosotros, nosotros seguimos hoy peor que en el siglo XIX. Si el siglo XIX fue un siglo de guerras civiles, el siglo XX y lo que llevamos del XXI, nos caracteriza por privilegiar la muerte, el asesinato, el robo a las finanzas públicas y el clientelismo, como la razón de ser de nuestro Estado.
Hoy Colombia es una país anestesiado, donde a ninguno colombiano le importan 6402 asesinatos comprobados en 8 años gobierno Uribe, más de 100 asesinatos de líderes sociales en lo corrido del gobierno Duque en 2 años, y donde una seudo clase dirigente se enroca en sus pingues privilegios de subsidios y coimas, mientras la inmensa población, unos 35 millones de habitantes, vive del sisben, su clase media se ahoga en deudas en medio de una pasividad total, los mejores y jóvenes profesionales salen del país, y el campo al tiempo que es improductivo, vuelve a ser escenario de guerra. Guerra convertido en visión de país o proyecto histórico de una mafia política incompetente. Otra vez parece que el desarrollo nos ha dejado, con tan mala suerte, que ya no tendremos tiempo, y como dijo García Márquez en Cien Años de Soledad: “Era lo último que iba quedando de un pasado cuyo aniquilamiento no se consumaba, porque seguía aniquilándose indefinidamente, consumiéndose dentro de sí mismo, acabándose a cada minuto pero sin acabar de acabarse jamás.” Esto es Colombia.