El mundo se ha visto afectado por un virus que llego de manera inesperada causando estragos en distintos aspectos de cada país. En el 2020 a Colombia se le juntaron todas las pandemias.
Desempleo, reinventarse, deudas, primas, desigualdad, falacias, desinformación, autocuidado y bioseguridad; esas, quizás, son las palabras más escuchadas y nombradas por los colombianos desde finales del mes de marzo (día 24), mes en el que empezó la cuarentena, una cuarentena a la que muchos se aferraron como mecanismo principal para combatir el temido virus del Covid-19.
Hasta ahí muchos veían a Colombia un país fuerte, una nación a la que el virus no iba a impactar, transcurrieron los días y semanas y a la par fueron creciendo las cifras (muertos, contagiados y recuperados), esto hizo crear una nueva perspectiva en cada núcleo familiar, empresa, negocios, ciudades e instituciones educativas, la situación principio a salirse de las manos, empezó el tire y afloje entre colombianos, la población culpaba a sus Alcaldes y Gobernadores; estos hacían lo mismo con el Ministerio de Salud y el Presidente, hasta que comenzaron las preocupaciones más grandes dentro del pensamiento de muchos colombianos: “cerraron el negocio, me voy a quedar sin trabajo" , “no tengo dinero para mercar", "en Colombia se roban la plata de la salud", entre otras.
En Colombia hay situaciones que no se pueden soslayar, a pesar de que muchos escuchan sobre esos actos negativos que han creado malos pensamientos del país en el exterior, diversos la ignoran por temor o porque no la han presenciado: la violencia, una palabra a la que a nadie le gusta nombrar, repetir ni escuchar, pero que lastimosamente es inherente en el país, cuando está presente distintas tipologías, tipologías en las que Colombia sufre cada una de estas. El Covid-19 ha acaparado la atención de todos, pero no todos pueden olvidarse de la sangría, actos de corrupción y vandalismo por la que viene pasando el país del mejor café del mundo por más de 40 años; la violencia.
Crecen todos los índices de los factores mencionados anteriormente, crece la preocupación a morir a causas de un virus, se abren procesos de investigación a actores e intermediarios de hechos violentos, pero sobre todo el desconocimiento de la pandemia que por años se ha llevado muchas víctimas inocentes, la pandemia de las ráfagas, un pandemia a la cual se la ha sumado el Covid-19.
En Colombia muchos reclaman subsidios, reingresos a su trabajos, mejores condiciones para la salud y laborales, verdades, reconocimientos para los médicos y enfermeras, primas, extensiones de horarios en los bancos y principalmente soluciones, una solución que no depende de un solo país; pero hay quienes esto no los afecta a comparación por lo que han pasado a causa del olvido estatal y la posesión de grupos armados ilegales, son las victimas del poderío violento por el atraviesa el país, en especial esos lugares que ni los mismo compatriotas han escuchado y menos ubicado en un mapa, estas personas piden nada de eso, exigen y lo han exigido un cese al fuego, una paz que todos anhelamos, una tranquilidad que no permita el asesinato de más inocentes, de quienes piensan diferente y luchan por el bienestar de sus comunidades.