Estamos en vísperas de un nuevo primero de mayo. He buscado en la prensa noticias sobre los actos a realizarse mañana en Colombia para conmemorar esta fecha, pero no he encontrado nada de nada. No esperaba manifestaciones ni marchas… solo encontrar una alusión o un pequeño aviso que dijera que la masa trabajadora estaba presente y se pronunciaba, máxime en un momento tan especial como este, donde no solo está en juego la salud de todos sino la sobrevivencia del empleo y por ende de los ingresos de miles de familias colombianas.
Es momento de debatir el país que queremos a futuro… y antes de que alguien me diga que no debo alentar pensamientos subversivos que no apoyen al gobierno, aclaro que debatir y pensar no es subversivo, que hacer esto en tiempos de pandemia es fundamental para no terminar de alienar y esclerosar nuestros cerebros. Este es un momento único, ya que el COVID-19 no solo dejó ver lo mejor de los colombianos (la berraquera, la solidaridad, etcétera), sino que puso al descubierto lo peor de nuestra sociedad (en el sentido de la fragilidad y la falta de seguridad social). Ante la multitud de desastres que ha sufrido Colombia, al menos los ocurridos en las últimas tres décadas (de las cuales puedo dar fe), la atención de los diferentes gobiernos se ha apoyado fundamentalmente en las donaciones y aportes del resto de la población, también en frases como "si Dios quiere" o "Dios proveerá". Pobre Dios, mucho trabajo para uno solo sin recibir una ayudita al menos de los damnificados…
La opción histórica que tomó el establecimiento (clase dirigente) de mantener al menos al 60% de la población del país desinformada y fuera del "sistema", dándole para eso telenovelas y fútbol, llevó a lo que tenemos hoy: no hay debate, no hay cuestionamientos y cuando los hay son dirigidos de tal forma que se nos impone el debate que les conviene a ellos…. Ayer para la gran prensa el problema y el debate eran las camionetas de Duque y la falta de la alcaldesa Claudia López que salió a comprar al supermercado acompañada de su esposa…. pero ninguna alusión a ese país que no tiene las herramientas que en otros sí existen y funcionan: un sistema nacional de salud pública fuerte y universal, dotado para atender eficientemente a la población; un sistema financiero público fuerte y distribuido a lo largo del territorio que sirva para canalizar los recursos que el gobierno quiera hacer llegar a la población y no lo haga dependiente del sistema privado que lo único que le importa es lucrar; un sistema de seguro de desempleo que le garantice al trabajador que queda sin empleo 4 a 6 meses de sueldo; una formalización de la economía que traiga al sistema de seguridad social una gran parte de los actuales 20 millones de personas que hoy no existen, que están fuera del sistema y que dentro de unos pocos años pasarán a seguir engrosando esa población de viejitos que pululan en las calles y hacen lo que pueden para ganarse una mísera ración de comida hasta que se mueran en un país indolente que solo les dio a lo largo de su vida una salud indigna, inseguridad, falta de acceso a la educación, falta de techo digno, imposibilidad de generar a lo largo de su vida una pensión digna y los obligó a vivir de algo que seguimos haciendo, donaciones y más donaciones para los damnificados… es decir, vivir en el país de la limosna institucionalizada.
Ojalá me equivoque y mañana escuche de nuestros representantes en el Congreso, de las centrales obreras, de los estudiantes organizados y de los diferentes líderes de nuestra sociedad alguna alusión, aprovechando la fecha, sobre las carencias que esta pandemia dejó al descubierto en nuestra querida Colombia.
