Leí que Colombia es el país más corrupto del mundo. Revisé la información y me encontré que esa clasificación la había realizado la página web US News y no Transparencia internacional, la cual nos ha también nos ha puesto en el ranking de los países más corruptos. Esto debe despertar la conciencia del ciudadano.
Debemos marchar, protestar desde donde estemos en contra de la corrupción. Porque pensamos que esta está solo en el Gobierno, en especial el actual, ignorando que los entes territoriales son los que más recursos públicos administran. Tenemos asambleas departamentales y concejos encargados de aprobar presupuestos y no sabemos por qué los criterios reales de aprobación en los proyectos, atropellando al elector siempre. La empresa privada también presenta hechos de corrupción: de manera interna, frente a otras empresas o simplemente con el gobierno. Qué decir de quienes en el día de elecciones esperan hasta saber cuánto dinero reciben de una campaña y así vender su voto. Pero se nos olvida que a esos que se eligen debemos seguir haciéndoles control político como ciudadanos y que la tarea no termina el día de las elecciones.
Debemos pedir al gobierno central, a los gremios, a los entes territoriales que se impulsen políticas en contra de la corrupción que la solución no está que un funcionario publique su declaración de renta, como tampoco en los discursos. La solución está en corregir gran parte de la estructura del Estado, lo que conlleva una reforma política y electoral, reformas a la justicia, a la ley de contratación, al código penal, órganos de control y, lo más importante, que desde la familia se impulsen valores de transparencia, tomando la historia como referente que nos lleve a no cometer los mismos errores e impulsando siempre el país hacía adelante.
Cuando derrotemos la corrupción Colombia será imparable en desarrollo económico y social. Dicen que la costumbre se vuelve ley y en Colombia la corrupción se nos volvió el ADN.