La historia de Colombia, desgraciada e inconcebiblemente, ha venido siendo escrita, tallada, diseñada y fundamentada sobre una enfermiza y terrible realidad, donde toda su población ha sido enseñada, acostumbrada e involucrada, desde su propios nacimientos como individuos, y desde la misma creación republicana, en una normalizada y extendida ilegalidad, empezando por sus líderes, y por ende, llegando hasta las partes más bajas de su sociedad, marcada por sus continuas acciones arbitrarias, desde donde parten sus conductas, y las tomas de decisiones, que por lo general nacen y surgen en la raíz de unas maneras erradas de concebirlas, provocando, con ellas, unos comportamientos que son después las propias fuentes primarias de unas actitudes mitómanas, y de unas actividades delincuenciales, con las que se vienen generando una inmensa descomposición moral, dentro de todas esas sociedades, entre las que se han estado reproduciendo las bases de sus estados permanentes de injusticias sociales y de inequidades económicas.
Aunque se puede admitir que no es el único Estado del planeta, en donde suceden estas circunstancias, sí es uno en donde es más corriente su ocurrencia, topándose cualquiera con todo tipo de aberraciones, desde la misma presencia de movimientos religiosos que están basados, y acostumbrados, en la aplicación de la violencia en contra de ciertas minorías y hacia sus contradictores, disfrutando de la motivación de la explotación y de la muerte de esas personas; hasta la existencia de partidos políticos conformados, promocionados y financiados por grupos delincuenciales e ilegales; igualmente es un lugar donde son los mismos Gobiernos, y el Congreso, los que legislan para favorecer a los más privilegiados, mientras que al mismo tiempo le prestan todo tipo de ayudas y gabelas al sistema financiero, impulsando hacer más fuertes y poderosos a los banqueros y a sus bancos; donde se despojan y reparten las mejores tierras agrícolas entre los grandes grupos de terratenientes; donde se permite que sea el erario administrado y manejado entre los políticos, industriales, banqueros y comerciantes; donde se promueve el enriquecimiento desproporcionado de los más ricos, creando y desarrollando zonas francas, con grandes exenciones tributarias, para que sirvan para el beneficio de quienes menos lo necesitan; donde se privatizan todos los servicios públicos, desmontando con esas decisiones las funciones y las responsabilidades sociales que le atañen al Estado, mientras son puestos sus manejos en las mismas manos de los privados; soportando, con estas normas, toda la carga fiscal entre los más pobres y menos favorecidos.
Como quien dice, es uno de los lugares del mundo donde la pirámide social está totalmente al revés, y para hacer que el asunto se vea mucho más increíble, es uno de los pocos países donde sus habitantes, tras venir siendo sometidos a unas intensas campañas de miedo y de terror, han terminado, casi sin protestar, actuando con indiferencia ante estas situaciones. Incluso, es bastante común que hayan llegado hasta los extremos de ayudar y apoyar, con su dócil sometimiento e indolencia, a elegir a una clase política que promueve esta absurda condición.