“Los mismos con las mismas”, como denomina Jorge Robledo, candidato presidencial de Dignidad, a quienes históricamente han mangoneado —más que gobernado— a los colombianos, han utilizado todo tipo de métodos para sostenerse en el poder, pues convirtieron el erario y patrimonio nacionales en recursos de sus propias empresas; solo así se entiende la profunda corrupción que utilizan en las elecciones, desde la compra de los votos, jurados y funcionarios hasta la cooptación de jueces y magistrados, con lo cual aseguran la “legalización” de sus fechorías.
Cada vez se sofistican más armando negociados en las leyes. Se mantienen en el gobierno para implementar el modelo neoliberal, que es la concentración de la riqueza, aún más, en el capital financiero transnacional, las multinacionales y en unos cuantos poderosos. Esos “mismos con las mismas” legislan dando lugar a leyes, en todos los aspectos, que afectan considerablemente la soberanía económica y territorial del país, pero además para conculcar los derechos fundamentales de la población, así como el patrimonio de los productores y empresarios del campo y de la ciudad.
En esa borrasca legislativa se concibieron otras normas que ordenan medidas de represión contra los que osen quejarse, manifestarse o poner en jaque a ese gran capital. Para ello le imprimen una concepción represiva a las fuerzas militares, que ven en el ciudadano a su enemigo. Con esa insignia crean en 1999 “el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), unidad especial de la Dirección de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, cuya misión nominalmente es el control de disturbios, con el fin de restablecer el orden y la seguridad de los habitantes” –Wikipedia–, que ha sido utilizado para asesinar, reprimir, golpear, herir, mutilar y violentar a manifestantes.
El Comité Nacional de Paro dijo el 16 de este mes: “La ciudadanía, después de 18 días del inicio del paro nacional, mantiene las movilizaciones pacíficas... que tienen que oírse, a pesar de la brutal violencia policial desatada, y que ha cobrado la vida de al menos 50 personas, producido heridas a 578, de los cuales 37 han recibido lesiones oculares, detenido arbitrariamente al menos a 1430, presuntamente desaparecido a 524, y cometido violencia sexual contra 21 mujeres. Esta violencia no se ha detenido; así lo muestra el demencial ataque del Esmad contra los jóvenes, y la detención arbitraria y los abusos sexuales cometidos por la Policía Nacional en Popayán contra la joven Alison Méndez, lo que provocó posteriormente su suicidio. Este patrón de violencia policial contra las mujeres merece todo el repudio de la sociedad, así como la imputación de responsabilidad. La ciudadanía movilizada exige que se acabe el Esmad, la comunidad internacional reclama que se detengan los abusos”. Por su parte, Temblores ONG "contabilizó 16 episodios de violencia sexual contra mujeres por parte de las fuerzas policiales colombianas".
Según Wikipedia: “Hasta noviembre de 2019 se denuncian 19 muertos por acciones del Esmad desde su creación. El Manual 070 de autoprotección contra el Esmad de la Universidad Los Andes establece 20 personas muertas… La ONG Temblores eleva la cifra a 30... Otras ONG ascienden el número a 59 asesinatos”. A estos hay que sumarles los asesinatos cometidos por el Esmad en el paro del 28 de abril de 2021. ¡No son manzanas podridas, es una política de Estado, por eso Duque no las rechaza!