Es increíble, pero además de que nuestro país tiene un Estado pobre, siendo Colombia un país de ingreso medio alto, cada día es más claro que la regla que prima entre sus ciudadanos es abusar de él. Abusan de él los sectores poderosos que lo maneja con frecuencia como si fuera parte de su nómina. Abusan los empleados públicos que le hacen trampas permanentemente. Abusan los de ingresos medios que se disfrazan de pobres para acceder a los innumerables subsidios no de un Estado benefactor sino de gobiernos populistas. Y por qué no, abusan los pobres que se mantienen como indigentes y rechazan oportunidades de trabajo formal para no perder las dádivas del Estado. Mejor ni hablemos de la clase política que no abusa, sino que lo explota permanentemente.
Cómo será de perversa la relación que existe entre los sectores poderosos de este país con el Estado, que Nicolás Cueter, en su tesis de master de Georgetown, propone que después del Concordato que separó a la Iglesia católica del Estado ahora lo que se requiere en Colombia, es romper la relación entre las élites de este país y el Estado. ¿Habrá alguien que se atreva a aceptar esta sugerencia? Pero más aún, los colados del Sisbén que, si no se logran sacar de este sistema destinado a la población marginada, se debería reconocer que la pobreza de Colombia no es del 29 % sino del 70 %. Estos descarados colados, constituyen la prueba de una de las mayores avivatadas que se han aceptado por años en este país.
Los descarados colados del Sisbén, constituyen la prueba
de una de las mayores avivatadas
que se han aceptado por años en este país
Para completar el panorama, ahora resulta que al procurador que salió por prácticas indebidas seguramente aprobadas por Dios que según él es su guía, pretendía seguir con la caravana de camionetas públicas y su ejército de escoltas que tuvo durante su permanencia en la Procuraduría. Este exceso de seguridad solo compite con el esquema que acompaña a Luis Carlos Sarmiento, con la diferencia de que al menos este último, esperamos, lo paga este magnate y no nosotros como sucede con el séquito del ahora pre candidato presidencial Ordóñez. Gracias a las críticas que se le han hecho a este exprocurador, se ha venido a saber, que ha sido parte de nuestro folclor que hasta los nietos de funcionarios similares han sido escoltados por años financiados por nosotros. Un claro abuso.
La lista de estos abusos es interminable como los que se están detectando en un hospital público de Medellín que, por la generosidad de sus directivas, se les mejoró el físico a otros funcionarios públicos con cirugías estéticas gratis o a precios irrisorios. ¿Estas prácticas no serán de la familia de la corrupción que no está tragando como país?
Los mismos que abusan de un Estado absolutamente indefenso
son los enemigos de pagar impuestos
con el argumento que esa plata se la roban
Lo realmente grave es que se ve un Estado colombiano absolutamente indefenso. Los mismos que abusan de él son los enemigos de pagar impuestos con el argumento de que esa plata se la roban. Pero no hay riesgo alguno de que muchos de ellos se hagan un examen de conciencia de manera que reconozcan que, por acción u omisión, son parte de los abusos que se cometen con los recursos estatales. ¿Esconder plata para no pagar impuestos enviándola a paraísos fiscales no es hacerle conejo al Estado? ¡Y que tal hacer que las empresas asuman todos los costosos lujos de sus dueños y así no aparecen recibiendo grandes utilidades!
La verdad es que se necesita un Estado con más autoridad para frenar esta serie de prácticas que impiden que el gasto público llegue verdaderamente a quienes más lo requieren y lograr de esta manera que esta sociedad sea menos injusta y desequilibrada. La institucionalidad colombiana tiene que empezar a aceptar que no tiene actualmente manera de controlar estos abusos y que por consiguiente debe cambiar. Como se debe transformar la educación en nuestro país para que dejemos atrás la cultura del vivo. Este es uno de los grandes retos que enfrenta no solo el Estado sino toda la sociedad colombiana.
Mientras tanto, el país reclama mano dura contra estos individuos que descaradamente se roban por medio de artimañas los recursos estatales. Pero más fuerte aún debe ser la reacción frente a quienes abusan y al mismo tiempo atacan la reforma tributaria, esta o cualquiera otra.
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