”El cine es una herramienta muy potente de comunicación y de él nos servimos hace 16 años para deconstruir imaginarios de África, y construir nuevos, más justos y reales”: Mane Cisneros, cineasta española fundadora del Festival de Cine Africano (FCAT).
Tiene 60 años y de su carrera como cineasta le ha dedicado 16 a la cultura africana a través de un festival único en el mundo llamado el Festival de Cine Africano (FCAT) que sirve de vitrina y promoción al cine de África y su diáspora.
El evento celebrado anualmente, además de ser único en su tipo por la temática de las proyecciones, es realizado en dos ciudades transcontinentales: en Tarifa, la capital que está más al sur de España; y en Tánger, la ciudad marroquí más cercana a las costas europeas.
Para Mane, la razón de elegir ambas ciudades en dos países distintos tiene una carga simbólica muy importante: “La peculiaridad es el estrecho de Gibraltar, un lugar en donde las costas de África y Europa están tan cercanas, que solo 14 kilómetros (km) las separan, y hoy es uno de los puntos de inmigración más importantes. Al hacer este festival de cine en ambos territorios, significa que los jurados tienen que cruzar la frontera, coger un barco y pasar a otro continente para ver películas que van a juzgar para una misma competición”.
Pero, ¿qué es lo que hace que los cineastas decidan enfocarse en un tipo de temas en vez de otro? Mane responde rápidamente: “llevaba muchos años fuera de España, y al regresar, el país estaba viviendo oleadas humanas que provenían de África y no estaba preparada para eso porque la nación desconocía toda materia de lo que sucedía al otro lado del estrecho de Gibraltar. Y eran tantos los estereotipos construidos a lo largo de los siglos sobre África, que había que hacer un buen trabajo para desmontarlos”.
África: la torta y la cereza
Entre 1884 y 1885, los países europeos se repartieron África como si fuera un pastel. Ese hecho, aunque generó segregación y violencia, llevó algo de cada cultura europea a África. El cine fue una parte de ese algo, y llegó diez años después, gracias al cinematógrafo inventado por los hermanos Lumière en 1895. De esta forma, lo que el cine ofrecía como vehículo de discurso para adoctrinar poblaciones en las bélicas Alemania nazi, la Italia fascista y la Rusia soviética; también presentaba su lado benéfico, tal cual lo hace Mane con su FCAT.
Después de todo, decía el filósofo francés Michel Foucault en el aparte “La sanción normalizadora” de su obra Vigilar y Castigar (1975): “Hay que dejar de describir siempre los efectos de poder en términos negativos: 'excluye', 'reprime', 'rechaza', 'censura', 'abstrae', 'disimula', 'oculta'. De hecho, el poder produce; produce realidad; produce ámbitos de objetos y rituales de verdad. El individuo y el conocimiento que de él se puede obtener corresponden a esta producción. Pero atribuir tal poder a los ardides, con frecuencia minúsculos, de la disciplina, ¿no es concederles mucho? ¿De dónde pueden obtener tan amplios efectos?”.
Colombia y Latinoamérica, a ‘ponerse las pilas’
Desde el Festival de Cine Africano, se trabaja no solo durante su edición sino todo el año para tutelar las películas, es decir, además de proyectarlas, se les hace acompañamiento y se les busca lugar en diferentes partes del mundo para que sean visibles. Gracias a estas labores, la iniciativa ha prestado colaboración a un promedio de 200 eventos cinematográficos al año, y se tienen 1.000 títulos subtitulados y traducidos al español.
Pero la labor no termina allí, pues la directora resalta que África con sus 54 países, tiene realidades muy distintas entre sí, y lo mismo sucede con regiones que tienen poblaciones afrodescendientes como lo es Latinoamérica, en donde Brasil, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Uruguay combinados, representan el 38% de la población total, pero constituyen alrededor de la mitad de las personas que viven en pobreza extrema; tienen menos años de educación, son víctimas del crimen y la violencia con mayor frecuencia; y poseen menores oportunidades de movilidad social, en tanto que son 2.5 veces más propensos a vivir en condiciones de pobreza crónica, según expone el informe “Afrodescendientes en Latinoamérica: hacia un marco de inclusión”, presentado por el Banco Mundial este año.
Así que no es para menos: la asignatura pendiente de hacer visibles las realidades de estas comunidades que componen un importante número en diversas partes del mundo, no es solo en el África. “Colombia y Latinoamérica tienen mucho que contarse en este sentido. En Colombia ya salen personas de renombre como el director de cine chocoano Jhonny Hendrix Hinestroza pero hay que prestar más atención a la producción por, o sobre afrodescendientes, para generar conocimiento e interacción, si queremos avanzar a una sociedad más equitativa.”, señala Mane.
De igual manera piensa Miriam Quintana, Historiadora egresada de la Universidad del Valle, quien considera que “uno empieza a ver directores y trabajos emergentes, y por ello es formidable que espacios como este Taller de Cine Africano, tengan lugar para la Colombia negra”.
Y en una ciudad colombiana como Cali, en la cual la población afro es aproximadamente de 1.1 millones de las aproximadamente 2.4 millones de habitantes que componen la capital vallecaucana, siendo así la segunda ciudad con mayor población afrodescendiente después de Salvador de Bahía en Brasil, lo que hay es historias por contar, y por ello el cine funciona como herramienta artística para construir memoria y cultura.
Cine y literatura por lo afro
Un gran aliado de ese cine, es la escritura, porque de hecho casi todas las películas comienzan con un guion. Y es por ello que el Taller de Cine Africano impartido del 22 al 24 de octubre por Mane Cisneros, hace parte del X Simposio Internacional Jorge Isaacs, realizado por la Universidad del Valle, que en esta versión le rinde homenaje a Manuel Zapata Olivella, importante figura de la literatura afroamericana en el panorama literario del siglo XX.
Manuel Zapata Olivella, fue un escritor, antropólogo y médico colombiano, “quien dejó para la cultura y literatura afro, una reconstrucción de los nexos entre África y América Latina a partir de la diáspora de los africanos que llegaron aquí en la época de la esclavitud”, señala Darío Henao Restrepo, Profesor titular de la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle, y quien lidera el Simposio, añadiendo que, “tener a una especialista como Mane, es un importante abrebocas para entrar al tema de fondo presente en el Simposio, que con el cine tendrá una forma de verse o analizar lo histórico del África y lo que está pasando ahora en relación a ese continente”.
En el Simposio que se realizará del 29 de octubre al 2 de noviembre, habrá actividades de entrada libre tales como: una muestra audiovisual, una exposición de arte, un concierto de africanía en la música brasileña y colombiana y ponencias de 18 invitados nacionales y seis internacionales.