La democracia que hoy nos cobija se está viendo amenazada por un clan mesiánico que profesa especial fe al castrismo y chavismo, los cuales están en los días de senectud por no dar solvencia a los problemas sociales que aquejan a Cuba y Venezuela; por el contrario, han sumido a estos pueblos en un letargo perenne de pobreza y miseria, inyectando coerción a todo aquello que difiera en su pensar.
La lucha libertadora, aquella que gestaron Bolívar y miles de hombres valientes en aras de romper las cadenas de la opresión y el yugo, se ve amenazada con la imagen de Gustavo Petro, quien está sembrado odio y resentimiento entre las gentes para así llegar al poder. Se escuda en oratorias de gran verbosidad con el fin de maquillar su discurso dictatorial.
Su retórica de odio fue el aliciente para que se diera inicio a un paro nacional que recrudeció la crisis económica, logró que se perdiera la confianza de inversión, hizo que muchas empresas fueran a la quiebra y se generara todo un panorama aterrador que es solo el preámbulo de lo que nos esperaría si este "pichón de dictador" gana las elecciones presidenciales. No dejemos extinguir la llama del pluralismo con vientos fríos de absolutismo.
Gustavo Petro pretende exterminar la democracia, así como lo hizo Fidel en Cuba y Chávez en Venezuela. No dejemos que eso nos ocurra, mantengamos firmes y en pie de lucha por nuestra Colombia. No conviene malograr lo dicho. Ojalá se tomen los correctivos y la ciudadanía se vuelque a castigar en las urnas a este socialista y toda su banda delincuencial.