Con el tema de los bloqueos, y sin el ánimo de justificarlos ni apoyarlos, los colombianos estamos pagando las consecuencias del recurrente error de los dirigentes y gobernantes de tener unas únicas vías, sin vasos comunicantes. En efecto, el gobierno otorgó concesión de vías a empresas particulares para que hicieran el mantenimiento y pusieran frecuentes y costosos peajes, hasta ahí todo bien, pese al costo que implica.
Y para evitar que los conductores eludieran el pago de dichos peajes se configuró una forma de no poder tomar vías alternas y que estas no existan o no estén en buen estado. Ejemplo claro es la vía al llano, que cuando resulta bloqueada por causas naturales o la mano del hombre convierte un desplazamiento de hora y media en una jornada de ocho horas por trochas intransitables. A diferencia de otros países, como México, donde se tienen varias opciones para llegar al mismo destino.
También en Colombia se desechó una alternativa viable, como son las vías férreas, las cuales se abandonaron para que los camiones que los Estados Unidos y el Reino Unido le ofrecieron en su momento a Colombia fueran comprados, y que los gobiernos de la década de los 70 aceptaron como la mejor alternativa de transporte, encareciendo el flete de carga, pero que posibilitaba captar recursos por la venta de combustible, repuestos, aceite, peajes, etc.
El gobierno se hizo un harakiri que hoy pagamos entre todos, tirios y troyanos. Si no hay vías alternas o la forma de salir de un embotellamiento, al haber un bloqueo, el caos es total. De manera análoga ha ocurrido con las vías bogotanas y de otras ciudades capitales para dar paso a la exclusividad de un sistema de transporte masivo, y con el fin de controlar el flujo de vehículos y direccionarlos hacia las vías concesionadas no se construyeron vías paralelas a las principales. Por el contrario, algunas vías fueron estrechadas, so pretexto de hacer o habilitar ciclorrutas, como "sesuda" solución al obsoleto y precario sistema de transporte público.
En su momento, los medios de comunicación y los generadores de opinión aplaudieron estas bien pensadas obras y algunos críticos plantearon sus objeciones, pero inmediatamente fueron descalificados como egoístas y opacando sus opiniones. Hoy vemos cómo esos críticos y objetores tenían razón y los equivocados resultaron ser los áulicos del momento. Casi siempre ocurre así. Una crítica, por razonable que sea, siempre será desechada o aprobada dependiendo de quien la exponga. Error garrafal. Pues las ideas buenas y malas pueden provenir de cualquier mente. Las buenas deben ser aprovechadas sin distingo de quien las razone.
Pero este país es así. Las cosas importan por su autor o su expositor, más que por su esencia. Colombia paga caro estas decisiones y estas acciones. Y en eso otros países nos llevan gran ventaja. Y en Colombia hizo carrera, para justificar impuestos, cobrar y aparentar que somos del primer mundo, compararnos con otras latitudes, pero cuando vamos a la infraestructura y a verificar los ingresos "per cápita", vemos que estamos en pañales. En honor a la verdad, si vamos a comparar lo bueno, también hagámoslo con lo malo. Si vamos a justificar elevar impuestos, también elevemos los ingresos y la calidad de vida.
Los mercachifles de la política y los politiqueros impusieron caprichosamente su criterio de manera arbitraria y autócrata, pero el tiempo inexorable fue el juez que descubrió y sentenció el error, pero ya era tarde. La falta de proyección y visión futurista o prospectiva hizo que no se intuyera que podía pasar lo que hoy ocurre. Menosprecio por el sufrido colombiano que hoy se alzó contra el apabullante sistema y lo tiene en jaque, a expensas de muchas vidas y pérdidas materiales y de toda índole.
Esperamos que el paro que bloquea sea el mismo que impulse una rectificación y corrección en ese sentido. Esto es que se construyan vías alternas, y que se tengan alternativas y medios expeditos que en el futuro hagan de un bloqueo una acción inane y sin afectación masiva.