Colombia sin Petro
Opinión

Colombia sin Petro

¿Tendrán claro los opositores a dónde quieren llegar? O, ¿hasta dónde ir en el daño que causa el impedir gobernar?

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marzo 06, 2024
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Pareciera que todo análisis o estudio sobre lo que es y lo qué pasa en Colombia dependiera del presidente Petro. Así parecen pensarlo sus seguidores, y aún más sus opositores.

Y, es obvio que la persona del presidente, no solo de Petro sino de cualquiera, es determinante en el rumbo que toma un país.

Pero el país, en este caso Colombia, es algo más que el momento que vive bajo una presidencia y por eso es también sano pensar en lo que es sin tomar como punto de referencia lo que hace o no hace su primer mandatario.

Lo más evidente es que hace rato pasamos por una etapa mucho más grave de lo que en cierto momento Carlos Lleras llamó ‘un país descuadernado’; como organización social, el ser uno de los países más desiguales, con mayor tasa de desempleo, con condiciones escandalosas de exclusión, violencia social múltiples,  corrupción, problemas de narcotráfico, en fin todo el etc. hacen indispensable e inevitable algo más que un simple ‘ajuste’ a la institucionalidad que hoy nos rige; y de otra parte la evolución histórica de la humanidad nos sitúa en un momento en que el experimento del modelo neoliberal muestra en sus resultados un rotundo fracaso: la idea que el desarrollo entendido como el crecimiento económico solucionaría todos los problemas de la humanidad, y que para lograrlo la fórmula era la disminución de la intervención del Estado y la entrega a la soberanía del Mercado y de la Libre Empresa defraudó tanto en los objetivos que buscó (excluyendo China, el crecimiento mundial en las tres décadas antes del ‘Consenso de Washington’ fue más del doble de las tres posteriores) como en los efectos colaterales, lo que obligó a reorientar las inquietudes de la humanidad hacia temas como el cambio climático, las migraciones, los Derechos Humanos, etc., más que a los temas económicos.


Lo más evidente es que hace rato pasamos por una etapa mucho más grave de lo que en cierto momento Carlos Lleras llamó ‘un país descuadernado’


Por otra parte, todo aspirante a remplazar al poder incumbente se monta en la retórica del cambio. Pero pocas veces ha sido tan clara la inminente necesidad de este (en eso coincidieron 22 millones de votos, así fuera unos por una razón otros por otra).

Ante una situación de tanto descalabro en el primer aspecto y de incertidumbre en lo segundo, no existe manual para crear una nueva institucionalidad. Todo líder que asuma un gobierno encontrará dos clases de cuestionamientos: uno ideológico por parte de la derecha si su orientación es de izquierda y viceversa; y uno de conveniencia por parte de quienes se sienten afectados por los cambios que se presentan.

Y siempre se pueden encontrar fallas y cuestionamientos a cualquier programa y más a cualquier administración en ejecución.

Ese es el discurrir o el marco del momento de Colombia, independientemente de la persona de Petro.

Las grandes preguntas resultantes son: que el gobierno está ideologizado es innegable puesto que ese fue el mandato que pidió y recibió. Pero ¿hasta dónde está más ideologizada la oposición y hasta dónde su componente de intereses creados cuenta en esa oposición? En otras palabras, la experiencia es argumento válido para la continuación de un proyecto y la improvisación y el riesgo son inherentes a todo cambio de proyecto. Pero ¿hasta dónde los argumentos esgrimidos para oponerse a las propuestas de Petro son por convicción para impedirle adelantarlas, y hasta dónde son simplemente ‘pataleos’ de quienes pierden con los cambios, ya sea porque les afectan sus intereses económicos o porque, por haber sido quienes desarrollaron o pertenecieron al régimen anterior, ven comprometida su jerarquía o su posición de influencia en el discurrir nacional? Por último: ¿tendrán claro los opositores a dónde quieren llegar? O ¿hasta dónde ir en el daño que se causa al impedir gobernar?

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