A lo largo y ancho del país existe una particularidad que nos cae a todos por igual: el chisme. Esta condición nacional, este axioma único y diferente a la vez, es esa particularidad que nos une y nos compacta de manera sectaria. El chisme hace que nos veamos semejantes; nos gusta sentir la lengua picante con las cosas inventadas, dañinas, dolorosas y escandalosas. Sin embargo, el chisme como axioma político (a pesar de ser un arma recurrente en la estrategia clientelista de la horda partidista colombiana), es completamente perjudicial y peligroso.
Pese a lo anterior, hoy nos une un chisme bastante picante: Las cartillas de educación sexual del Ministerio de Educación.
No hace falta dejar en evidencia que la ‘Ola’ (en alusión a una película noruega que muestra la estructura del Fascismo) ultraconservadora colombiana ha utilizado, reutilizado, reciclado y conservado -valga la redundancia-, cualquier cantidad de veces, el axioma del chisme desenfrenado para intentar ‘ponerle el tatequieto’ a cualquier impulso intermedio que vulnere esos principios morales que tanto defienden. Penalizan cualquier acción íntegra que venga en defensa de la actual sociedad ‘pluriétnica y multicultural’ con la pena más casta y santa de todas: el chisme (y con él: la desinformación).
Hace no más de una semana se levantó un escándalo inmenso con un video que se volvía viral dentro de las redes sociales; aparecía una mamá preocupadísima por el contenido de las clases de educación sexual que se les impartía a sus hijos dentro del colegio. En el video exponía que el MEN (Ministerio de Educación Nacional), había usado de manera arbitraria una cantidad de cartillas con informes donde ‘dicen que la orientación sexual puede cambiar; y que es normal que un hombre bese a otro hombre y una mujer a otra mujer’. Cuando pasó todo ese bororó, quedó tan evidente el título de la columna que hasta incluso iba a dejarla sin él: Colombia siempre traga entero.
Me impacté bastante, no por el contenido del video sino por la mezquindad con las que nos intentan imponer ese pensamiento retrógrado de que la ideología de género es flagelante para la juventud actual.
Siguiendo el hilo del video, aparecieron un sinfín de voceros políticos llamando a una marcha nacional en defensa de la familia. La palabra ‘oportunista’ se creó para describir los bandos políticos colombianos.
Fueron miles los participantes, que mientras caminaban en las calles, lanzaban arengas totalmente estigmatizadoras en contra de la población LGTBI; que con pancartas llenas de mensajes violentos, les intentaban excluir del camino pedagógico a como diera lugar. Qué triste situación.
Sin embargo, lastimosamente (y no lo digo en términos de conformismo, sino porque realmente lastima la situación), en Colombia -el país de los absurdos-, se hace más escándalo por una cartilla sexual imaginaria en una sola semana, que por la horda corrupta dentro del Ministerio de Educación en toda su historia: para las cifras escandalosas de derroche de dineros públicos en el PAE (Programa de alimentación estudiantil), para el nocivo programa Ser Pilo Paga y para la apropiación de las cuentas de ahorro inactivas del trabajador promedio para financiar el ICETEX, no hubo ni videíto chismosín ni marchita nacional.
En Colombia, la brecha que existe entre realidad y chisme ha sido completamente superada. Y al parecer, la única manera en que se pueda abrir consciencia crítica en el territorio nacional es a partir de cotilleos de escritorio y rumores de vecindad. Así que querido lector, venga le cuento al oído un chismesito: las cartillas fuern realizadas con auspicio la ONU y fue en respuesta íntegra a la discriminación de los sectores LGTBI en las aulas escolares
