El 10 de mayo se vivió en la Comisión Primera de la Cámara uno de los debates más fuertes que se han visto en los últimos años. Durante diez horas los representantes tuvieron la oportunidad de analizar los argumentos a favor y en contra de la iniciativa que buscaba que los colombianos decidieran por medio de un referendo el derecho de los niños en condición de adoptabilidad a tener una familia conformada por papá y mamá. Pero a pesar de que el proyecto se archivó, las tensiones que se dieron dejaron ver la importancia de las próximas elecciones.
Más allá de que para muchos esto representó simplemente una controversia entre dos minorías que han estado en disputa y que se haya escuchado un grito de “viva el amor” por parte de la comunidad LGTBI (Lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales), lo cierto es que acá no hay vencedores, ni vencidos.
No podemos hablar de “batallas ganadas” cuando la decisión que tomaron los representantes no va a solucionar la división y estigmatización que hay en el país. Por el contrario, Colombia va a estar más polarizada teniendo en cuenta que el que podía ser un punto medio de participación ciudadana, se ha caído de nuevo al piso.
Por lo que cabe preguntarse si algún día el legislativo va a poder cumplir ese papel de hacer las leyes y modificarlas para que haya una mayor convivencia entre estas partes. Independientemente de este resultado, el Congreso nunca ha podido mediar para que este problema se solucione, puesto que todos los proyectos de ley que proponen esa pluralidad de la que tanto hablamos, terminan en el archivo.
Nuestros legisladores no promueven las leyes que pueden garantizarnos una convivencia más pacífica, sino por el contrario siguen ayudando a que las agresiones entre las comunidades con principios diferentes hagan parte de la agenda diaria de los medios de comunicación y es por esta razón que Colombia seguirá siendo un país dividido, ya sea por raza, sexo, religión, cultura y estrato.
Basta con ver los titulares de los periódicos más reconocidos para entender que la decisión de la Cámara promovió un ambiente discriminatorio y estigmatizador, que no solo utiliza la imagen de quienes en su derecho promovieron el referendo, sino de las personas que lo apoyaron, declarando que “son brutos”, sin conocer las razones de fondo que tienen para adoptar su posición, teniendo en cuenta solamente “el pedacito de la historia” que cuentan los medios.
Ahora bien, hablando de las próximas elecciones este debate dejó en evidencia la falta de independencia de los poderes del Estado, demostrando que el poder ejecutivo ha manipulado al legislativo en los últimos años. En medio de este juego el pueblo, como constituyente primario, pierde cada vez más su relevancia, porque las fuerzas políticas no son independientes y críticas, sino que apoyan al que más les convenga.
La ciudadanía ya no puede reaccionar a los problemas coyunturales, que cambian cada vez más rápido debido al flujo de la información, porque siempre son callados o sus reclamos no son tenidos en cuenta. No por nada no la pasamos ‘de paro en paro’ sin soluciones.
Y no dejemos a un lado el poder judicial, que le ha dado legitimidad a figuras como el ‘fast track’ para la implementación de un proceso de paz , al que el 51% de los colombianos dijo que no.
Entonces aunque el tema de debate fue la adopción, nos demuestra que necesitamos luchar por un poder ejecutivo que respete y no sobrepase a los otros poderes; permitiendo así que el legislativo vuelva a tomar su lugar, para acabar así con el lobby y para que no se hundan los proyectos cada vez que el Presidente o los ministros hablen con los senadores, sino que los debates sean por medio de argumentos que favorezcan a una sociedad, que en este momento esta dividida y fragmentada.
Asimismo, no podemos desconocer que Colombia necesita que el poder judicial no tenga que resolver la falta de compromiso de legisladores. Es por eso que más allá de lo que pasó hoy, tenemos que reflexionar sobre la importancia que tienen las próximas elecciones. De nada sirve hacer paros y huelgas cuando en el momento en el que la ciudadanía tiene que elegir a sus representes no lo hace a conciencia. No podemos seguir culpando a los ministros o miembros del Gobierno, cuando nosotros somos los que elegimos al Presidente.
Finalmente, hay que resaltar que la senadora Viviane Morales fue una mujer que luchó hasta el último minuto, defendiendo sus principios e independientemente de que para unos sean buenos o malos, nunca se rindió, a pesar de la adversidad y el ambiente hostil. Es el momento de que, en una relación cordial, defendamos nuestros principios; no de forma violenta sino democrática, votando con criterio por el senador, representante, alcalde o presidente que defiende las convicciones de cada uno. Para así verdaderamente lograr un país pluralista desde el Congreso y con un presidente que entienda y comprenda que el compromiso es con todos los colombianos y que de manera justa debe honrar y proteger al pueblo que lo eligió.