¿Colombia se retira de la Unasur? Una crítica desde la cuarta teoría política

¿Colombia se retira de la Unasur? Una crítica desde la cuarta teoría política

Esta medida puede ser eficaz para presionar a Venezuela. Sin embargo, el gobierno debe procurar la integración suramericana, instando a la renovación del organismo

Por: Carlos Rodriguez
octubre 17, 2018
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¿Colombia se retira de la Unasur? Una crítica desde la cuarta teoría política
Foto: Diego Delso - CC BY-SA 4.0 / Leonel Cordero - Las2orillas

Ante el lacayismo pro-estadounidense, Colombia debe mirar hacia una nueva integración regional en su verdadero ethos civilizatorio: el mundo indoiberoamericano.

El pasado 10 de Agosto el gobierno Duque a través de su canciller Carlos Holmes Trujillo anunció la salida de Colombia de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), pues según las palabras del jefe de Estado esta se ha convertido en “cómplice de la dictadura venezolana” y una “caja de resonancia de Venezuela”. Una decisión aplaudida por la derecha, criticada por la izquierda, y analizada fríamente por la academia como “inefectiva” en el sentido más fiel de la palabra. Creemos por lo tanto necesario añadir a este panorama de tímidas opiniones un análisis crítico desde los postulados geopolíticos de la cuarta teoría política así mismo como de un nacionalismo tercerista colombiano y renovado.

Comencemos por aclarar el paradigma de la cuarta teoría política. La tesis fundamental de Aleksandr Duguin, fundador de la mencionada teoría, es que en el actual desarrollo de la era global surge la necesidad de una nueva configuración regional a partir del desarrollo de grandes espacios geopolíticos auto centrados o autosuficientes a partir de la integración de naciones que compartan un mismo ethos civilizatorio, es decir, una historia y raíces culturales comunes así como condiciones socio-económicas similares, bajo un nuevo paradigma teórico que supere los presupuestos del liberalismo, el socialismo y el fascismo. Todo ello en función de asegurar un espacio de autonomía económica, política, social y cultural en oposición al imperialismo de las grandes potencias, especialmente del dominio talasocrático estadounidense. El fin es crear no ya un mundo unipolar, es decir, según el dominio de un solo paradigma civilizatorio, en este caso el demoliberalismo capitalista estadounidense, sino uno multipolar que celebre la diversidad y la autodeterminación de los pueblos.

Dicho esto, se podría ver en la Unasur el intento de desarrollar una comunidad suramericana integrada, autosuficiente, cooperativa, en función de crear una “identidad y ciudadanía suramericana”, pero bajo la concepción de demoliera dell ‘socialismo del siglo XXI’. Para nadie es un secreto que la gran parte de sus integrantes fueron los principales adalides del Foro de San Pablo: Luis Inácio Lula da Silva, Michelle Bachelet, Evo Morales, Hugo Chávez, Dilma Rousseff, Nicolás Maduro, José Mujica, Rafael Correa, Cristina y Néstor Kirchner entre otros.

Es en este marco donde la decisión política de Duque adquiere tono y entra nuestra crítica. Para nosotros resulta positivo el carácter simbólico no solo de rechazar un organismo apologético de la la crisis venezolana sino también fortaleza de la politiquería presuntamente más corrupta en Indoiberoamérica, vergonzante, degenerada e ineficiente de la escena política suramericana del último siglo. Rousseff destituida por corrupción; Lula da Silva condenado a 12 años de cárcel por corrupción, lavado de activos y tráfico de influencias; Evo Morales líder enquistado en el poder investigado presuntamente por narcotráfico; Mujica exponente del progresismo y la ingeniera social de Rockefeller; Correa investigado presuntamente por caso Odebrecht; Cristina Fernández detenida e imputada por cargos de corrupción, además culpable con su esposo de la debacle económica y cultural argentina. El socialismo del siglo XXI ha caído, las actuales presidencias se han alejado de él, y su proyecto de la Unasur nunca dio resultados significativos.

Pero por otro lado, Duque como Macri o el preferido a las presidenciales Bolsonaro, son representantes del neoliberalismo más adicto a los intereses de las grandes potencias político-económico-militares y sus tentáculos corporativos transnacionales, que al bienestar nacional o regional. Este retiro de la Unasur más que el rechazo al fracasado socialismo del siglo XXI es la última expresión del servilismo colombiano a los intereses estadounidenses. De todos es sabido que Colombia siempre ha sido el perrito faldero de Estados Unidos en la región y que —aunque Duque haya dicho que no— podríamos servir de aliado y plataforma para una intervención norteamericana a Venezuela. Desde los albores de la independencia Colombia siempre ha deleznado su herencia cultural, su ethos latino —o iberoamericano si se quiere— cayendo en el espectro de los intereses ingleses y norteamericanos —el espíritu protestante— lo que nos ha costado soberanía y territorio. ¿Acaso la última expresión de ello no son las 7 bases norteamericanas en suelo colombiano? y que si bien nos ayudó a herir ‘significativamente’ a la insurgencia ‘revolucionaria’ nos ha costado soberanía, independencia y desarrollo.. .

Las opciones eran escasas sí, o los norteamericanos o nuestros "hermanos" socialistas pro-insurgentes. Aun así nuestros gobernantes siempre han mirado hacia el norte y no hacia su propia patria, optando por el “multilateralismo” subordinante y lacayuno de la OEA que se desflora ante el gran capital internacional y la hegemonía estadounidense. El único regionalismo que une a los empresarios del estado es el de la corruptocracia transnacional, el perfecto ejemplo de esto es el caso Odebrecht. Este retiro de la organización regional, la pérdida de relaciones con Venezuela y la presión —totalmente justificada— de los países contra la dictadura ya empieza a agitar vientos de guerra. Y es que a los únicos que beneficiaria una confrontación bélica entre Colombia y Venezuela es a los mercaderes de la guerra que ya empiezan a especular ofreciendo su catálogo de armas.

¿Cuál es para nosotros el escenario ideal? Nuestra posición es soberanista. Colombia solo debe reaccionar militarmente en caso de agresión bélica venezolana y no por presión internacional. Ante el lacayismo pro-estadounidense, Colombia debe mirar hacia una nueva integración regional en su verdadero ethos civilizatorio: el mundo Indoiberoamericano —latino— y no la talasocracia anglo-norteamericana protestante. Esta nueva cooperación no debe ser licuefacción de su identidad nacional ni subordinación de su soberanía, sino por el contrario reforzamiento de su independencia económica, política, social y cultural con miras al bienestar, el avance científico y la justicia social de la nación entendida esta como principio y fin de la lucha geopolítica. Frente a Venezuela ni respaldo ni abandono total de las relaciones sino búsqueda multilateral de soluciones concisas y efectivas.

El retiro de la Unasur puede ser un medio eficaz de presión contra Venezuela, pero Colombia debe procurar la integración suramericana, instando a la renovación del organismo en cuestión o liderando un nuevo proyecto. Esperamos de Duque que cumpla su palabra y opte por una solución dialogada por medios diplomáticos más coherentes y maduras, que regule eficazmente el acceso de las fronteras y que frente a las pretensiones estadounidenses esgrima la soberanía, la autonomía y la independencia nacionales.

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