En una de sus obras cortas titulada el Gato Negro, el escritor estadounidense Edgar Allan Poe escribe “y entonces, para mi caída final e irrevocable, se presentó el espíritu de la perversidad. La filosofía no lo tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre”
Y, es que, estas palabras cobran cada vez más relevancia en la sociedad de hoy, pero para entender esto revisemos la definición de perversidad y si se busca en el diccionario se encuentra – Cualidad de perverso- y si se define perverso, el RAE define el adjetivo perverso como 'Sumamente malo, que causa daño intencionadamente. 2. Que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas'.
Con esto, en pocas palabras, lo que Edgar Allan Poe está diciendo en este cuento, es que la especie denominada Homo Sapiens, uno de sus impulsos naturales es cometer daño, lo cual en parte explica el horror que se encuentra en las noticias de la Organización de Naciones Unidas (ONU) de esta semana:
El 2019, un año muy violento para los derechos humanos en Colombia (https://news.un.org/es/news/region/americas) en el cual resume de la siguiente manera: “Decenas de masacres, más de cien asesinatos a líderes sociales y defensores de los derechos humanos, abuso de la fuerza en las protestas, crímenes cometidos por militares y policías, altos niveles de violencia sexual y de género, falta de presencia del Estado en las zonas rurales, así como un incremento en los homicidios a los indígenas, aparecen detallados en el informe anual de la Oficina de Michelle Bachelet en Colombia”
Y es triste, pero lastimosamente en nuestra sociedad, la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano que nos está llevando a la caída final e irrevocable.