Es triste ver como cada día miles de venezolanos llegan a nuestra Colombia dejando con dolor sus costumbres, sus familias, su hermosa tierra. La situación de Venezuela es difícil, es algo que no quisiéramos en nuestro amado país. Lo que empezó como un sueño, como una salida a la tradicional corrupción latinoamericana terminó siendo algo mucho peor. Con una inflación por los cielos, desabastecimiento, carencia de inversión extranjera, desempleo en su máxima expresión, inseguridad al limite, censura a los medios de comunicación, una guerra civil a punto de explotar, despilfarro exorbitante de las regalías petroleras, Venezuela está en el peor de sus momentos. Lo peor de todo es que salir de esa crisis no va a ser nada fácil. Reactivar la economía y la confianza extranjera puede tardar el mismo tiempo o hasta el doble de lo que tardaron entrar en ella.
En varias ciudades de Colombia sobre todo en Bogotá y en las capitales cercanas a Venezuela desde hace varios meses es muy común escuchar el inconfundible acento venezolano. El éxodo ha aumentado de cientos a miles, los encontramos en supermercados haciendo compras, en el bus, en Transmilenio haciendo venta ambulante, atendiendo restaurantes, cuando nos llaman de un call center o como compañeros de trabajo en nuestras empresas. Incluso, ya hay venezolanos recién llegados con altos cargos en empresas privadas.
La bonanza petrolera y el emprendimiento del venezolano que antes de la "revolución" permitió tecnificar al país y abrió oportunidades de crecimiento y desarrollo a su gente fue aprovechada por muchos, lo cual les permitió formarse y capacitarse, logrando profesionales con muy buenos perfiles. Esta situación, con justa causa, les da oportunidades en esta tierra que hoy abre sus brazos, pero que como su cuna es un país de tercer mundo que camina en un inestable puente colgante, sumido en la corrupción, en malas decisiones que buscan favorecer el voraz desespero de poder y riqueza de unos pocos, sin importar el bienestar común y el futuro inmediato y lejano del país.
Parece que los colombianos aún seguimos en la época de la invasión española, continuamos deslumbrándonos con espejos cuando nos venden algo con acento extranjero. Terminamos comprando lo que sea, no apoyamos el talento local y aún peor, parece no haber control de parte del Ministerio del Trabajo o de Migración Colombia, administrado por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Da la impresión de que no tienen control de la cantidad de extranjeros, sobre todo venezolanos, que están ingresando al país y que están ocupando vacantes laborales que pueden ser de un colombiano. Ellos están permitiendo el aumento de la miseria y el desempleo de compatriotas.
Piense usted y analice, con seguridad en su grupo familiar o de amigos hay alguien con más de seis meses o hasta más de un año sin empleo, con todas las capacidades de ese extranjero que lo atendió en un restaurante o negocio, o de un compañero de trabajo que recientemente ingresó a su empresa y que también es extranjero. Estamos regalando el trabajo y el bienestar de los nuestros a manos foráneas, estamos iniciando una situación igual o peor a las de los extranjeros que hoy ocupan el trabajo de nuestra gente. ¡No podemos permitirlo!
Este artículo es una reflexión basada en el análisis del entorno propio, cuyo propósito es apoyar el talento local y crear reflexión. No olvides comprar colombiano, todos los articulo cuyo código de barras empiece con 770 son producidos en Colombia. Da la oportunidad primero al talento y al producto nacional, compra productos colombianos, emplea al talento de tu tierra.