¿Cuánto tiempo aguantará un país con una narrativa, en inmenso porcentaje falsa, basada en declaraciones que sólo buscan distraer, construir cortinas de humo y poner a pensar al ciudadano de a pie en un mundo que no existe, en una realidad que es un sofisma?
Y no hablo solamente del tema político, sino que la comunicación falsa emerge como espuma y es la salida más fácil y deshonesta de diferentes sectores, personajes, líderes y los mal llamados “influenciadores” que son de lo inexacto, incorrecto, amañado y muchas veces pagos como contraprestación a la vergüenza. Quizás hoy, en esta era tecnológica que lidera el mundo ficticio que nos arropa a los colombianos, se presenta en las redes sociales y no se necesita ser experto para concluir que los contenidos, noticias, opiniones, juzgamientos fraudulentos, ofensas, falta de pudor y demás, son en un porcentaje superior al 35 o 40%.
Así es nuestro país: vive, transita, sufre, aplaude y sonríe día a día en el mundo de la mentira, que dicha varias veces se convierte en “la verdad adulterada”. Mentir porque sí, se puede clasificar como una enfermedad y un acto supremo de irresponsabilidad en donde los autores lejos de ética, moral y principios deciden disfrutar y burlarse de los demás inventando de manera premeditada un mundo utópico. Lo anterior, en muchas ocasiones, cuando se trata de líderes políticos, lo hacen por intereses ideológicos, económicos o simplemente en una estrategia macabra, lograr mantenerse en el poder, por ende, el control de una sociedad cueste lo que cueste, como dice el refrán: confunde y reinarás.
Podríamos enumerar miles de promesas de líderes políticos y candidatos en campaña y ejercicio que anuncian lo que es imposible de cumplir, y que en la mayoría de los casos de manera consiente lo saben. En resumen, es un plan de impacto ante la opinión para lograr alcanzar los objetivos ante los incautos, la inocencia y la falta de cultura de gran parte de los ciudadanos que siempre guardan, a pesar de todo, la esperanza de mejorar su calidad de vida y su bienestar.
Es cierto que la verdad suprema no existe, dirán algunos que todo es relativo, el punto de vista varía dependiendo de… pero en el campo de la gobernabilidad, el sector empresarial y otros, si se puede establecer lo obvio, lo que expresa sensatez y lo que se puede medir y sacar conclusiones, sustentado en análisis estadísticos y el aporte de la investigación y la ciencia.
A pesar de todas las virtudes que poseemos de ser colombianos, grandes cualidades, ventajas geográficas, autenticidad de la gente, ver como uno que otro a base de superación individual ha triunfado y es orgullo ante el mundo, podemos asegurar hoy que Colombia se ahoga en la mentira, en el mundo fantástico, en los anhelos y los sueños frustrados.
Todo lo anterior porque hemos creído en la clase gobernante que ha rayado en la falsedad, creciendo en su ego y porque nunca les ha importado el pasado, presente y futuro de nuestra nación.
Para crecer nuestra verdad escondida históricamente, tendrá que renacer.