Cuando a mediados del 2000 nacía el Partido Verde, jamás nos imaginamos la fuerza con la que iba a irrumpir esta ola que en 2010, cuando Mockus se enfrentó a Santos, apenas despegaba, y que hoy, después de las elecciones regionales, nos sigue llenando de esperanza.
La hoy Alianza Verde se ha constituido en una opción de centro en la que han convergido otras fuerzas importantes como el Polo Democrático y Compromiso Ciudadano, lo cual la hace la alternativa progresista viable para derrotar las maquinarias que siempre han detentado el poder, como quedó demostrado el pasado domingo.
El año pasado, la Coalición Colombia, conformada por Sergio Fajardo, Claudia López y Jorge Robledo, se erigió como la opción que pudo haberle ganado al uribismo, sin embargo, fueron Gustavo Petro y Ángela María Robledo con Colombia Humana los que pasaron a segunda vuelta, y como estaba cantado, Iván Duque fue el vencedor; sin embargo, por primera vez en la historia de Colombia, los sectores alternativos sumaron mayoría en la primera vuelta, una verdadera amenaza para las maquinarias atornilladas a la Casa de Nariño.
El pasado 27 de octubre, los verdes se volvieron a oxigenar, por fin pudieron celebrar luego de la tusa del plebiscito, las presidenciales y de no lograr el umbral de la consulta anticorrupción. Claudia López marcó un hito, se convirtió, con la más alta votación en la historia, en la primera mujer elegida por voto popular a la alcaldía de Bogotá, y con esto, en la primera mujer alcaldesa de una capital latinoamericana; la elección de Claudia fue noticia en todo el mundo como un triunfo del progresismo: una mujer, académica, lesbiana, ecologista, de clase media, abanderada de la igualdad y la lucha anticorrupción, alcaldesa de Bogotá.
Sin embargo, la celebración no paraba ahí. Los verdes lograron alcaldías de otras ciudades importantes como Cali con Jorge Iván Ospina, Manizales con Carlos Mario Marín, Cúcuta con Jairo Yáñez, Florencia con Luis Antonio Ruiz, y en coalición en Popayán con Juan Carlos López, Santa Marta con Virna Johnson y Villavicencio con Juan Felipe Harman, sin contar con la aparición de nuevos liderazgos como el de Alejandro García en Pereira.
De igual forma, en gobernaciones como la de Boyacá con Ramiro Barragán, Chocó con Ariel Palacios, Antioquia con Aníbal Gaviria, Caldas con Luis Carlos Velásquez y candidaturas apoyadas en Córdoba con Orlando Benítez, en Magdalena con Carlos Caicedo y en Huila con Luis Enrique Dussan.
Pero el triunfo de los sectores alternativos no es exclusivo de la Alianza Verde; los independientes también lograron lo impensable, Daniel Quintero, es hoy una grata sorpresa para el país al lograr la victoria en el bastión del uribismo, y en Bucaramanga Juan Carlos Cardenas de la mano de Rodolfo Hernández lograron mantenerse en la alcaldía.
Faltarán varios análisis para saber si las elecciones presidenciales fueron un abrebocas del éxito de los sectores alternativos el pasado domingo; si como en todo el continente los ciudadanos estamos indignados pero no salimos a protestar sino que expresamos el descontento en las urnas; si las prioridades de los nuevos votantes son las que están cambiando el panorama electoral; dos cosas son seguras: Que el uribismo y todos los vicios de la Colombia bipartidista se están quedando atrás, y que es necesario, urgente, que los sectores alternativos se unan. En las próximas elecciones quien enfrente al candidato uribista deberá contar con una amplia unidad que lo respalde, ojalá fuera una coalición en la que estuvieran Petro y Fajardo sin que ellos fueran los candidatos, el primero por sectario, es difícil entender los deseos de paz desde su egoísmo, el progresismo desde su ánimo caudillista, y el segundo por ambivalente; ojalá una coalición que contara con la perspicacia del exalcalde bumangués Rodolfo Hernández, la sensatez del gobernador de Nariño Camilo Romero, y el fresco liderazgo del gobernador de Boyacá Carlos Amaya.
Es el momento para un acuerdo progresista en el que quepan todos los sectores que hacen contrapeso a los que han gobernado siempre, un acuerdo que sirva para salir de la discusión de izquierda o derecha. Los corruptos siempre se han unido para mantenerse en el poder, nosotros no podemos seguir divididos.
