La reciente muerte del actor chileno Alex Araya, en extrañas circunstancias el pasado 7 de junio en un Airbnb, vuelve a prender las alarmas de los extranjeros que visitan Medellín, pues en lo que va del año, ha habido un fallecido cada 6 días, contra uno cada 10 días en 2023, de los cuales 37 fueron por muertes violentas, de acuerdo con datos de la Personería Distrital. Por lo menos la mitad de ellos, este año, eran estadounidenses.
Infortunadamente, aunque la ciudad ha realizado su mejor esfuerzo por quitarse el estigma, se ha convertido en un verdadero peligro, pues son cada vez más turistas extranjeros que están muriendo en la capital antioqueña.
En lo que va del 2024, 359.000 turistas han visitado la ciudad y ya se han producido 29 muertes violentas de extranjeros, más de una por semana, según la definición de la Personería. De mantenerse el ritmo, el año 2024 cerraría con 61. Ante esta situación, la embajada de Estados Unidos en Colombia, a principios de este año, recomendó a sus ciudadanos extremar los cuidados al visitar el país, tras los casos de robos y sicariato ocurridos en cafés, restaurantes y establecimientos.
Por otro lado, y no menos importante, también los casos de explotación infantil son el pan de cada día y aunque no existen cifras oficiales de cuántos menores de edad han sido explotados sexualmente en Medellín en 2024.
El año pasado se reportaron más de 320 víctimas de este delito en la urbe, según la ONG Valientes Colombia. Aunque el gobierno local, en cabeza de Federico Gutiérrez hace sus mejores esfuerzos con campañas como: “Ni lo intentes, es un delito” para advertir a turistas que la explotación sexual y comercial, es un crimen que se penaliza con cárcel hasta de 25 años, parece poco para los resultados obtenidos.
Asimismo, los habitantes paisas, también se unen con fuertes protestas silenciosas colocando carteles por toda la ciudad con frases como: “No llames turismo a tu pedofilia”, “Tocar a los niños te hace un violador”, entre otras.
Las mafias detrás de los contactos por redes sociales para enamorar y atraer extranjeros con rumba sin fin, drogas, y sexo, llámese infantil o adulto son innumerables, se habla de organizaciones muy preparadas, las cuales se llevan un alto porcentaje del dinero que se cobra por vivir varios de los pecados capitales en Medellín, donde incluso se puede pagar con la vida misma. Los valores parecieran no tener cabida, o pasar a un segundo plano, pues solo vale el momento, el aquí y el ahora, cueste lo que cueste $$.
Ver extranjeros caminando en sandalias y morral al hombro por las calles de Medellín se convirtió en el pan de cada día, y no todos van para vivir la vida loca, también los hay, quienes de verdad quieren conocer su gente con su pegajoso acento, la cultura, arquitectura y gastronomía, entre otros y llevarse los mejores recuerdos dejando grata sensación entre los paisas, pero de eso poco se habla, porque la cultura de la muerte es la que hace de las suyas.
En este doloroso capítulo de Medellín, que, además de seguir estigmatizada por el nombre de Pablo Escobar, el narcotráfico y el sicariato, ahora se le suman, la muerte de extranjeros y la explotación sexual de los niños.
Paradójicamente se construirá el Cristo más grande del mundo, en la región Antioqueña de El Peñol, con 86 metros de alto, sobrepasando al Cristo Redentor de Brasil, y que aspira atraer 235.000 visitantes al año; algo necesario, como para bendecir la zona, para que el cielo haga lo que parece imposible para el hombre, y que no termine parecido a Sodoma y Gomorra, porque ya conocemos su triste final.