Siempre que llego al punto en un debate sobre creencias y política (nótese que no uso la palabra religión) la contraparte siempre invoca la condición de estado laico para Colombia, a lo que yo suelo refutar: “La constitución por ningún lado dice literalmente que seamos un país laico, pero en el preámbulo sí invoca de manera literal a mi Dios”. No es que yo desconozca la razón o el origen del decir que Colombia es un estado laico, pues tengo claro que el Art. 18 de la CP del 91 establece el derecho a la libertad de culto y el Art. 19 garantiza este derecho, así mismo la Corte Constitucional lo deja claro con la sentencia C-350 de 1994 al declarar inexequible la consagración del país al 'sagrado' corazón de Jesús.
El caso es que la condición de laico no lo convierte en un estado ateo, sino en uno que brinda las condiciones para que la persona tenga libertad de creer en una u otra cosa o simplemente no creer en nada, en ningún momento es la renunciación a los fundamentos y los valores del individuo pues es libertad de cada uno hablar y obrar según sus convicciones, siendo deber y derecho del mismo no imponer ni que le sea impuesta ninguna creencia, ciencia o ideología que vaya en contravía de sus convicciones y principios morales.
Por lo tanto es derecho de la persona o grupo tener alguien que defienda en el escenario político sus intereses, principios y convicciones, sin que este representante sea sometido a escarnio por su posición, antes por el contrario es deber de los demás respetar a todos aquellos que lo eligieron y lo pusieron allí para que los representara. Si bien es cierto que dicho representante deberá usar un lenguaje entendible para todos los demás representantes de otros grupos, nadie puede obligarlo a renunciar a sus principios ni a usar en un momento dado su fundamento como soporte de sus decisiones.
En ese mismo orden de ideas, los políticos son personas que tienen unas creencias y valores a los cuales no tienen por qué renunciar al adquirir la condición de funcionario público, mucho menos cuando el cargo es de elección popular y quienes lo eligieron lo hicieron para que asumiera las banderas de esas creencias y valores.
Yo tengo el derecho a ser elegido o elegir a alguien que represente mis intereses ante el estado, a alguien que defienda mis convicciones acerca de la familia, de la educación y el diseño micro curricular de la misma, que represente mis intereses como hombre, como padre, como profesional, mi idea acerca de cómo debe diseñarse la sociedad, lo cual no está muy lejos del interés colectivo de las mayorías en el caso especifico de Colombia.
Tengo el derecho a ser respetado por eso y que todos aquellos que piensen diferente a mí, incluidos los medios periodísticos en todas sus expresiones se abstengan en su matoneo mediático, simplemente por pensar diferente, porque de esa pluralidad se desprende la condición laica del estado.