Hace poco una dama publicó una noticia ciudadana titulada "Humor sí, pero no así", en alusión a un vídeo sarcástico de Hassan, que al parecer tocó fibras sensibles en la comunidad médica. Yo no he visto la filmación, pues el humor del aludido no es de mi preferencia, pero defiendo la libertad de expresión de casi todos los humoristas colombianos —menos de los que se burlan de las minorías: Piroberta, Micolta pintado de negro—, que con sus ocurrencias logran que no nos enloquezcamos en este país en el cual matan solo por ver caer. Eso por un lado, pero por otro están los cuenta chistes y los mamadores de gallo.
Humor, chiste y mamadera de gallo pueden, en algún contexto, significar lo mismo, pero yo tengo definidas algunas sutiles pero transcendentales diferencias entre las tres cuestiones. Creo que los humoristas son muy serios, pues generalmente son personas dedicadas a elaborar sus rutinas teniendo como insumos todo lo que pasa a su alrededor; un buen humorista está en la jugada, ejemplos: Ricardo Quevedo y Andrés López. Un cuenta chistes es un tipo dicharachero, simpático, que habla hasta por los codos y le saca jugo a cualquier estupidez, ahí radica su éxito: convertir en algo gracioso cualquier situación sencilla: Alerta. En cambio los mamadores gallo son aquellas pintas que se creen chistosos y simpáticos, y no lo son. Ellos son simplemente tipos sagaces y tramposos que nos miran la cara de pendejos y por eso nos toman del pelo.
En este país los mamadores gallo abundan. Y la mayoría son políticos o han trabajado con el Estado. Veamos. César Gaviria es un gran mamagallista, uno de sus chistes flojos más recordados es: “Compatriotas, bienvenidos al futuro”, pronunciado cuando tomó posesión de su cargo como presidente. Lo secunda en su flojera Ernesto Samper, que nos vio la cara de bobos cuando, una vez se supo que había ganado la presidencia gracias a los dineros del Cartel de Cali, explicó: “Si entraron dineros calientes a mi campaña, de seguro fue a mis espaldas”. Álvaro Uribe no se queda atrás, y nos sigue mamando gallo con la declaración de renta de sus hijos, que prometió mostrarnos hace muchos años. El presidente Santos se unió hace poco al grupo de mamagallistas al expresar, después de que se descubrió que dineros de Odebrecht habían financiado su campaña: “Hasta ahora me entero”.
Además, el exprocurador Ordoñez, que a primera vista aparenta ser un tipo serio, es un mamagallista empedernido: promueve marchas contra la corrupción a sabiendas de que a él lo echaron de la procuraduría por corrupto. Hasta los del secretariado de las Farc se unieron al grupo de los mamadores de gallo: están grabando vídeos en los cuales critican la corrupción y las malas prácticas administrativas. ¡Tremendo chiste tan flojo! Los Nule y los del cartel de la contratación, los tipos de Interbolsa, los de Reficar, los del cartel de la hemofilia y el 90% de los políticos hace rato nos están mamando gallo, con la complicidad de la justicia, pues los primeros se roban el erario, los pillan, los condenan a pagar 4 años de cárcel en su mansiones y después salen a reírse en nuestra cara, como si nada hubiera pasado.
En fin. En este país abundan los mamadores de gallo. Tipos que son a su vez un mal chiste y se burlan de todos, por eso hacen lo que se les viene en gana con total impunidad. Menos mal nosotros nos reímos y somos mansos y de buen humor, de lo contrario, ya le hubiésemos hecho caso a Álvaro Gómez: habríamos tumbado el régimen.
Postdata. En las próximas elecciones presidenciales ganará el chiste más flojo: no queremos que nos gobiernen esos corruptos, queremos que nos gobiernen los nuestros.
