En ése país la herencia ya no es solo patrimonial. Abarca todos los ámbitos de la vida cotidiana. Ya no solamente se hereda la tierra bien o mal habida con sus problemas, la ropa de los hermanos mayores y los celulares que los tíos cambian por nuevos, sino que se heredan los cargos públicos sin ningún pudor. ¿Cuál es el mérito de los hijos de Lucho Garzón, Piedad Córdoba, César Gaviria, Ricaurte Lozada, Angelino Garzón o de los hermanos y sobrinos de tantos políticos que aparecen en la arena de la noche a la mañana a usufructuar los aparatos clientelistas de los parientes?. Pero no sólo se heredan las maquinarias políticas: también se heredan las confesiones religiosas, los negocios de la mafia, los periódicos y hasta los mandos en la guerrilla. No es raro pensar que en el 2050 se firme la paz entre un hijo del presidente Santos con los hijos o nietos de los guerrilleros de la mesa de hoy, el negociador sea el sobrino del Humberto de la Calle y los veedores el hijo de Lucho Garzón como presidente de la CUT y el sobrino del Senador Cristo como presidente del Senado. El tema sería hasta risible si no sucediera lo mismo en el reverso de la moneda, que es lo mismo que ha sucedido siempre: el desheredado del campo –hoy a menudo desplazado- hereda también la carga de miseria que arrastran los hijos, sobrinos y nietos al mismo ritmo que los hacen los demás. Ni que decir del ciudadano de salario mínimo. Hereda también la chaza el hijo del vendedor ambulante y el zorro el reciclador para que los hijos, sobrinos y nietos de todos, los de arriba, el medio y abajo, sigan haciendo lo mismo generación tras generación.
Pero más allá de lo anecdótico la razón está sobrediagnosticada. Colombia es un país con muy baja movilidad social, como sucede con todas las sociedades que no han llegado a la modernidad económica y social y que basan su economía no en la innovación y el premio de la iniciativa individual sino en las rentas y el usufructo del erario público, o sino explíqueme ud. Cómo los bancos ganan billones sin arriesgar un solo peso y sin financiar un solo proyecto productivo. Pero son igualmente premodernas las organizaciones políticas, sea de la naturaleza que fuere, por eso cuando se inhabilita un jefe, la sucesión no se hace dentro del grupo y como reconocimiento al mérito del trabajo, sino con base al linaje y la descendencia, como en las sociedades de castas. Como en el país que somos.
