El concierto empezó con la misma canción que habían empezado los últimos dos conciertos en Bogotá: Mil canciones. Eran las 9:10 pm del pasado viernes 22 de abril y el telón del GMLAuditorio se abría para dejar ver la espalda de Carlos Vives, quien tenía una chaqueta negra con un tigre debajo de la palabra “VIVES”.
Los gritos estallaron e hicieron temblar las paredes de Gaira Café, el cual contaba con más de 500 espectadores, la presencia de nuestro alcalde Enrique Peñalosa y celebridades como Amparo Grisales, Paulina Vega, entre otros.
Tras la primera estrofa de la canción, Carlos Vives se volteó y generó una euforia que impedía oír la música y los pensamientos que pudiesen estar pasando en ese momento por la cabeza de los espectadores. Debo confesar que, desde que tengo uso de razón, soy una admiradora incansable de Vives y si bien lo había visto en el concierto del Parque Simón Bolívar en septiembre de 2014 y el pasado 13 de agosto de 2015, nunca había estado tan cerca como esta vez. No era consciente de lo imponente que es sobre un escenario. Nunca alcancé a imaginar que su maravillosa energía llenara un radio de por lo menos 10 metros a la redonda.
Lo que sucedió en Gaira esa noche es algo que ninguno de los presentes podrá olvidar. Fue un espectáculo impecable en términos musicales, logísticos y artísticos que confirmó, una vez más, que artistas como Carlos Vives son únicos en el universo.
Comparto mi experiencia de aquella mágica noche porque considero fundamental que los Colombianos nos sintamos orgullosos y honrados por tener un artista como lo es Carlos Vives. Antes de continuar, debo aclarar que nunca he tenido la oportunidad de conocerlo ni compartir una charla con él (sin lugar a dudas, es un sueño que anhelo cumplir) pero ha sido suficiente lo que he visto en 22 años de vida.
Es un hombre con una calidez humana que es palpable a través de las cámaras; es un ser humano que sin importar la fama que ha tenido, es agradecido y humilde, lo cual es evidente cuando en pleno concierto agradece a su madre, presenta a cada uno de los integrantes de su banda, cuando le hace una venia a Miss Universo y cuando admira en voz alta a Amparo Grisales, Peñalosa y Julio Sánchez Cristo.
Carlos Vives es un colombiano que ama a su tierra como pocos lo hacemos. Es un samario que ha trabajado incansablemente por empoderar, a través de la música, a una región de Colombia tan olvidada como lo es el Pacífico. También ha realizado diversos esfuerzos para fortalecer el fútbol en su región y que hayan más talentos samarios en la Selección Colombia. Es un hombre que se preocupa por la diversidad ambiental de nuestro país, que utiliza su bicicleta para contaminar menos, que realiza infinitas campañas a nivel nacional e internacional sobre temas sociales.
Él, en cada concierto, da una pequeña clase de historia sobre las gaitas, sobre los tambores que corren por la sangre colombiana, sobre nuestra riqueza musical y nuestra cultural ancestral. Su esfuerzo por preservar nuestra cultura ha unido varias generaciones bajo el ritmo de su música. Carlos Vives es un artista que deja el nombre de Colombia en alto a nivel internacional, que exporta nuestra alegría, nuestra música, lleva al exterior lo mejor de Colombia.
No hay palabras suficientes para expresar lo orgullosa que me siento de ser colombiana y tener un artista como Carlos Vives, que ha cambiado el mundo a través de la música. La verdad es que me muero por conocerlo, porque quiero compartir un momento con un hombre, que por el amor a su patria, ha dejado su nombre en alto, y no ha necesitado ningún título político para cambiarle la vida a muchos colombianos.
@mapavargas
