Creo que en la política y en la vida se debe ser honesto, y esa honestidad tiene un gran costo. Generalmente, esa característica aleja a las personas y convierte a quien la practica en un ser solitario; de igual forma, se deben tener principios que trascienden la ideología y van de la mano de la coherencia y de los conceptos de vida, esa vida digna, solidaria y libre.
En cada proceso electoral me cuestiono el sentido de participar; es difícil apostar por una transformación desde las urnas, mientras vemos cómo el poder económico sigue en manos de las mismas personas que financian campañas, ponen fiscales, procuradores, magistrados, contralores, personeros. Pero tengo un sueño, que es de carácter colectivo, y es que somos muchas y muchos quienes esperamos un mañana de cambio, de transformación, de esperanza (parafraseando al maestro Rubén Blades), y podremos derrotar al poder establecido para empezar a escribir la nueva historia del país, que hasta el momento ha tenido solamente una historieta.
Guardo en mi memoria, como un tesoro, la campaña de 2011 en Bogotá, en la que logramos triunfar y llevar a Gustavo Petro a la Alcaldía de Bogotá, con él llegaron ocho concejales/as y 27 ediles/as, no es precisamente por el actuar de esos concejales/as y ediles/as que lo recuerdo, pues si no fueron todos/as, sí la mayoría de quienes salieron elegidos/as, resultaron ser, como se dice en el argot popular: calcetos/as, faltones/as, o mejor, para no herir susceptibilidades, ellos/as son la representación gráfica que la política es dinámica.
En este año nos enfrentamos nuevamente a las urnas, a la decisión de si vale la pena darlo todo para legitimar el fraude, la corrupción, la mezquina actuación de quienes ostentan el poder y no quieren soltarlo o de quienes aspiran a tenerlo para llevar a cabo las mismas acciones que sus predecesores, pero con diferentes camisetas.
Todo un pueblo que se volcó a las calles durante cada acción del paro nacional mientras la policía, bajo la mirada tutelar de alcaldes/as y gobernadores/as, asesinaba y dejaba tuerta a nuestra juventud , cada trapo rojo que evidenció que nos estábamos muriendo de hambre en plena pandemia, mientras el gobierno uribista nacional y los regionales no hacían un carajo y desde las comodidades de sus casas y haciendo gala de sus prebendas, recorrían parques, mientras nos obligaban a encerrarnos, la hipocresía hermana.
Cada habitante del campo sobreviviendo mientras el Estado miraba para otro lado, pues los apoyos económicos se giraban a los grandes empresarios, que, a su vez, durante la campaña le giraron grandes cantidades para financiar sus fiestas y compra de votos. Es el negocio socio. Yo te financio, tú me devuelves.
Es por estas personas que han luchado, que lucharon ayer y que han luchado siempre, que hoy estoy segurode que debemos darnos nuestra última oportunidad, aunque vengan muchas más; estoy seguro de que debemos entregar un voto de confianza, un voto de respaldo a quienes sin miedo han levantado su voz contra los opresores, a quienes se han convertido en la voz de aquellos que gritamos, pero no nos escuchan. A los sin voz, porque no servimos para estar con las rodilleras puestas ante los poderes, vengan de donde vengan; a los que levantamos la voz, pero no es escuchada porque no servimos para vender simulacros.
Confió totalmente en Gustavo Petro, estoy convencido de su honestidad y de su amor por esta sociedad, sé que siempre ha dado lo mejor de él para lograr una Colombia unida, libre, por eso mi voto este domingo será por él, para que sea el candidato del Pacto Histórico, desde mi trinchera siempre lo he apoyado, lo he respaldado y hoy, como siempre, levanto las banderas que lo llevaran a la Casa de Nariño.
Para quienes están en Medellín, llegó la hora de permitirse salir de la horrible noche y eso pasa por votar por la lista a la Cámara por Antioquia del Pacto Histórico, para que personas como Alejandro Toro lleguen a defender las banderas de la paz y de los derechos humanos en el Congreso; y para quienes están en Bogotá me atrevo a sugerirles a Katherine Miranda, quien sin miedo ha enfrentado el poder de los Char y se ha convertido en una aliada importante de sectores sociales, que por siempre habían sido silenciados.
Hoy, sin temor a equivocarme, creo que para el Senado debemos apostarles a procesos políticos que tengan el feminismo como bastión, procesos que sean liderados por mujeres, para que en el 2026 Petro le entregue el gobierno a una mujer, alguien que defienda los principios feministas de igualdad, contra el patriarcado, contra el capitalismo y contra el racismo, por lo anterior mi voto será por Estamos Listas.
Sé que será el voto del que me sienta más orgulloso.