Colombia no es el Ubérrimo

Colombia no es el Ubérrimo

"Ya es hora de que el líder del CD comprenda que sus carnitas y huesitos tienen los mismos derechos que todos los colombianos y también los mismos deberes"

Por: Nestor Mauricio Niño Cuenza
septiembre 26, 2019
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Colombia no es el Ubérrimo
Foto: Las2orillas

Hoy se hace necesario que los líderes e hipnotizados seguidores del Centro Democrático lancen al cesto de la basura el inservible argumento de que en Colombia quien no es uribista es guerrillero, ya que en las últimas mediciones se reflejó que muchísimo más de medio país no sigue con el fervor y la ceguera del belicoso pretérito al menguado y turbulento líder paisa. Las razones probadas del desprestigio se encuentran en gran parte en este escrito.

También es bueno reflexionar que con las condiciones socioeconómicas y sociopolíticas actuales millones de colombianos entre Uribe y Timochenko votarían en blanco no por apasionamientos proselitistas y sí por la degradación progresiva que estos actores sociológicos han venido generando en la población más vulnerable; no obstante, que exseguidores pura sangre ya no compartan las convulsiones deslustras del líder antioqueño o que el petrismo con su agenda pacifista y ambiental intente desvanecerlo no los convierte en sus discrepantes más acérrimos. De plano, el adversario más terrible de esta controvertida doctrina política es su propia historia y su propia actitud política.

Tanto es así que el sistema socio-político antioqueño ya empieza a configurar un escenario diferente y sin el padrinazgo del expresidente. Y todo indica que la ciudad de Medellín, otrora fortín electoral, no le da el visto bueno a los candidatos considerados artificiales y cosméticos impuestos por Álvaro Uribe; al contrario, empiezan a emerger figuras nuevas, independientes, frescas, objetivas y vanguardistas, con una arquitectura mental más diversa y no tan anclada al militarismo y sí a la concepción ambiental, educacional, tecnológica y cívica, como es el caso del joven profesional de origen antioqueño Daniel Quintero, que sube en las encuestas con una rapidez que supera las expectativas de las administraciones de turno y agrieta los cimientos de las clases políticas tradicionales de esta región. Este hombre en mención ya fue víctima del descredito del turbulento exmandatario, quien lo acusa de izquierdista en su desesperación electoral, solo faltarán unos días para que lo condene ante la hoguera embustera de los belicistas de oficina, como miembro o simpatizante de los grupos violentos, como es su proceder y sin el más mínimo reparo o remordimiento.

Debemos recordar que hombres del inmerecido pasado de Antioquia dejaron una enseñanza y es que solo en un instante se puede pasar de ser el Robin Hood de los pobres a ser el monstruo de la historia mundial, el forajido de la vida nacional y la vergüenza de gran parte de la sociedad antioqueña, todo por el desbordado narcisismo y la adicción desmedida por el poder; mencionando esto, es posible aseverar que este sea el contexto actual del expresidente de la mano firme y el corazón grande, ya que la sociedad empieza a perder el respeto por un hombre que ultraja, amenaza, miente y desacredita, de la manera más facilista y ruin, como un especializado poliglota de la mentira y el cinismo.

Ahora, si descendemos en el cenagoso proceso de paz, es muy claro que la ciudadanía conoce ligeramente el contexto jurídico de los reinsertados de las Farc y hasta podríamos admitir, que este como todos los procesos de paz del mundo, es un proceso imperfecto, pero de igual manera por qué no conceder la categórica afirmación de que “No hay nada más imperfecto que una guerra”.

En el caso Santrich, por ejemplo, él no era el colombiano más idolatrado por la sociedad mundial, pero si era un eslabón, que al final no resultó ser tan determinante ante el gran esfuerzo nacional por robustecer los acuerdos; sin embargo, se comprende que en el momento se requería del equilibrio institucional el cual garantizara el orden jurídico y así continuar con el gran periplo del acuerdo, hoy sabemos que los mismos derechos que asistieron al subversivo, son los que hoy le permiten al expresidente Uribe, presumir de su inocencia y ser escuchado por la Corte Suprema de Justicia.

Muy cierto es, que ni siquiera la mayoría de ciudadanos que votaron por Iván Duque estuvieron de acuerdo con desaparecer todos los esfuerzos de La Habana de un escobazo y sin contemplaciones, recordando que el Centro Democrático ganó las elecciones con alianzas y pactos de conveniencia con el P.L, P.U, P.C, C.R y otra colectividades; en síntesis había mucho que ganar y demasiado por perder y a la postre fue una convicción que se formó gradualmente y en la medida en que los actores del conflicto, restringieron considerablemente sus acciones beligerantes y terroristas.

Pero el único que naufragando entre sus odios y rencores, no vio nada positivo en el histórico proceso de pacificación fue el iracundo senador, quien solo necesitaba un ladrillo para pararse a despotricar del proceso, con sentencias y amenazas injuriosas, no desentonando con la forma ladina como lo desacreditaron en el plebiscito. No olvidemos que la hoy senadora Cabal dijo abiertamente que a los pensionados se les descontaría el 7% para financiar los guerrilleros desmovilizados y otras tantas invenciones. Este hecho lo corroboró el gerente de la campaña del no, Juan Carlos Vélez cuando afirmó, que la idea era generar un clima que desinformara, manipulara y distorsionara la verdad. ¡Hoy se sabe que el triunfo del no fue una artimaña!

Con todo, los colombianos también reconocen que la situación jurídica de Santrich hoy es diferente, que debe ser capturado y que la justicia debe caer con todo su peso sobre él, pero también coincidimos en que estos casos no podrán comprometer la agenda de la JEP y el compromiso de la dama de hierro que la precede Mirtha Patricia Linares Prieto; la paz es un ideal concreto y sublime, se convierte en una materia granítica que nos hace soñar a todos, ni Jesús Santrich, ni Álvaro Uribe, ni Iván Márquez y menos los carteles mexicanos, demolerán este designio nacional.

Ya es hora de que el líder del CD comprenda que sus carnitas y huesitos tienen los mismos derechos que resguardan a todos los colombianos y también los mismos deberes. Así mismo, que sus incendiarios discursos estimulan el rencor y este es genitor de violencia; tomando en cuenta que existe un sector muy radical y violento de la vertiente ultraderechista, que navegando en las aguas turbulentas de la marea nacional vive convencido de que ser miembro del partido gobernante le otorga licencia para robar, mentir, amenazar y en numerosos casos asesinar.

Expresidente, ¡Colombia no es el Ubérrimo!

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