El reciente mensaje de la vicepresidenta de Colombia es un claro litote frente a la urgente necesidad del país de fomentar políticas públicas y de gobierno, que incentiven el estudio de otras ciencias y disciplinas que han sido sepultadas por su supuesta “complejidad”.
La vicepresidenta Martha Lucia Ramirez aseguró en su intervención; “En Colombia hay demasiadas sociólogas y psicólogas, invitamos a las mujeres a escoger carreras basadas en la ciencia y la tecnología”
Hoy, este mensaje es pertinente ante la situación académica y laboral que vive el país, sin embargo, fue la oportunidad de muchos, en especial de algunos “periodistas” para sacar a relucir su animadversión por el gobierno actual y su falta de objetividad, en unos instantes comenzaron a dar pábulo a comentarios insidiosos e interpretaciones exageradas y mal intencionadas.
Es claro el mensaje de la vicepresidenta, la mujer debe involucrarse en otros espacios y disciplinas diferentes a las ciencias fácticas, esta respuesta encuentra respaldo en las actuales cifras del Ministerio de Educación, las cuales revelan que las facultades de las universidades colombianas con mayor demanda son las de las ciencias sociales, quiere decir esto que en Colombia tenemos demasiados economistas, abogados, sociólogos y pocos físicos, ingenieros y científicos.
De dónde se infiere que la intención no era descalificar alguna profesión, su mensaje fue claro al ilustrar el superávit en ciencias sociales e invitar a las mujeres a que sean protagonistas en otros escenarios. Esto nos recuerda lo aseverado por el escritor Andrés Oppenheimer en su obra “¡Crear o morir!” en la que afirma lo siguiente:
“La mayoría de estudiantes universitarios en América latina se vuelcan a las humanidades y las ciencias sociales (…) lo que explica por qué Latinoamérica está produciendo tantos economistas y tan pocos ingenieros o científicos”
El autor finaliza su libro con la siguiente frase:
“Es hora de que en Latinoamérica entremos de lleno en la era de la economía del conocimiento y entendamos que el gran dilema del siglo XXI no será capitalismo o socialismo, ni Estado o mercado, sino uno mucho menos ideológico; innovar o quedarnos estancados”.
No estoy decantando a favor de la vicepresidenta, muchos menos del gobierno actual, pero es claro que los países que invierten y propenden por un mercado interno competente en ciencia y tecnología son los más competitivos y generan más bienestar para su gente. Si bien es cierto que las circunstancias de cada país son diferentes no cabe duda de que lo que ha puesto a esos países en el lugar que están ha sido su respaldo a las ciencias formales y a la investigación, por ende, no debemos condenar el mensaje de la vicepresidenta, todo lo contrario, luchar por ampliar el mercado laboral en consideración a los intereses propios de las mujeres y que su espacio de trabajo no este limitado a los escritorios. En cambio, hay que elevarlas a escenarios más competitivos.
Ahora, algunos medios de comunicación no han sido los únicos en lanzar flechas contra el mensaje de la vicepresidenta, se sumó la academia y el colegio Colombiano de Psicólogos (COLPSIC), es de subrayar que demuestran su falta de percepción de la realidad, en cuanto a que la ciencia se ha convertido en el núcleo de la cultura moderna; pero visten su réplica de ropajes de solidaridad con las sociólogas y psicólogas que reitero no han sido atacadas.
Al discutir sobre la importancia de las ciencias formales, vale la pena citar al físico y filósofo Mario Bunge quien afirma que; “El mundo del hombre contemporáneo se funda sobre los resultados de la ciencia: el dato reemplaza al mito, la teoría a la fantasía, la predicción a la profecía.” Así las cosas, nadie discute el aporte y la importancia de la física y las matemáticas en la sociedad digital que nos correspondió, y si bien, de la otra orilla hay quienes cuestionan las explicaciones científicas, es de recordarles que estas no son definitivas, pero sí son perfectibles.
Concluyendo, se espera que este gobierno que ha sido tan desacertado en otros aspectos, materialice y promueva los recursos que ha anunciado a través de la vicepresidenta en áreas de la educación como la ciencia y la tecnología y haya más estímulos para la investigación, que no termine siendo un discurso proteico, o componendas, reiterarando que el objeto de esta columna no es desmeritar otras disciplinas que nos queda claro gozan de mayor prestigio, poder y demanda; ni enterrar las ciencias fácticas siempre útiles, sino de estimular otras disciplinas más acordes al siglo en que vivimos como herramienta para lograr mayor competitividad, remodelar la sociedad y fortalecernos en materia tecnológica. Y claro, paliar la situación del subempleo, fenómeno que no se puede negar en este país. El reto pues, está en superar ese déficit de científicos que necesitamos con urgencia para salir del oscurantismo y relego global, y qué mejor que con mujeres profesionales en estas áreas, poder al fin incorporarnos al mundo culto y quitarle protagonismo a la cultura política, bélica y deportiva.
