Qué funcionalidad cumplimos al indignarnos a través de las redes sociales con el vil e injustificable asesinato de Javier Ordóñez si Colombia es un país conformista, doble moralista y carente de conciencia de clase ante las arbitrariedades cometidas por todas las fuerzas militares que velan por la seguridad nacional.
Solo basta con googlear un par de horas para darnos cuenta de que esta no es la primera ni la última vez que los fascistas que conforman las fuerzas militares de Colombia se ven involucrados en problemas judiciales con la justicia penal militar por su inadecuado actuar al momento de interceptar a un ciudadano del común para el respectivo procedimiento policial con el fin de hacer uso del código nacional de seguridad y convivencia ciudadana para así evitar llegar instancias mayores, como por ejemplo, un proceso penal en la jurisdicción ordinaria.
Decenas de familias colombianas, sin importar la época en la que nos situemos, se han visto obligadas a llorar y tener que padecer por el resto de sus vidas la indignación y la impotencia de haber perdido a sus seres queridos; quienes fueron privados del derecho a la vida a manos de quienes velan por nuestra “seguridad” solo por querer exigirle al Estado de forma pacífica mejores condiciones de vida para las clases menos favorecidas o solo por querer alzar la voz como acto de protesta para reprochar los incesantes atropellos policiales contra la población civil.
El 8 y 9 de junio del año 1954 son fechas que, aparte de los familiares de las víctimas, pocas personas recuerdan. Un día antes del fatídico hecho fue asesinado dentro de los predios de la Universidad Nacional el estudiante de medicina y filosofía Uriel Gutiérrez, quien recibió un impacto de bala en el cráneo por parte de un policía. Un día después una muchedumbre de estudiantes provenientes de distintas universidades de Bogotá se dio cita para hacer un plantón a las afueras del palacio presidencial y repudiar lo ocurrido. Aquella noche los estudiantes fueron recibidos por un grupo de militares que habían participado en la guerra de Corea meses antes y a quienes ya se les había dado el beneplácito por parte de los superiores de dispersar la manifestación e impedir que llegaran a su objetivo final. Los militares descargaron sus proveedores disparando a diestra y siniestra contra los inermes manifestantes, dejando como resultado a 13 estudiantes muertos.
34 personas asesinadas bajo distintas modalidades y circunstancias desde que el Esmad fue creado y la mayor parte de los asesinatos son a menores de edad y la mayoría de los delitos han quedado en total impunidad. Mientras los colombianos siguen padeciendo del síndrome de pérdida de memoria a corto plazo, marchan durante un par de días y al otro olvidan todas las arbitrariedades orquestadas desde el estado, esto mientras los medios masivos de comunicación trillan el tema y deja de ser mediático y les vuelven a transmitir pasión de gavilanes para mantener a los borregos ocupados en la banalidad del entretenimiento.
Aprovechar las manifestaciones para pedir a gritos de arengas que se desmonte al Esmad es absurdo e irrazonable, esto no conllevaría a que cesen las hostilidades por parte de quienes conforman la unidad especial de la dirección de seguridad ciudadana. Solo se estaría contribuyendo a querer hacer desaparecer un neologismo que se le asignó a algo que debió ser nombrado y que representa una de las tantas unidades que conforman la institución encargada de velar por la seguridad nacional. La violencia que emanan los fascistas que se hacen llamar patriotas y quienes están acobijados por una institución corrupta son a quienes se les debe de desmontar, ese espíritu energúmeno e indolente está poseído por la maldad y no tiene piedad con absolutamente nadie que esté dispuesto a querer armar una revolución pacífica para hacer valer la reivindicación de sus derechos.
Pero todo aquel que tenga el más mínimo de poder concedido por el estado no es culpable en su totalidad, al fin y al cabo, también fue víctima de un gobierno opresor que no les brindó garantías para poder salir a delante a partir de la educación y les tocó optar por representar una institución que desde sus inicios a estado manchada por ríos de sangre inocente, esto ante la necesidad de querer tener un mejor futuro de vida por el exceso de necesidades que eran utópicas de poder solventar. Simplemente son jóvenes bisoños de escasos recursos que reciben órdenes de superiores que tienen como filosofía de vida controlar los comportamientos de la sociedad a partir de la represión.
El fiasco gobierno de Iván Duque desde que inició su mandato ha dado los motivos necesarios para que los ciudadanos sin el importar de su ideología política o su creencia religiosa demuestren su tenacidad y aviven su alma revolucionaria y hagan valer lo que durante el transcurso de la historia los grandes ilustres de Colombia nos han dejado por escrito en lo que hoy conocemos por constitución. Es justo y es hora de que los colombianos convoquen un mayo francés en todo el territorio nacional, ya es justo que el estado siga apaciguando la ira de la multitud con acuerdos capciosos que solo quedan plasmados en una hoja impregnada con tinta y nunca se les da una infalible continuidad. El sórdido gobierno excedió los límites de descaro ante el exceso de casos de corrupción y su vinculación directa con las mafias del narcotráfico y los ciudadanos del común siguen haciéndose los de la vista gorda como todos unos apolíticos, Esperanzados en ganar y gozar de protagonismo cuando los cambios sociales sean una realidad tangible de la que no hicieron parte.
Realmente creen que manifestarse a través de las redes sociales es la opción más viable y sensata para generar cambios verdaderamente significativos en el decadente tejido social de Colombia, donde cada nuevo mandato las maquinarias políticas que los mismos ciudadanos han elegido se encargan de pauperizar al país y conducen a las clases menos favorecidas a una inmundicia de donde es utópico poder salir y gozar de un país en igualdad de condiciones. ¿Es necesario esperar que un fascista asesine a un familiar para sentirnos afligidos e indignados y despertar esa empatía por querer hacer justicia? Legó el momento que como muestra de solidaridad se empiece a orquestar en Colombia un mayo francés donde la voz de toda la clase obrera sea una sola y se paralice la nación por completo hasta que el vigente gobierno concrete acuerdos que le garanticen la reconstrucción de una nueva Colombia para todos aquellos que desde hace décadas la han luchado y anhelado.
Los ciudadanos son lo más imprescindible en la conformación de un estado, por ende, el gobierno no es superior a ellos, no es mendicidad exigir mejores condiciones de vida, somos quienes hacen realidad sus sueños de poder, sin el pueblo nada sería posible. Por lo tanto, el pueblo tiene la capacidad de paralizar la economía nacional en su totalidad y exigir que se hagan valer los derechos constitucionales, todos vamos en busca de una sola causa que abarcan los mismos intereses que nos competen a todos por igual. Pero los conciudadanos deben trabajar sinérgicamente como hijos de la patria colombiana, a ella le debemos lo que somos y por ella se debe luchar hasta verla siempre respetada y libre de la opresión de las dictaduras disfrazadas de democracia que son expertas en promover el odio para dividir las clases e impregnarlas de miedo para así poder manipular la adormilada conciencia de los borregos porque el despertar de la misma conllevaría a graves consecuencia hacia quienes nos avasallan.
Salir a manifestarse no hace de quien protesta un anarquista, un vándalo, un desadaptado social ni mucho menos un revolucionario o cualquier otra despectiva palabra que le haya sido asignada a los ciudadanos de segunda categoría por querer hacer valer y respetar sus derechos. ¿Acaso la supuesta “independencia” de la que hoy goza Colombia la obtuvimos gracias a que Simón Bolívar y sus secuaces enviaran palomas mensajeras a los españoles con mensajes de indignación para que por favor cesaran las hostilidades y la usurpación hacia las comunidades que por aquel entonces se defendían a piedra y palo y una que otra espada de quienes ya hacían uso de barcos, espadas, armaduras y pólvora? Es absurdo promover la segunda emancipación de Colombia desde las redes sociales mientras esa minoridad de jóvenes que tienen la gallardía de salir a las calles a protestar son vilmente asesinados por el estado opresor y no hay quien los defienda porque los decrépitos le temen más a ser tildados de comunistas que a la propia muerte que se les avecina.