"En Colombia nadie tiene que perdonar a otro porque sí"

"En Colombia nadie tiene que perdonar a otro porque sí"

Entrevista a una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo de Argentina acerca del perdón y del proceso de paz en Colombia

Por: Michael Steven Armero Navarrete
noviembre 26, 2016
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

Mirta de Baravalle es una de las mujeres fundadoras de la organización Madres de Plaza de Mayo que más cercana ha estado de Colombia. Ha participado como observadora y garante de varios proyectos entre los años 2000 y 2010 que el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE) ha podido llevar a cabo en el pais. La desaparición de su hija en embarazo durante la última dictadura cívico militar en Argentina, sigue siendo su motor de lucha por los Derechos Humanos.

De los seis años que llevo viviendo en Buenos Aires como colombiano, siempre había querido participar en una de las rondas que todos los jueves de cada semana, las Madres de Plaza de Mayo realizan para recordar los más de 30 mil desaparecidos que dejó el periodo más negro de la historia del país suramericano. Quería saber lo que ella pensaba sobre el proceso de paz en Colombia, al que muchos siguen colocando piedras en el camino para que la reconciliación no se de.

De los años que vivió en Colombia y que le permitieron interiorizarse un poco con la realidad del país, ¿qué piensa del proceso de paz en Colombia?

Ese proceso anhelado por los colombianos y las colombianas por tanto tiempo, quienes han sufrido demasiado, es un enorme paso para salir de tanta guerra. En todo ese tiempo que viví en el país a mí me asombró la vida de muchas comunidades que me enseñaron tanto, y de las cuales, aprendí tanto. A resistir. A valorar la honestidad que llevan en sus entrañas. El amor a su territorio que es muy indivisible de los colombianos después de tanto desplazamiento, de tanta persecución, de tanto asesinato y aun consideran el país como un pedacito de cielo. Aun con ese castigo de la violencia, fomentada de una manera u otra por el Estado, los colombianos siguen creyendo.

¿Cómo ve el papel de la juventud en este proceso de paz?

De ellos justamente me enamoré, de los chicos, de los jóvenes, porque ellos tienen un potencial de querer la verdad, de encarar su destino aunque muchos sabían que era incierto, pero con una hidalguía de admirar porque a pesar de todo ese sufrimiento, no dejan de lado sus esperanzas y sus alegrías.

¿Cómo ven Las Madres de Plaza de Mayo este proceso de paz en Colombia?

De alguna manera, Las Madres han cumplido un papel en lucha por los derechos humanos en ese país. La historia del mundo ha marcado personalidades como Gandhi o Luther King, quienes han llevado esperanza y mensajes de paz al mundo. Muchas personas nos veían como esos referentes. Nosotras dialogábamos con los colombianos. Pero más que Madres de Plaza de Mayo, y lo hablo por mí, es que somos personas, mujeres con dolores, con alegrías, con sentimientos buenos y no tan buenos y desde ahí yo comprendía y analizaba lo que era la vida. Son enseñanzas que grandes y chicos vamos dando en eso que se llama ir viviendo.

Precisamente para Las Madres en toda su trayectoria, ¿la educación es el elemento base para la paz?

Claro que sí. Nosotras nunca cometimos un acto de violencia en estos cuarenta años de estar en la ronda. Nosotras siempre hemos pedido y reclamado justicia y jamás ninguna Madre ha levantado la mano ni siquiera para lanzar una piedra a ningún criminal. Porque eso es rebajarse, ofrecer menosprecio hacia el otro. No se puede educar con violencia.

¿Qué piensa del grupo militar que va a enviar el Presidente Mauricio Macri a Colombia para supervisar y hacer veeduría para la paz?

No estoy de acuerdo en que un Estado se entrometa en otro de tal manera. Nosotros no tenemos por qué enviar o llevar personajes disfrazados para hacer presencia y creer que de esa manera se impone la ley. A mí no me gusta cuando vienen soldados de otro país.

Entonces, ¿a quién debió haber enviado Mauricio Macri a Colombia?

A personas que lleven una voz de cordialidad, de mucho más entendimiento. Personas abiertas al diálogo. No son las armas. Eso no es un buen síntoma de querer la paz. Quizás llevarlos nació con buena predisposición, pero es una equivocación.

¿Las Madres de Plaza de Mayo harían parte de la supervisión y veeduría de paz en Colombia como lo han hecho en otras oportunidades?

Por supuesto. Las instituciones que trabajen a través de la palabra deben ser enviadas. Imponer armas genera situación de rechazo y miedo. Nosotras cuando empezamos a resistir y a trabajar en medio de la dictadura militar pedíamos que llegara alguna delegación de extranjeros para que vieran lo que pasaba. Eso nos llenó de ilusión.

Se refiere a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)

Exacto, cuando vino ese organismo a nosotras nos fortaleció. Nos levantó el ánimo y sabíamos que había personas conscientes en el extranjero de todo lo que estaba ocurriendo.

Fotografía: Héctor Trujillo. La madre Mirta Baravalle ha trabajado en distintas comisiones de ética por las víctimas en Colombia. Estuvo a cargo del proceso de desapariciones forzadas en Colombia durante la presidencia de Álvaro Uribe Vélez.

¿Qué piensa de Álvaro Uribe Vélez y su oposición a los acuerdos de paz?

Yo a Álvaro Uribe Vélez nunca lo quise. De la forma en que yo lo conocí y mediante lo que leía en los diarios y escuchaba hablar en aquel tiempo que estuve en Colombia. Había muchas cosas que no me gustaban de él. Había cosas que de ese hombre me ponían a pensar en la manera que actuaba.

El expresidente Uribe a través de algunas declaraciones dijo que estaba en desacuerdo que Mauricio Macri apoyara la paz de Colombia.

Esos son manejos que consisten en generar fricciones. Como las que él mantiene con Santos en estos momentos. Provocar situaciones de disputa como las que él generó con el NO, ya uno se da una idea de lo que es Uribe. El país buscando esa paz tan añorada y él interponiéndose en el camino con una valla tan grande, te das cuenta quién es. Por lo menos yo lo veo así de lo que viví allá y lo que vivo desde acá como espectadora de lo que ocurre en Colombia.

No hay que ser árbitro a favor de Juan Manuel Santos en medio de este proceso y esto se lo dije a otro periodista en Colombia, yo siento que si en estos momentos no se da esa posibilidad va a ser muy complicado. Él mientras fue Ministro de Defensa obedecía órdenes, ahora como es él quien lleva las riendas es quien debe darle la posibilidad a Colombia de mañana generar un antes o un después. Vea también (Nota: http://www.clarin.com/politica/Alvaro-Uribe-Macri-apoyando-enganaron_0_1662433761.html)

Las Madres de Plaza de Mayo han peleado demasiado por la justicia. ¿Cómo cree que debería ser la justicia en tiempo de paz en Colombia?

Si la justicia en Colombia, en Argentina o en cualquier lugar del mundo actuara como realmente tiene que ser, seríamos países felices. Porque todos estaríamos respaldados. Sabríamos que nadie nos va a poner el pie sobre la cabeza. Y nosotras que estamos reclamando justicia hace cuarenta años y no se ha dado como debe ser, en Colombia la justicia ha estado en manos de muchos personajes que lamentablemente se aprovechan de estar en ese lugar. Hay que apoyar a las instituciones que siguen trabajando por los derechos humanos.

¿Qué piensa de que los guerrilleros participen de la política en Colombia?

Yo creo que tienen todo el derecho a participar, porque si alguna vez se generó esa situación de querer justicia era porque realmente no la tenían. El único medio eran las armas. Cuando no hay justicia en un país, donde unos personajes en lo que menos piensan es en el pueblo y siempre viven hostigándolo, desmereciéndolo, golpeándolo, la crueldad y el dominio de unos pocos produce eso. Hay gente que no acepta tal injusticia. Como ocurrió acá en esa generación que sabía que Argentina estaba siendo entregada y querían evitarlo. Pero lo que debe continuar es la palabra, la militancia. Que los pueblos salgan a decir basta y reclamar el derecho a vivir de otra manera. De vivir en paz, en familia, en libertad, con muchísima libertad de expresión, de palabra .

En más de cincuenta y dos años de violencia en Colombia, las cifras indican que hay más de 8 millones de víctimas entre desplazados, secuestrados, torturados, despojados de sus tierras y desaparecidos por el paramilitarismo y las FARC. ¿Qué opina de tan alarmantes cifras?

En ese mar de miles y miles de personas que han sufrido, que quedaron en el camino en manos de los paramilitares queriendo conquistar esa paz, es que ahora las generaciones tienen que seguir. Lo que se ha hecho en Colombia se ha hecho tarde. Pero como se dice, nunca es tarde para nada. Tienen que aprovechar la paz que está al alcance de sus manos. Hay que aprender del dolor del otro. Que es un dolor que va a quedar en el corazón pero que tiene que consolidarse con la paz. Me asombra también esos colombianos en sus posiciones de desencuentro. ¿Qué es eso? Para mí que no han entendido nada. No les ha tocado nada. Hay que hacerles ver.

Es el perdón o la justicia la que nos va a llevar a un tránsito por la reconciliación en Colombia.

Yo pienso que el perdón no es, en Colombia nadie tiene que perdonar a otro porque sí. El perdón en estas situaciones no siempre mejora las cosas. Es el entendimiento de saber que eso no va a volver a ocurrir. La reconciliación se va a dar pausadamente sin darse cuenta. Nadie está obligado a abrazar al otro, cada uno lo irá sintiendo cuando se vaya liberando de toda esa angustia, del dolor, del sufrimiento y las penas. Aunque parezca mentira se aprende a ver con otros ojos, otros sentimientos. Pero nadie puede obligar a nadie a perdonar. Ese acto tiene que ser voluntario, que se crea a través del entendimiento.

Es decir, ¿estaría mal perdonar a los guerrilleros por lo que hicieron durante tantos años?

Más que perdón es una aceptación, ¿por qué perdonar a los guerrilleros, entonces deberíamos perdonar a los milicos?, ¿a los paramilitares?, ¿o no? El perdón no se hace diciendo te perdono, no debe ser simbólico. Debe nacer a través del entendimiento, del diálogo. Es distinto Colombia a lo que ocurrió en Argentina. Aquí perdonar al Estado fue más complejo que perdonar a civiles.

¿Cuál es la salida para que Colombia se una?

Tienen que seguir siendo auténticos, tienen que lograr combatir el desencuentro. Hay que tratar de comprender, de entender y cambiar los sentimientos que se tenían antes. Querer otra cosa es un paso. Estar dispuesto a lograr y apoyar la paz.

El antiguo y nuevo texto de paz introduce como eje estructural a las víctimas del conflicto armado en Colombia. ¿Qué mensaje le envía a esa población por la que se está luchando con los nuevos acuerdos?

Es tan difícil imaginar todo el horror que vivieron. Tanta tristeza, tanto vaciamiento y tanto dolor, pero son esos sentimientos los que deben acércanos más, que nos permita enfrentar a la adversidad. Justamente por esas personas que han luchado en su vida por querer una justicia plena hay que seguir trabajando. Poner el esfuerzo común. Que cuando un país está junto, es más fuerte. Eso es importantísimo. En eso consiste el hecho de seguir adelante. Solos no se logra mucho. Que las personas que han estado trabajando por ese proceso, son respetables. Y hay que seguir luchando por el humanismo.

Michael Steve Armero

 

 

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