De acuerdo con declaraciones del catedrático y líder de la Colombia Humana-Humanables en Nariño, Heber Santander Álvarez, “hubo un pacto contra la Colombia Humana de quienes estuvieron al frente de los diferentes eventos que generó la visita de Gustavo Petro a Nariño” y, en consecuencia, “los aislaron de todo contacto con el líder”, más grave aún que según sus declaraciones “cerraron todas las posibilidades de una participación abierta y democrática…”. Lo paradójico es que el grupo de Colombia Humana-Humanables desplegó todas sus capacidades y una envidiable logística en su afán de aglutinar a simpatizantes y seguidores de Gustavo Petro y su movimiento Colombia Humana en el ámbito nacional.
Si hubo un pacto contra Colombia Humana por parte de un mal denominado Pacto Histórico, que hace aguas por todos sus flancos, es un claro indicio de que las cosas no marchan bien y que se hace necesario un alto en el camino que permita oxigenar realmente el ambiente político y electoral en esta parte del territorio nacional.
Es inconcebible que se presenten este tipo de situaciones, que los mismos partidarios de un dirigente como Gustavo Petro terminen en rencillas por causa de una vieja dirigencia regional que no cede ante sus pretensiones de continuar usufructuando el poder. Como alguien irónicamente lo expresó: "Petro contra Petro". En una pelotera que más parece digna de un capítulo de una de las obras de Kafka.
Igualmente expresa el dirigente regional Heber Santander Álvarez que los integrantes del Pacto Histórico, tuvieron actitudes de “nada bien le hacen a un proceso de unidad…”. Inconcebible que algunos líderes actúen de manera tan incongruente, que acaparen a un candidato aislándolo de todo posible contacto, que lo manipulen y lo manejen con esos viejos criterios de gamonales que se creen con el derecho absoluto de actuar como bien les plazca.
Seguramente, esa fue la repuesta del pueblo nariñense a estas componendas que para nada favorecen los intereses políticos y electorales de Gustavo Petro y su Colombia Humana. Fue escasa, pírrica, la asistencia del pueblo a esta manifestación que otrora llenó la plaza de Nariño. El pueblo en su sabiduría sabe que lo están manipulando, que los mismos vestidos con traje diferente pretende manejarlos para llevarlos como corderos a las urnas para luego ellos cobrar con creces su engañoso aporte electoral.
Si el pueblo vota por Petro es por convicción, por el cansancio que tiene de esa casta rancia que sabe de mañas y viejas prácticas electoreras y burocráticas.
No solo aislaron a Gustavo Petro, lo convirtieron en payaso, al estilo de Duque en su campaña presidencial que dejaba entrever lo que se nos venía a los colombianos. Recordamos a ese Duque rockero, futbolista, prestidigitador, salsero y bailarín que se prestaba a todo tipo de malabares para mostrarse ante los colombianos como un hombre de pueblo. Queríamos escuchar a ese Petro profundo, juicioso, analítico y sensato y no mirarlo bailando al son de los compases de esa clase politiquera que hace rato nos cansó y arruinó colectivamente.
Las denuncias valerosas del profesor Santander Álvarez nos deben llevar a una profunda reflexión a los petristas de corazón: no pueden pasar por alto tantas afrentas al extremo de que se impongan candidatos a la Cámara de Representantes a personajes que nadie conoce, que nadie los ha visto en las luchas sociales y mucho menos que han hecho presencia con su voz durante los grandes momentos trágicos de Nariño. De acuerdo con el profesor, “Raúl Delgado tiene como candidata a doña Esperanza Rojas, de los verdes, un sector que ni siquiera ha decidido votar por Petro…”. Qué tipo de incongruencias son estas, qué malabarismos se pretenden hacer para imponer candidatos que el pueblo no conoce y que, por el contrario, se constituyen en una especie de títeres al servicio de ese viejo gamonalismo que nos carcome como pueblo y como cultura.
Los nariñenses no debemos prestarnos para este tipo de actuaciones indignas y vergonzosas, que son la clara expresión de una politiquería barata y ruin que nos conducirá ineluctablemente por los caminos de la pobreza y el abandono nacional. A Petro lo secuestraron desde su llegada a territorio nariñense, lo encerraron en un cuarto para un desayuno que se suponía era con un grupo de sus seguidores y que terminó en un desplante para los asistentes. Todo indica que la idea era secuestrarlo e impedir contacto con miembros de Colombia Humana-Humanables Nariño y presentarse ellos como los dueños de un gran caudal electoral. La respuesta del pueblo fue inmediata, no asistieron a la Plaza de Nariño, dando una bofetada a estos liderazgos que realmente huelen a bochorno y clientelismo.
Con profundo dolor de patria vemos como el Pacto Histórico se está convirtiendo en una cueva de ladrones, bien lo expresa la excandidata Íngrid Betancourt en una réplica que le hace Juan Carlos Iragorri: “Hace cuatro años vine a Colombia para apoyar a @petrogustavo. Pero debo confesar que ahora estoy decepcionada y frustrada con lo que él está armando. Lo suyo parece política tradicional, llena de componendas…”. Como las que vimos y vemos en Nariño donde políticos tradicionales, cuestionados, investigados e impunes por las diferentes IAS pretenden arrastrar a las urnas a un pueblo cansado de lo que ellos representan.
Ya estos políticos viejos, caducos y mañosos deben retirarse y dejar su lugar a una nueva generación que desea con su alma construir una nueva Colombia. No esa colmada de carroña y aves rapaces que todo lo que tocan lo convierten en podredumbre y han hecho de Nariño una región sumida en la pobreza y la miseria, abandonada por todos y por todo, alejada del progreso y el desarrollo y que le ha correspondido vivir días aciagos por culpa de esas actuaciones deshonestas y cínicas.
Los Pactos se deben dar entre hermanos, entre iguales, entre verdaderos arrepentidos y no entre aquellos que marrulleramente fingen una expiación pero que actúan como malandrines al acecho de sus inocentes víctimas. En este caso Nariño y su pueblo sumido en una verdadera catástrofe económica y social.
Invito a una verdadera sublevación de las bases petristas, a rechazar estas actitudes vergonzantes que nos pretenden convertir en ingenuos electores al servicio de esas mismas casta corruptas y dañadas. Ya es hora de que el pueblo se exprese, que hable, que deje oír su voz inconforme, que se llene de valor y rechace a los causantes de toda esta debacle regional, de aquellos que ostentando el poder se aliaron hasta con el diablo para alcanzar todos sus bajos propósitos.
Petro es más; es un pueblo que se levanta, que enarbola la bandera de la justicia y la concordia. Los verdaderos petristas no vamos a permitir que su nombre se mancille, que su liderazgo sea utilizado para todos los trágicos más bajos por la misma cizaña que terminará ahogando y asfixiando los verdaderos anhelos del pueblo colombiano.