El Gobierno Nacional está obsesionado desde el año 2015 con hacer parte del grupo de países de la OCDE. Desde ese entonces viene imponiendo una serie de estrategias, mal llamadas “por la excelencia educativa”. Su apuesta concretamente consiste en la creación de un mecanismo que mide los resultados de la educación, en términos de calidad, que más que responder a estrategias pedagógicas, son gerenciales.
Como elemento fundamental de su campaña, obsesiva por gerenciar la educación, crea El ISCE (Índice Sintético de la Calidad educativa), el cual busca medir la calidad educativa, en términos de asistencia de los estudiantes a la escuela, la cual se define a través de la aplicación de las pruebas SABER. También, tiene en cuenta lo que están aprendiendo los estudiantes en la escuela, basándose exclusivamente en la tasa de aprobación de los estudiantes. Cabe anotar que estos niveles de medición han sido tomados por lo estipulado por el Banco Mundial, paradójicamente el principal consultor en políticas educativas para la mayoría de los países en América Latina.
Para este año, dentro del marco del DÍA E, el Ministerio de Educación Nacional “nos quiere poner a soñar”, quiere que reflexionemos en una hermosa fantasía de calidad educativa, donde seguramente los maestros no hacemos parte de “los dos que soñaron”, pero bueno, analicemos ese onírico camino que se nos invita a recorrer.
Primero, el sueño, en este momento la comunidad educativa se propone la meta a alcanzar. Supongamos que lo hacemos, muchos de nosotros pensarán en aulas bien dotadas, recursos pedagógicos suficientes, grupos con números de estudiantes óptimos para el avance pedagógico, en fin, si de soñar se trata fácilmente lo podemos lograr, ¿verdad?, pero…¿podemos hacerlo? acaso la realidad que nos acompaña permite que fantaseemos, o más bien, nos introduce en la más dura de las pesadillas, pero bueno, sigamos el recorrido.
Ahora, el viaje, aquí vamos a dar un vistazo al pasado, recorreremos todo el camino trazado desde el año 2015, en la construcción de la calidad, y el que queremos recorrer para lograr la excelencia. ¡Ups! Sí que ha sido duro ese camino, enfrentados a la imposición de políticas descontextualizadas de la realidad de nuestras instituciones, con razón el Ministerio nos quiere poner a soñar, y creo que sería lo mejor para ellos, que nunca despertáramos a la dura realidad, porque de ser así seguramente, haríamos que nuestros niños y jóvenes también lo hicieran, y ¿si eso ocurriera?, ¿que podría pasar?, ¿cuál sería esa nueva ruta a escribir?
Por último, a encontrar el tesoro, reconozcamos lo que tenemos, con lo que contamos, y con lo que vamos a construir la excelencia educativa. Punto difícil en verdad, más cuando hemos hecho la tarea completa, cuando nos hemos dado cuenta que con lo poco que contamos, somos nosotros mismos, maestros enfrentados a la miseria educativa, trabajando de la mano con la desigualdad social, con el abandono del Estado, en fin, con las uñas.