Colombia como país realizador, protagonista y como tema de película se llevó tres premios en la 25ª edición del Festival de Biarritz América Latina que se acaba de terminar en la ciudad de Biarritz en el país vasco francés. El “Abrazo” del mejor documental fue otorgado a “Nueva Venecia” del realizador uruguayo Emiliano Mazza De Luca, el premio del público al mejor largometraje a “El Amparo” del realizador venezolano Rober Calzadilla y el “Abrazo” del mejor cortometraje a “El Edén” del realizador colombiano Andrés Ramírez Pulido.
Mientras que este 2 de octubre en Colombia se votó por el No a los acuerdos de paz firmados ya entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc, tres cineastas latinoamericanos demostraron en Biarritz que es oportuno seguir insistiendo en esta obligación de trabajar sobre la memoria de los conflictos armados en Colombia. Las historias nos recuerdan masacres, desplazamientos, desarraigo, injusticia social, delincuencia y destrucción de espacios naturales, pero en medio de esa calamidad este cine asume una actitud de esperanza.
Estos trabajos ilustran el conflicto colombiano del lado de sus principales víctimas, los civiles. Si nos preguntáramos a quien se ha matado más en estos largos años de guerra la respuesta la pueden dar las imágenes del realizador Emiliano Mazza de Luca quien muestra la vida en un caserío sobre las aguas de la Ciénaga Grande de Santa Marta arrasado años atrás por el paramilitarismo.
En “Nueva Venecia” sólo unas piedras con nombres de muertos recuerdan que ahí, al pie de una humilde iglesia, mataron a los que llevaban esos nombres en una de esas noches en que las lanchas de los paramilitares asolaban los pueblos de pescadores de la región del Caribe colombiano.
El realizador uruguayo no tiene necesidad de colocar un micrófono ante testigos en carne y hueso para que narren lo que pasó. Él se vale de un recurso del cine de ficción para que sea la voz de un espectro la que relate esa noche de horror, mientras que los vivos que están ahí bien presentes, siguen en su trajinar cotidiano hecho de pequeños gestos para vencer la dureza de la vida lacustre. Después de haberse ido del pueblo muchos de ellos regresaron al lugar una vez pasada la tormenta.
Las imágenes de este documental se detienen sobre las manos de hombres niños y mujeres que recomponen sus casas suspendidas sobre las aguas de la Ciénaga, que reparan sus canoas o la cancha de futbol decrépita que se quiere llevar esas aguas, con el mismo esmero de quien repara sus objetos más queridos. Pues si hay algo está bien claro en la mente de esos colombianos humildes es que nada vendrá del país en que nacieron. La salvación la encontrarán en su propia imaginación. De ahí la fotografía esmerada y hasta bella De ahí la fotografía esmerada y hasta bella en el documental de este realizador de Montevideo apasionado por la gente y las costumbres de esta parte del Caribe colombiano.
Si bien en “Nueva Venecia” la belleza de las imágenes nos hacen creer en una reconstrucción de lo destruido por la muerte, en el corto metraje “El Edén” del realizador colombiano Andrés Ramírez Pulido el dilema está en poder establecer el tiempo que necesitará Colombia para sanar las heridas de la guerra.
En ello nos llevan a pensar dos adolescentes abandonados a su suerte y que un día cualquiera irrumpen en un balneario en ruinas situado en algún lugar del campo colombiano, mágico pese a las balas (el cortometraje se filmó en las cercanía de Ibagué).
Si la guerra se presenta en “Nueva Venecia” como un espectro que ya no molesta a los vivos, en “El Edén” es una dinámica mental en los personajes. Matar a un hombre por cualquier cosa, matarlo como a un animal, como mataron a los mayores, con desprecio, sin preguntarse el por qué, simplemente por jugar, matar y seguir viviendo cuando se tiene la vida por delante…
A estas dos concepciones de las consecuencias del conflicto armado en Colombia se suman las anécdotas que surgen de él, los guerrilleros que se esconden detrás de los campesinos, los verdaderos campesinos que mueren en zonas de guerra, los ejércitos que matan sin preguntarse tampoco a quienes matan. El tema del largometraje “El Amparo” del cineasta venezolano Rober Calzadilla maneja esta temática de las confusiones.
La película que ganó el premio del público de Biarritz está basada en una historia verídica que ocurrió en la década de los ochenta en la frontera colombo-venezolana. Un grupo de pescadores fue acribillado por el ejército venezolano creyendo que se trataba de guerrilleros colombianos infiltrados en ese país. La historia dice que los sobrevivientes y familiares de las victimas siguen esperando a que la justicia venezolana haga justicia por haber sido víctimas de una confusión “institucional”.
Cyril DION, presidente del jurado de Documentales, decía al abrir la muestra en Biarritz que lo que caracteriza al cine comprometido de hoy y especialmente producido en América Latina es una tendencia a borrar la frontera entre la ficción y lo real.
Es el caso de otra película colombiana que se pesentó en Biarritz y que no ganó ningún premio a pesar de haber sido muy aplaudida al final de la proyección. Se trata de X QUINIENTOS del director colombiano Juan Andrés Arango (Colombia, México y Canadá). Esta es la segunda película de este realizador que no llega a los 30 años pero que ya dio prueba de una gran madurez con su primera película La Playa D.C. presentada en este Festival en el 2013 sin haber obtenido tampoco esa vez una recompensa.
La acción de esta película se sitúa en tres ciudades bien distintas y distantes: Buenaventura, México, D. F. y Montreal. Los protagonistas tres huérfanos de padre y madre: un joven pescador habitante de un barrio miserable de Buenaventura obligado a integrar las bandas de delincuentes constituidas por rezagos de paramilitares, un campesino mexicano que se ve obligado a dejar su pueblo para trabajar en México D. F. y que se será igualmente expuesto al mundo de las pandillas de los llamados “cholos”, y una joven de Manila que viaja a Canadá para reunirse con su abuela, una inmigrante y que para escapar a su desarraigo buscará una nueva identidad integrando las pandillas de inmigrantes filipinos de Montreal, ciudad en donde ahora reside el cineasta colombiano.
X QUINIENTOS aborda la soledad de jóvenes confrontados al pandillerismo ultra violento en Buenaventura, que es el mismo que se puede ver en los barrios periféricos de México D.F. y que se transforma en una violencia menos visible pero igualmente mortífera en ciudades del primer mundo como Montreal en el seno de minorías que se encuentran y que comparten la misma experiencia del desarraigo.
De esta manera el cine colombiano en Biarritz demostró que Colombia sí necesita la paz pues el número de víctimas de la guerra sobrepasa y a la ficción, y si bien este cine no puede frenar la crueldad en ese país al menos si puede ayudarnos a desarrollar un sentido de responsabilidad ante la desgracia de miles de colombianos.
Colombia será el país invitado de honor en el 26° Festival de cine de Biarritz América Latina 2017.