Para Margarita Rosa de Francisco el mundo es como es, es decir que no se puede pretender cambiar el orden existente. Quien lo intente es, simplemente, un utopista o un mentecato de siete suelas.
Quizás no se equivoque en sus apreciaciones y se debe aceptar que la humanidad es un caso totalmente perdido. El orden existente no permite cambios a las estructuras políticas y económicas.
En política ocurre que quien quiera destacarse debe traicionarse a si mismo. Olvidarse de querer transformar el establecimiento y dejar de exponerse a burlas, indiferencia o ultrajes.
Nada importa la capacidad o la inteligencia, nos gobiernan los oportunistas que no tienen recato alguno en entregar a su pueblo y su gente a la rapacidad de los empresarios electorales.
El mundo actual no es vivible si sólo unos pocos sobreviven este sistema global mafioso. Por eso, personas como Petro, con una visión tan contraria a la mentalidad individualista, competitiva y no solidaria, la tiene difícil. Muy difícil. A mí me resulta incomprensible que…
— Margarita Rosa (@Margaritarosadf) October 22, 2022
De nada sirve, según la Niña Mencha, exponerse con verdades y diatribas.
El mundo es como es, ya lo dijo Discépolo en su famoso Cambalache, hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor
Ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador, todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor. Y quien quiera negarlo o cambiarlo, encontrará la burla de la chusma y el ultraje del poderoso gil.
De acuerdo a sus palabras Colombia es una porquería que nadie puede cambiar. Un caso perdido de miseria y corrupción. Y la mejor alternativa es fingir que nada pasa, que todo está bien, que la banca es algo regio y el poder una ilusión. De nada sirve la inteligencia, la cordura y sensatez, brilla quien sabe venderse al mejor postor.
El mundo es como es. Como seguirá siendo, y tal vez sea cierto que es mejor que esta bipeda especie termine de sucumbir, que se ahogue en sus miasmas y se agite en su fétido olor. Cambalache de no creer, de espanto y dolor. Donde abunda la pobreza en medio de la opulencia y eso es lo normal.
El mundo de la "Niña Mencha" es así: de maldad insolente. Ya no hay quien lo niegue vivimos revolcaos en un merengue
y, en el mismo lodo, todos manoseaos.