En Colombia, la percepción de que las "roscas" y las palancas dominan el acceso a oportunidades es común y preocupante. Esta realidad, donde las conexiones personales y las influencias determinan quién obtiene empleo, contratos o beneficios, plantea serias preguntas sobre la equidad y la justicia en nuestra sociedad.
La Cultura de las Roscas
Desde temprana edad, muchos colombianos aprenden que tener "una palanca" puede ser más valioso que un buen currículum. Esta percepción no solo perpetúa la desigualdad, sino que también socava la confianza en nuestras instituciones. Cuando las decisiones se toman en función de a quién se conoce y no de lo que se sabe, el talento y el esfuerzo se ven marginados, y la meritocracia se convierte en un ideal distante.
Impacto en la Sociedad
La prevalencia de las roscas no solo afecta a los individuos que se ven privados de oportunidades, sino que también debilita el tejido social en su conjunto. La corrupción, la falta de transparencia y la desigualdad son consecuencias directas de este sistema. Además, las empresas y organizaciones pierden valiosos talentos que podrían contribuir significativamente a su éxito si se les diera la oportunidad basada en méritos.
La Meritocracia como Solución
Para superar este obstáculo, es esencial promover una cultura de meritocracia. Esto implica valorar y recompensar a las personas por sus habilidades, conocimientos y esfuerzo, independientemente de sus conexiones personales. La implementación de sistemas de selección y evaluación transparentes y objetivos es un paso crucial hacia este objetivo.
Transparencia y Rendición de Cuentas
La lucha contra la corrupción y el favoritismo debe ser una prioridad nacional. Las instituciones públicas y privadas deben adoptar prácticas de transparencia y rendición de cuentas. La adopción de tecnologías que permitan una mayor transparencia en los procesos de selección y contratación puede ser un aliado poderoso en esta lucha.
Cambio Cultural
Cambiar esta dinámica requiere más que reformas políticas y administrativas; requiere un cambio cultural. Necesitamos fomentar valores como la integridad, la equidad y la responsabilidad desde la educación básica hasta la vida adulta. Es crucial que las futuras generaciones crezcan con la convicción de que el esfuerzo y el talento son las verdaderas llaves del éxito.
Conclusión
Romper el ciclo de las roscas no será fácil, pero es un paso necesario para construir una Colombia más justa y equitativa. Todos tenemos un papel que desempeñar en este cambio, ya sea desde nuestras posiciones en el gobierno, el sector privado, la academia o como ciudadanos. Solo a través de un esfuerzo colectivo podemos garantizar que las oportunidades sean accesibles para todos, basadas en el mérito y no en las conexiones personales. Este es el camino hacia una sociedad más justa, próspera y unida.