Muchos son los pecados que acongojan a un país como el nuestro, un país que elige a sus gobernantes a imagen y semejanza de la ciudadanía electora. Por eso cada vez que se muere alguien bueno de verdad, como el Profesor Carlos Gaviria Díaz, se siente la desolación de perder una imagen respetable que podría servir de ejemplo para cambar esa pasión por lo retorcido y lo malandro. Nos vamos quedando sin buenos referentes y en cambio los malos siguen apoltronados y gozando de buena salud.
En esta Semana Santa se me ocurre que el eslogan País que se ha utilizado para promovernos en el exterior, serviría para mostrar en el interior la otra cara, la negativa, esa que enferma de pasión a los corruptos, los tramposos, los violentos.
Colombia es Pasión: por el dinero fácil. Hemos ido perdiendo el gusto por el trabajo duro, riguroso y lo hemos cambiado por la obsesión de ganar plata rápido, de la forma que sea, saltándonos las reglas y sin importar a quién pisoteamos para lograrlo. Esa pasión tiene sus máximos exponentes en los pícaros de Interbolsa, pero por supuesto no son los únicos que la comparten.
Colombia es Pasión: por la velocidad. Vehículos en mala calidad, carreteras destartaladas y sin terminar son la pista para ejercer la pasión por manejar a toda, como si cada conductor fuera un Juan Pablo Montoya en potencia, no solo por andar a mil, sino por estrellarse en cada vuelta del camino, dejando un reguero de muertos a su paso. Los conductores creen que andar volados y manejar mal es sinónimo de hombría. En este rango hay miles de conductores sobre todo los borrachos.
Colombia es Pasión: por los atajos. Hay que buscar cómo colarse en una fila, como dar propina para que nos hagan un trámite, como tener un padrino para que nos haga un favor y no tener que esperar como las demás personas. Pero también hay que presentar envases a medio llenar hacer declaraciones falsas o datos mentirosos ante el Estado.
Colombia es Pasión: por la falta de calidad. Hubo épocas en que los bombillos duraban, las escobas barrían y los equipos no se dañaban con mínimo de uso; pero eso ha cambiado y ahora tenemos productos malos, desechables, ropa que encoje y destiñe a la primera lavada y envases que no cumplen el peso prometido. Las empresas también adoran el dinero fácil y lo hacen rebajando calidad, normas técnicas y contenidos.
Colombia es Pasión: por el poder y las roscas. Estamos en manos de grupos de poder que se definen como intocables. Esa frase, “¿Usted no sabe quién soy yo?” los describe como arribistas, aristócratas de pacotilla o francamente sinvergüenzas que creen ser “alguien” por ser hijos de…, amigos de…, empleados de… cuando en verdad no son nadie por sí mismos.
Estos pecados hacen daño al colectivo ciudadano y son las bases para una falsa cultura que empobrece, limita la competitividad y nos condena al atraso tercermundista. En esta semana de Pasión sería bueno reflexionar sobre cómo acabarlas. Una buena forma sería empezar a condenar socialmente a todo el que las practique y verlos como lo que son lacras sociales de las que debemos sacudirnos.
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