Ni Cundinamarca es Dinamarca.
Es claro que hubo fallas en el diseño del programa “Es tiempo de volver”. Se prometieron cosas difíciles o imposibles de cumplir, dada la naturaleza de Colciencias, pero se deben buscar soluciones alternativas, viables económica y jurídicamente, antes de decapitar un programa que, pese a todas las dificultades y fallas que tiene, tiende un puente entre los que desean regresar y el país que los necesita.
Para que haya total claridad sobre el asunto es bueno saber que el programa, con sus aspectos buenos y malos, se diseñó durante la pasada administración de la entidad, a la actual le toca ejecutarlo. No hacerlo o cambiar las reglas de juego sin pasar por el largo proceso de presentar nuevamente el proyecto les acarrearía más de una dificultad. Muchos funcionarios públicos capaces terminan enredados judicialmente por no ceñirse estrictamente a lo ordenado, aunque tenga errores. Esa otra cara de la moneda también existe.
Entre las fallas que más traumatismos han ocasionado están la proyección de los tiempos y mecanismos de contratación para que, una vez Colciencias girara los recursos, las entidades contratantes, universidades e industrias, tuvieran total claridad sobre la forma de hacerlo. Tampoco hay luces sobre la continuidad de los proyectos o garantía de estabilidad laboral. El ofrecimiento de pagos libres de impuestos, potestad que no tiene Colciencias, ha generado, con mucha razón, disgustos entre los profesionales convocados, que también tienen su parte de responsabilidad al no haber verificado, como corresponde a su calidad de investigadores, los detalles menudos del programa, algo que les hubiera ahorrado sinsabores y sorpresas desagradables, sin que eso sea una justificación de los errores cometidos o de las promesas incumplidas.
Hay muchas historias circulando, no todas ciertas o verificables. Se dice, por ejemplo, que algunos de los Ph.D que decidieron regresar lo hicieron por amor a la patria, renunciando a plazas importantes en el exterior con altas remuneraciones en dólares y Euros, lo cual tiene un obvio sentido mediático y emocional que suele calar hondo en el imaginario colectivo, sin embargo tales condiciones científicas y económicas solo se dan por razones objetivas y medibles que no todos cumplen.
El factor determinante, el que dice con toda claridad quien es quien en el mundo científico, lo que abre o cierra puertas y garantiza altas posiciones y salarios, es el número de publicaciones en revistas científicas indexadas. Muchos de ellos aún no tiene ninguna y la mayoría apenas 4 ó 5. Manuel Elkin Patarroyo, para citar un ejemplo cercano, tiene alrededor de 400.
No está mal que escojan regresar y aportar su conocimiento y experiencia, que mucho se necesitan, o que den sus primeros pasos como investigadores aquí, pero deja mucho que desear la forma en que han abordado el asunto, con críticas y señalamientos pero sin aportes a la solución de los problemas que existen, que no son insuperables si existe voluntad de hacerlo.
La frase que le da el título a este artículo ha servido para fustigar con dureza en varios medios de comunicación a la Directora de Fomento a la Investigación de Colciencias, Lucy Gabriela Delgado, quien la pronunció durante alguna de las reuniones desarrolladas para tratar el asunto. En sentido estricto, es cierto, este país no es Disneylandia, no es divertido, hacer las cosas aquí toma más tiempo y cuesta más esfuerzo que en otros países donde la planificación es el primer paso para cualquier aspecto de la vida, con mayor razón si de investigar se trata. Para ella, como para cualquier otra persona, no es fácil enfrentarse a un grupo de 30 ó 40 seres disgustados que solo ven las cosas desde su propia perspectiva y no están dispuestos a ceder en ninguna de las cosas a las que consideran tener derecho.
Oída en frío, con imparcialidad, la frase no tuvo ningún sentido diferente al de señalar, demasiado gráficamente para algunos, las dificultades que hay. También pudo haber dicho que este no es el país de las maravillas o que ninguno de los asistentes es Alicia sin haber faltado a la verdad. Una frase como esa no debería ser motivo de descalificación, de franca agresión y menos el argumento principal de las quejas si se entiende dentro del contexto en que se dijo, las cosas realmente importantes son otras.
Un buen aporte de los que regresan podría ser enseñarnos a organizar, a considerar cada detalle, en contexto y aisladamente, a identificar y señalar los problemas pero aportando ideas para resolverlos, para empezar a romper nuestra vieja manía de encontrarle problemas a la solución y no al revés. Ni Cundinamarca es Dinamarca ni este es el país de las maravillas, pero tenemos muchas cosas buenas que se pueden mejorar, para beneficio de los que llegan, de los que se quedan y de los que se van, para hacerlo basta con analizar las cosas desde las dos orillas y partir del principio de la buena fe de Colciencias, de sus funcionarios y de los convocados aceptados.